Se habla mucho, pero poco se hace

Tengo varias invitaciones que me han llegado para participar en el Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica 2014, pero al leer las bases para su participación uno de sus puntos establece muy claro que a su letra dice: “Los trabajos inscritos deben abordar proyectos de investigación, desarrollo tecnológico e innovación hechos en México… además de haber sido difundidos en los medios de comunicación nacionales..”; al leer esto no me lamentó el hecho de no poder participar sino mi tristeza fue porque tristemente a éste rubro no se le da mucha difusión y ni mucho menos apoyo por parte del gobierno federal, sino solamente le dejan puras migajas en sus presupuestos y mayormente incausado a problemáticas que puedan ayudar a nuestro país.

Lo mismo sucede cuando se habla de la falta de competitividad que necesita el país, pese a ser un elemento necesario para salir adelante. Un concepto encerrado en una sola palabra que suena fácil pero es más complejo de lo que uno se puede imaginar. Lo escuchamos muy seguido: “La sana competencia”, “gracias a la competencia habrá precios más bajos”, “lo importante no es ganar sino competir”, “la competencia incentiva la creatividad”, entre muchos otros más pero éste último es mucho más peligroso porque en muchas ocasiones se puede convertir en un arma de doble filo como está sucediendo actualmente.

Es más difícil emplear la competencia y creatividad para hacer algo productivo con bien, pues para la maldad no se batalla nada sacándole su máximo provecho y para eso pintan solos tanto los narcotraficantes como los polleros para hacer uso de menores de edad para sus negocios ilícitos.

Uno de los tantos ejemplos y sobretodo revelador, es el hecho de que hace pocos años a la fecha, se ha visto incrementado de manera significativa el uso de menores de edad para el paso de drogas e indocumentados a los Estados Unidos, de acuerdo ala Secretaríade Relaciones Exteriores el aumento de niños y niñas no acompañados arrojó en el primer trimestre de éste año, una cantidad superior a los nueve mil menores de edad que fueron detenidos y repatriados de Estados Unidos, el 9 por ciento reconocieron participar con grupos criminales y otro 10 por ciento con los polleros y el resto argumentó que buscaban una oportunidad de trabajo o cuando menos eso es lo que dicen.

En Coahuila éste fenómeno es muy frecuente en el municipio de Piedras Negras, en donde los menores compiten duramente con los polleros, porque cobran entre cincuenta, cien dólares o más dólares, dependiendo de dónde los dejen y cuántos sean, pero sobretodo cuánto finalmente están dispuestos a pagar a los niños y niñas conocidos como los pollos por el trabajo. Esa es la ganancia que pueden obtener varios menores de edad que se han integrado a las bandas de polleros que operan en la ciudad y que dicen desconocer autoridades locales migratorias.

Debido al vacío legal que impera en México en relación a la violación ala Leyde Población por parte de menores de edad, en virtud de que la mayor parte de los casos son aprehendidos en los EU, el uso de niños y adolescentes, cuyas edades oscilan entre los 8 y 16 años, es una modalidad que han adoptado en el negocio considerado uno de los más remunerativos en nuestro país.

Su vacío legal radica, si al menor lo detienen en Estados Unidos es fácil que lo regresen a México y aunque reincida lo vuelven a soltar por no contar con suficientes elementos para comprobar su participación directa en el tráfico de personas.

Estos niños y niñas han desarrollado una gran habilidad de convencimiento para hacer gran parte de la operación desde poner en contacto con los “polleros” al ilegal aspirante que quiere cruzar sin documentos la frontera a los Estados Unidos, hasta hacer las funciones de guía para el traslado de decenas de migrantes que sueñan llegar al vecino país.

No solo cuentan con una facilidad de palabra, sino además han llegado a conocer rutas que no habían sido exploradas por los adultos para cruzar a los migrantes hacia los Estados Unidos.

El menor sabe de sus derechos porque es bien aleccionado por los adultos que realmente mueven el negocio del tráfico de personas. Saben que en Estados Unidos fácilmente los repatriarán y en México no se les seguirá ningún proceso por el simple hecho de que el delito se cometió en el extranjero.

Pero éstas nuevas enseñanzas que están adquiriendo esos menores de edad por parte de los adultos, una vez aprendidas empiezan a buscar su propia independencia en donde menores de edad reclutan a otros niños y niñas para que les quede más ganancias, haciendo lo mismo que las células de narcotraficantes pero sin percatarse que están haciendo de ello un grupo de organización ilícita pero a menor escala.

Las enseñanzas ya las tienen porque con gran destreza y agilidad se cambian de nombre, dan distintas direcciones para impedir que los entreguen con sus padres, quienes en algunos casos saben a lo que se dedican sus hijos y viven de las ganancias que deja el tráfico de personas, desplazando el negocio de los “polleros” y encontrando una nueva forma de vivir y viéndolo como un negocio muy emprendedor formando parte de la economía informal porque en ello hay de todo. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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