Procreando almas huecas
La vida acelerada que cada vez va invadiendo más a los ciudadanos, nos envuelve en un cambio de hábitos y costumbres que sin darnos cuenta ante una sociedad en donde lo más apremiante es el tiempo nos hace cambiar en muchos estilos de vida que la cotidianidad lo convierte en algo normal, cuando en verdad es lo contrario.
Esa transformación de la modernidad hace que los humanos evolucionemos junto con el progreso olvidándonos cada vez más en que somos seres pensantes y como buenos mamíferos se nos había caracterizado entre las demás especies ser grupos sociales y paternalistas con nuestros hijos.
Desde que despertamos o amanecemos lo primero que hacemos antes de correr las cortinas, es meternos al baño inmediatamente para arreglarnos e ir al trabajo y corretear a los hijos para alistarlos a la escuela. No existe ni unos buenos días o cómo amaneciste, sino es un “apúrate porque se nos hace tarde”. Los hijos medio que desayunan porque andan más dormidos que despiertos viendo todo ese escenario como un mundo surreal y preguntándose: ¿Por qué tanto apuro?
En general los hombres se brincan el almuerzo o aquellos más prácticos prefieren tomarse un licuado mezclando una serie de cosas inventando el desayuno perfecto y balanceado para no perder tiempo. Otros prefieren esperarse para comprar unos cuantos kilos de calorías no sanas para esperar a que abran los puestos de taquitos mañaneros o gorditas para comer en la oficina.
Este correr de la vida lo vemos como algo normal, culpable de la desvalorización no solo de principios, valores y cultura social en donde consideramos que éste tipo de cosas perdidas como seres humanos son obligaciones de enseñanzas a un tercero. En los mejores de los casos el típico machismo de encargárselo a las mujeres como algo obligatorio por considerarlo cosas de mujeres, cuando es de ambos.
Pero cada vez es más recurrente, por alguna razón, en considerar que los valores, educación sexual y cultura social que deben de recibir nuestros hijos es obligación de las autoridades sin importar o saber a cuál dependencia le corresponda.
Y como “El Pípila” la carga le corresponde ala Secretaríade Educación Pública e instituciones educativas federales, estatales y por qué no a las escuelas privadas.
La mayoría de los papás modernos están convencidos que para eso son las escuelas para que eduquen a sus hijos en todos aquellos temas que no se dan tiempo en casa, es obligación de alguna institución educativa o las autoridades de enseñarles a sus hijos, cuando no es así.
Tanto las autoridades, como también las escuelas de gobierno y particulares hacen lo que les corresponde nada más, pero el resto sigue siendo de los papás. Y el mejor termómetro para ello solo basta con observar cuidadosamente la ciudad y las medidas a las que nuestras autoridades se han visto obligados a hacer para una cultura social y seguridad en donde para poder evitar que los automovilistas correlones respeten la velocidad ante la falta de elementos de tránsitos que son los primeros en romper la leyes y distantes de poner el ejemplo a los ciudadanos, los municipios tienen que construir verdaderas bardas rompiendo con toda las normativas de comunicaciones y transportes que llevan los bordos para hacer respetar zonas peatonales. Incluso se pasan por el arco del triunfo aquellas normativas de seguridad de protección civil para evitar problemas futuros cuando llega la temporada de lluvias. Pero la falta de una cultura en el volante y responsabilidad de los conductores orillan a las mismas autoridades a romper con reglamentaciones con tal de salvaguardar la integridad de los ciudadanos pero sobre todo la de los pequeñines.
Otra manera de medir la carencia de enseñanza de cultura social en casa es en el momento de que los menores de edad entran a la escuela a nivel secundaria, tanto a la entrada al igual que en la salida, estos infantes no saben cruzar las calles. Simplemente se cruzan sin voltear a ver el vehículo en donde las niñas parecen que están modelando y los varones como si tuvieran plomo en los pies en donde un perro callejero muestra más inteligencia en cruzar una calle por temor a ser atropellado que una bola de estudiantes de secundaria en donde el único pensamiento que les pasa por la mente es: “No me voy a detener… no me voy a detener..que se detenga él…”
Pero cuando pasa los accidentes ahí si salen los papás y mamás en exigir a las autoridades porque no hicieron nada. ¿Y tú como padres le enseñaste a cruzar la calle? ¿Acaso consideraste que tanto los peatones al igual que los conductores tienen derechos y obligaciones?
La educación sexual de los hijos lo han dejado completamente las instituciones educativas y las autoridades en donde a la carencia de valores en los menores de edad han preferido el reparto de condones para los varones como si fueran dulces y las niñas prefieren comprar la píldora del día siguiente cada ocho días. Y aún así salen muchas que ni todavía llegan a la adolescencia embarazadas, pero los papás prefieren culpar a un tercero que son las escuelas y autoridades por la falta de cultura sexual. Pero en ningún momento las autoridades cuestionan a esos padres de familia en dónde quedó la educación en casa para darse a respetar a sí mismo, el respeto a su cuerpo, el momento indicado para tener relaciones sexuales.
Solo basta con detenernos un poco y observar puentes peatonales en lugares estratégicos que solamente son utilizados como guías para cruzar calles y bulevares por debajo de ellos mientras que las estructuras de los puentes lucen vacías y oxidadas por la falta de uso. Definitivamente los valores y la cultura social no son responsabilidades de gobierno, sino exclusivamente de papás que fueron envueltos con el correr de la vida cotidiana y solamente procreando almas huecas peor que cachorritos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org
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