Son unos rajones
La madrugada del día 18 de septiembre por medio de una llamada anónima al 066 en la capital de Coahuila, acudieron elementos de seguridad pública en el centro de eventos sociales conocido como “Real de Peña”, deteniendo a menores de edad que se encontraban consumiendo todo tipo de bebidas embriagantes.
No se trató de la detención de unos cuantos sino se observaron cientos de éstos jóvenes que todavía no tienen la edad de 18 años, celebrando “dizque” unos quince años.
Las autoridades hicieron la detención de estos menores edad quienes no quisieron dejarlos en libertad hasta que no fueran sus padres al reclamo de sus pobres angelitos que habían sido víctimas de los abusos por parte de las autoridades, es decir, de la policía municipal quienes se aprovecharon de la situación para despojarlos de sus pertenencias, así como de dinero.
Esas acusaciones o versiones en este caso son falsas, ya que ni se trataba de una fiesta de quince años, y ni les despojaron de sus pertenencias sino son acusaciones infundadas solo para hacerse las víctimas los jóvenes que iniciaban su carrera de mentirosos, borrachos y rajones.
En primer lugar, la fiesta fue organizada por alumnos de preparatoria de las escuelas Ateneo, Narváez, UANE y UVM Campus Saltillo, obviamente sin autorización oficial de los institutos educativos, sino la mención es solo como referencia de quienes hicieron la “pachanga”.
La invitación lo hicieron por medio de una creación de un evento abierto a todo el público en “Facebook”, quienes, para festejar el Mes de la Patria, hicieron una convocación abierta con el nombre de “fiesta mexicanos Pool Party”, y que tendría un costo de 30 pesos de “cover” o costo de entrada, pero tenían de promoción que las chicas que llevaran bikini entraban gratis.
Las autoridades municipales tampoco mintieron que se trataba de una fiesta más que hacen los adolescentes cada fin de semana, lo único que no tenían como conocimiento eran los detalles de la fiesta mencionados anterior.
Estos jóvenes “rajones”, que no saben reconocer su propia fiesta y que también saben que no pueden tomar bebidas embriagantes, y que todos están ansiosos por obtener su credencial de IFE o INE, para comprobar su mayoría de edad siendo éste documento oficial el “permiso” para tomar alcohol y entrar a antros, que como se puede observar realmente no lo necesitan para tomar.
La realidad de las cosas es que las autoridades municipales fueron benévolas con todos ellos, pero sobre todo con los papás de estos menores de edad a quienes no se les imputó ningún cargo alguno ya que todos ellos tienen la responsabilidad legal de guardia y custodia de cada uno de ellos.
Tampoco hubo ninguna intervención por parte de autoridades municipales, ni estatales en el rubro de la defensa del menor y la familia.
Nadie investigó quién les vendió alcohol a los menores de edad, o bien en donde los obtuvieron o qué adulto les ayudó a comprar cerveza, ron, whisky, tequila, bebidas energéticas, etc., todo un cóctel de bebidas embriagantes hasta de dudosa procedencia, listo para que bebieran sin restricciones y algunos de ellos con automóviles ya que solamente les prestaron los carros para andar como dicen los papás “aquí en la colonia”.
Estos jóvenes que nada más les gusta ser rajones del lado que les conviene, no se les responsabilizaron de nada, ni mucho menos a los padres pues aparte de comprar e ingerir alcohol, tampoco se les fue multado por parte de las autoridades locales y federales por la venta de una entrada de 30 pesos que de acuerdo a las normativas municipales y fiscales generan impuestos que se deben de pagar. Todo aquello que sea venta de entradas también paga impuesto y como evasores de impuestos existe ese delito dejado a la impunidad por la benevolencia de las autoridades.
La clausura del centro de eventos denominado “Real de Peña”, eso es lo de menos, ya que no se les investigó a los dueños sobre cómo hicieron la contratación, es decir, qué adulto firmó el contrato o cómo se realizaron las operaciones para dicho evento de los adolescentes.
Aquellos padres de familia que se sienten ofendidos por la detención de sus hijos borrachos e hijas que se vendieron por treinta pesos para entrar gratis, deberían de tener vergüenza.
Es más que evidente que esos seudo papás no tienen una comunicación con sus hijos ya que muchos de ellos fueron llevados a la fiesta por ellos mismos, sin saber de qué se trataba, pero también es obvio que tampoco cuestionaron a sus hijos llevándolos como borreguitos al matadero del vicio, exponiéndolos a un peligro que sin la supervisión de ningún adulto, también es un blanco fácil entregando sus hijos como bandeja de plata al crimen organizado, es decir, todo un buffet para los secuestradores en donde algunos tendrán un precio para su rescate y otros entregados a la explotación sexual.
No se trata de un problema cualquiera que debe de tomarse a la ligera sino hay que tomarse en serio, antes de que se convierta en un problema social, en donde cada vez es más recurrente éste tipo de eventos organizado solamente por alumnos de diferentes escuelas.
Estos adolescentes que solo lo ven como diversión y los padres de familia que lo ven como algo normal dentro de su crecimiento, como parte de su formación y travesuras por su corta edad, que ahora solamente se la pasan de rajones diciendo cosas falsas pero molestos porque un vecino hizo lo que un ciudadano con sentido de responsabilidad llamar a las autoridades y denunciar fue lo más correcto antes de que de una fiesta pasara a una desgracia.
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