Sí que es problema
Por Guillermo Robles Ramírez
Puedo jurar que no hay país en el mundo que tenga la policía perfecta. Tampoco una policía humana, tranquila, considerada, inteligente, mesurada y conciliadora. De eso estoy totalmente seguro, con todo y los cursos de capacitación y entrenamiento, que reciben a su inicio y durante el ejercicio de su función. Lo afirmo con la misma convicción que tengo de que México no tiene a la mejor policía del mundo.
Y estoy tan convencido que en el último informe del índice Mundial de Seguridad Interna y Policía, realizada por el International Police Science Association y el Institute for Economics and Peace; posicionaron a la policía de México, en el lugar 118 de 127 países evaluados, y aunque de este informe ya pasó algunos años de ello, también existe un estudio realizado el año pasado, en el índice de Competitividad Internacional 2021, en donde México se desploma dos lugares en el ranking de competitividad en la posición 37 de 43 países evaluados. Lo anterior se interpreta en la carencia de garantizar el bienestar a los mexicanos, es decir, si no existe confianza en la percepción de la policía, instituciones jurídicas y políticas en el país no existe una competencia internacional.
Es más, en ciertos sectores de los norteamericanos se quejan de la brutalidad de la policía e igual de abusos y actos de corrupción. A través de la televisión nos damos cuenta de los policías japoneses, canadienses, peruanos, españoles, ingleses, coreanos y de otras muchas nacionalidades, golpean a los infractores. Y en aquellos en donde existe la policía montada, echan encima de las multitudes sus caballos y los perros adiestrados para dispersar manifestaciones o atrapar delincuentes.
Tampoco conozco y estoy convencido de que no hay ciudadanos respetuosos para con la autoridad, particularmente tratándose de la policía y más si es mexicana y peor si es de alguna provincia.
Los mexicanos, por naturaleza, tenemos, demostramos y damos un rechazo total al policía. Y a su vez, los policías, se quejan de la incomprensión de los ciudadanos, del influyentísimo, de que no son apoyados por sus jefes inmediatos y de que no se les respeta.
Claro que ellos, los policías, no son una perita en dulce ni tampoco los ciudadanos, porque en infinidad de ocasiones, la prepotencia, abuso y arbitrariedad está a la par. No hay a quién irle.
No falta ciudadano que primero se queja de que fue insultado, golpeado y vejado después de que reclamó el motivo de una infracción. El policía dice lo contrario. A quién creerle, es una interesante pregunta. Al ciudadano ofendido que acudió a los periódicos, radio y televisión, además de contar con evidencia editada con su celular y todavía para rematar la queja ante la Comisión de Derechos Humanos.
Nadie, al menos a saber y de parte de los medios de comunicación, preguntan la versión del policía acusado de agresor, sino siempre se queda hasta ahí, es decir, donde el ciudadano inconforme denuncia públicamente sin importar que lo hiciera en redes sociales.
¿Quién tiene la razón?, es la encrucijada para saber si somos justos o no y sí que es un problema serio que debe ponernos a reflexionar si nuestras policías, al menos las de Coahuila que es donde vivimos, están bien capacitadas y entrenadas para controlarse en un incidente.
En lo personal, no quisiera estar en una situación similar porque sí que es un problema, pues los guardianes del orden tienen fama de arbitrarios y los ciudadanos, al menos en su mayoría, no cantamos mal las rancheras, pues bien que nos gusta violar las leyes y nos ponemos agresivos cuando se nos pretende aplicar la ley. Sí que es un problema. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México). www.intersip.org
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