RETOS Y ESPERANZAS DEL DISTRITO FEDERAL
La desaparición de una docena de jóvenes y el asesinato de otros en tugurios de La Condesa, Garibaldi o Tepito son tan deplorables como cualquier otro crimen de los que a diario se cometen en nuestro país. Lo menos deseable es que la sociedad se acostumbre y asimile ese tipo de hechos como un mal ajeno y aceptable. Pero la disparatada gritería desatada por los merolicos de los medios masivos de comunicación debe ser rechazada por su evidente mala intención.
No se pueden negar el número y la diversidad de los problemas que aquejan al Distrito Federal, pero tampoco debe regatearse el apoyo cuando las autoridades hacen bien su labor. Y Miguel Mancera Espinoza, a pesar del poco tiempo transcurrido, está mostrando capacidad, voluntad y buen oficio en la difícil tarea de gobernar. Ha salido airoso ante las taimadas y perversas trampas que se le han tendido desde por lo menos un mes antes del inicio de su gestión.
Alejado de filiaciones partidistas, y seguramente gracias a ello, el jefe de gobierno empieza a mostrar que los electores del Distrito Federal fueron acertados al inclinar abrumadoramente la balanza a su favor.
En los últimos días hemos apreciado una labor política y administrativa consistente, congruente, y sin estridencias. Eso es convertir a la política en la ciencia de gobernar y no en la grilla inmisericorde y vulgar para obtener privilegios y riqueza por intereses grupal o personal.
El despliegue y la ostentación de fuerza policiaca en los casos de los taladores de Milpa Alta y el levantón de la zona rosa no deben ser utilizados como regla general. Las patologías sociales, como toda enfermedad, se combaten más eficazmente por medio de la prevención. El apoyo a la juventud con ofertas de actividades culturales, deportivas y de recreación es una alternativa infinitamente mejor que el gasto en equipamiento de cuerpos represivos y la construcción y mantenimiento de penales de alta seguridad. Las declaraciones de Mancera en el monumento a la Revolución confieren esperanza y aliento frente a las campañas mediáticas que promueven la angustia y desestabilizad entre la población.
Ante los embates oligopólicos que buscan la recuperación del Distrito Federal ya sea por medio de trampas populistas o del terror, el diseño y la aplicación de programas de auténtico desarrollo social, educación, obra pública y salud merecen todo el apoyo y colaboración de los habitantes de esta enorme ciudad capital.
Las onerosas inversiones del pasado reciente en, blindaje de vehículos, enrejamiento de calles y edificios, y adquisición de armas mortales como aviones supersónicos, buques y tanques de guerra con la correspondiente contratación y entrenamiento de cientos de miles de efectivos militares solo han arrojado un saldo de más de cien mil mexicanos muertos que, en mejores circunstancias habrían sido ciudadanos útiles para el progreso y la paz.
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