SALARIOS DE MIÉRCOLES

Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos. John Kennedy.

 

Para algunos, la insignificancia es siempre una garantía de seguridad, aun cuando le ocasionen más estragos que beneficios.

 

El salario mínimo mexicano es eso, una insignificancia, una dádiva temporal que desaparece casi de inmediato, arrebatado por manos invisibles, es prácticamente una estafa.

 

Desde hace años, en México los aumentos a los salarios son como el tequila, suben el ánimo pero sólo por un rato, pero en este año ni siquiera eso, las autoridades no dieron tiempo para dar ni siquiera el primer sorbo.

 

Para este año 2015, el salario mínimo mexicano recibió un incremento de 4.2%. De esa manera, el salario mínimo para el área geográfica “A” es de 70.10 pesos diarios y para la “B” es de 66.45 pesos diarios.

 

Solo el incremento al precio de los combustibles que está vigente a partir el primer día de este año, borró de tajo toda posibilidad de gozar de estás dádivas anuales que alimentan la esperanza, en vano, de la clase trabajadora.

 

¿Se siente estafado? Es posible que sí y que ahora mejor no desee que los compadres del gobierno lo ayuden. Pero no se preocupe, de todas maneras usted recibirá, de esos compadres, una tunda demagógica para que aprenda administrar su “incrementote salarial”, tal vez comiendo menos cuando esté muriendo de hambre.

 

¿Por qué la clase trabajadora ha sido diseñada para ser el pariente pobre de la democracia de este país? ¿Por qué esta sociedad se ha convertido un paraíso para los ricos y un infierno para los pobres? ¿Sabían que los ricos representan el 0.13% de la población total y poseen una fortuna que equivale al 43% de la riqueza total individual de México?

 

No debería ser así, cuando la propia Ley Federal del Trabajo, en su artículo 90, dispone que el salario mínimo deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.

 

Válidos o no, existen diversos argumentos, principalmente de las clases pudientes y hegemónicas, que para mantener el crecimiento del país deben prevalecer bajos salarios y exigir productividad.

 

De ninguna manera coincido con ellos. Existen claras muestras en otros países que salarios altos y la honradez del gobierno provocan altas productividades, mayor nivel de empleo, mejores condiciones de vida y, sobre todo, confianza en lo que se hace.

 

Investigaciones serias han demostrado ampliamente que el aumento del salario no reduce puestos de trabajo como predice la teoría convencional. Para crecer y ser mejores, este país debe creer que el aumento del salario, no solo aumenta el empleo, sino que además aumenta el consumo interno y mejora la productividad y la calidad de vida de los trabajadores.

 

Pero hoy, lamentablemente, en México lo ven al revés y las consecuencias son bajos salarios, altos niveles de desempleo e informalidad, la expulsión de población en forma de migración laboral y el paso de la pobreza a la miseria generalizada.

 

Por ello crecen, de forma exorbitante, las diferencias entre las personas con mayores ingresos y las que menos perciben. Cada día estas diferencias son mayores y, sin duda alguna, el inicio de este año 2015 pinta como un periodo que acentuará considerablemente las disparidades sociales en nuestro país.

 

México debe poner en alto estas terribles diferencias sociales y económicas.

 

El gobierno debería tener presente que la agonía física de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha de un pueblo, dura toda la vida.

 

Página Web “Letras Vivas” http://www.letrasvivas.com.mx

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