Se llaman Bella y Chloe

Por Guillermo Robles Ramírez

En mi niñez y juventud había pocos perros y de hecho era inexistente eso de la adopción de cachorros como su venta callejera y no había sacrificios generalizados de canes, probablemente porque no inundaban las calles como ahora, pues hay quienes afirman que, en cada ciudad de Coahuila, tenemos igual de población canina que humana, ¿será?

            Los tiempos han cambiado radicalmente y para mí ha sido todo un mundo nuevo, eso de la protección a los cachorros y el rechazo a su maltrato, lo que coincido como un cambio en nuestra vida, porque todo ser vivo tiene derecho a eso, a la vida.

            Tengo una hija le tocó convivir con un cachorrito de raza Beagle bicolor, y aunque tengo que confesar que no fue si primera mascota, siempre ha sido un amante y protectora de animalitos en donde vivió una niñez en donde tuvo pollitos, perritos, conejitos, y patitos.

            Algo en particular con este Beagle, fue que su primera pregunta cuando lo vio fue si era un cachorrito adoptado, a lo cual me extrañó dicha pregunta a la cual no comprendí el por qué.

            Al día de hoy mi hija Lily, se encuentra felizmente casada y viviendo en los Estados Unidos, algo que personalmente no he sentido su ausencia puesto que gracias a la modernidad hablamos no menos de tres o cuatro veces a la semana en video llamada.

            El año pasado mi hija Lily y mi yerno Joe, nos marcó para hacer una video llamada y darnos la noticia de que ya éramos abuelos. Después de haberlos felicitado nos preguntó, es decir, a su mamá y a mí, si queríamos conocer a mis nietas lo cual no esperó ni un minuto y apuntó su cámara a dos perritas de raza Pomeranian que se hacen llamar Bella y su hija Chloe, ambas fueron adoptadas.

            Las dos perritas se han convertido en inseparables de mi hija Lily y se ha ganado el afecto y cariño de quien esto escribe. Por mi parte, comparto el mismo cariño por las mascotas que mi hija Lily pues tengo que confesar que veo a mi hija muy feliz y también a mis “perrinietas”, que podría jurar que siempre están sonriendo.

            Acepto y reconozco que Chloe y Bella, se han ganado el cariño de toda la familia, y cada vez que hablamos por video llamada las dos perritas expresa su agradecimiento moviendo a toda velocidad su cola, lamiendo las manos, acercándose a mi hija para pedirle que le haga una caricia y cada vez que llega mi yerno Joe del trabajo, hacen toda una fiesta para recibirlo desde antes de que abra la puerta de su casa.

            Su presencia me ha motivado que entienda lo que antes no comprendí, como es el por qué hay que proteger a los animales, la titánica labor que hacen los grupos de adopción de mascotas y, lo principal, si no tienes decisión de tener una mascota, no la adoptes o compres para al poco tiempo arrojarla a la calle a su suerte, que en ocasiones es desafortunada para ser maltratada y vapuleada por inhumanos.

            Adoptar una mascota, obliga y compromete. Sino no lo entiendes, no adoptes, son seres vivientes que igual que nosotros tienen expresiones de agradecimiento, lealtad y cariño para quienes les brindan una mejor vida. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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