Guillermo Robles Ramírez

Quitándoles kilos a los coahuilenses

Por Guillermo Robles Ramírez

Con la famosa “cuarentena”, que ya no lo fue porque el encierro solicitado por nuestras autoridades de salud para prevenir la propagación y contagio del coronavirus ya rebasó los cuarenta días, sin embargo, la gente se quedó ciclado en esa palabra por razones desconocidas, pero el caso es que ha sido muy evidente de quienes si han acatado esta disposición y quienes no.

La falta de actividad física, así como la ansiedad de tanto encierro ha provocado que muchos mexicanos estén muy “repuestitos”, termino para no ofender al prójimo o prójima, según el caso para no hacer sentir mal a nadie por esos kilitos de más.

Por más recomendaciones por parte de las autoridades locales, estatales y federales, en cambiar los hábitos alimenticios, así como hacer alguna actividad física en casa, han sido caso omiso para la mayoría de la población.

En el caso de Coahuila, el quitarle varios miles de kilos a los coahuilenses no ha quedado por limitación de recursos, así como también en esfuerzos para hacer bajar de peso a su población.

Pero para aquellos ignorantes que piensan que la pretensión del Estado, se trata más que nada por cuestiones estética de la ciudanía, es un concepto demasiado imbécil.

El interés de cuidar tanto el sobrepeso, así como la obesidad es un tema de salud porque aquellas personas que tienen una grasa corporal siempre acarrean problemas de hipertensión, diabetes, cáncer y otras enfermedades que no solo afectan a los pacientes que están pasaditos de kilos, sino también esto implica a su vez engordar el gasto público en el sector de salud.

El Gobierno de Coahuila, ha demostrado su alto interés en conseguir la disciplina alimentaria al grado de que en los medios impresos y en otros sistemas publicitarios da a conocer provechosas recetas para bien comer, mantener una buena salud y evitar dejando a un lado los alimentos chatarra.

Sin embargo, también existe un sector de la población a la que no se le ha puesto mucha atención por parte de las autoridades locales, es decir, municipales que deben enfocar mucho su atención como son los cuerpos policíacos donde muchos de sus elementos de Seguridad Pública; después de cierto tiempo salidos de la academia empiezan a engordar.

Este aumento de peso corporal, y no precisamente de músculo, entorpece demasiado las actividades encomendadas, siendo esto una falta de respeto tanto para la ciudadanía como también la imagen que se tiene como autoridad y lo mismo sucede para aquellos que han brindado su servicio durante muchos años llegando así a una edad avanzada teniendo la misma limitación para poder atrapar a un ratero. Para mucha gente el que un policía esté excedido de peso y no pueda alcanzar a un ladrón, es una situación de burla para los rateros.

La falta de reactivación al departamento de la medicina preventiva, de tener una programación y chequeo calendarizado con la ayuda de un especialista de nutrición en Seguridad Pública, ha provocado la relajación e incumplimiento del reglamento de no estar ingiriendo alimentos en horas de trabajo, siendo esto tan “común” y “normal”, que la mayoría de ellos tanto el policía, así como el agente de tránsito, se les ven mucho tiempo inactivo en sus vehículos oficiales ingiriendo todo tipo de alimentos, como tortas, tacos, gorditas, refrescos, etc., en sus horas de trabajo.

Los municipios de la entidad tendrán que hacer más de su parte puesto que si el Estado no ha limitado esfuerzos ni recursos para junto con su comunidad lograr las metas deseadas, particularmente por la salud de sus habitantes; pero la única forma de no defraudar al gobierno; es bajando de peso lo que bajaría, valga la redundancia, el gasto cada vez más alto que tienen las instituciones públicas de Salud, así como el propio I.S.S.S.T.E., IMSS, Magisterio, etc., (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org

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