PREOCUPADOS
El intelectual recientemente fallecido, Hugo Gutiérrez Vega, al participar en el colegio electoral que calificó la elección en que participara como candidato a una diputación federal dijo que «El gran problema de México es que se haya convertido al poder público en el más sucio de los negocios que existen en nuestra patria».
Esto lo mencionó en el año de 1961 y hoy, 54 años después, lo resentimos, quizá con mayor rigor. Los efectos de un gobierno que está integrado por socios y compinches.
La semana pasada, al ser cuestionado por reporteros acerca de los rumores sobre un posible acuerdo partidista para ocupar las dos vacantes que quedarán en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el presidente Enrique Peña no tuvo mejor ocurrencia que responder con una sonrisa y una frase llena de sorna: «¿Que, andan muy preocupados?».
Estoy seguro que nadie le quiso contestar a su pregunta, como tampoco él, por lo que se ve, quiso contestar a quien lo cuestionó pero la verdad es que sí, los ciudadanos tenemos razones para estar muy preocupados.
La preocupación es porque después de ver cómo le ha gustado actuar a esta administración, la facilidad con que ha logrado cooptar o convencer a los que han sido sus efímeros aliados y las consecuencias políticas, administrativas, económicas y sociales de esas alianzas tenemos motivos para estar inquietos.
Las alianzas construidas por los diferentes partidos en la primera parte del sexenio, han arrojado malos resultados que han afectado la vida diaria de los ciudadanos.
La alianza PRI-PAN sacó adelante una reforma electoral que este mismo año evidenció sus fallas en un proceso que fue cuestionado por las grandes inequidades que se presentaron y que, muchas de ellas, fueron solapadas por un Instituto Nacional Electoral que perdió su esencia ciudadana e independiente.
Las descaradas ilegalidades cometidas por el Partido Verde, así como absurdas determinaciones del Instituto que evitaron frenar aquellas, son muestra evidente de que conformar el Consejo General del Instituto bajo reparto por cuotas partidistas fue un verdadero asalto a la democracia.
Por su parte la alianza PRI-PRD fue la que pudo darle vida a la reforma fiscal que ha ralentizado la economía, frenado el consumo interno, disminuido la inversión e impedido que la economía nacional detone con todo su potencial.
Dada la integración del máximo tribunal del país y nuestro sistema constitucional, es claro que la designación de los dos ministros que sustituirán a los que en noviembre terminan su encargo deberá de surgir de un acuerdo entre por lo menos dos fuerzas políticas del Senado, pero toda vez que la elección es a propuesta del ejecutivo, es adecuado que sea a éste a quien se interrogue sobre los postulados, pues su administración se ha caracterizado por ser particularmente orientada a integrar amigos y socios o al pago de cuotas y favores en el momento de asignar responsabilidades y de ahí que queda claro que, como decía Gutiérrez Vega, el servicio público, sea un sucio negocio.
Particularmente generoso con sus coterráneos y parientes, Enrique Peña Nieto ha dejado de lado un servicio civil profesional o los méritos y la capacidad personal como requisito de ingreso o ascenso en el servicio público, para reinstaurar las características de un sistema obsoleto, a las que alguna vez el periodista Carlos Ramírez describió en un artículo publicado en El Universal en el que decía «las tres principales leyes de la política mexicana eran en un tiempo identificables e inaprehensibles: La sumisión, para ocultar las verdaderas ambiciones y demostrar la disciplina, la discreción para ocultar el mundo secreto de la corrupción política como regla básica para ascender y la paciencia para esperar el premio político a la complicidad del silencio».
Nunca como hoy son tan vigentes estas leyes con un presidente que nos ha demostrado que solo quiere gobernar con el mismo grupo, que deja claro que su gabinete cambia sin cambiar, con personajes que lo mismo sirven para un barrido que para un fregado.
Una muestra del fracaso que se da a partir de gobernar con cuates está en los datos presentados por la organización civil Gestión Social y Cooperación, cuyos datos señalan que el 85 por ciento de los programas sociales del gobierno son opacos e ineficientes. Que estos representan el 55.6 por ciento del gasto público y no resuelven los problemas de pobreza y desigualdad.
La ineficacia del gobierno de los amigos del presidente se muestra en que en México, según datos del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, 5 por ciento de la población está subalimentada, es decir, no tiene suficiente comida; también de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, la tasa de pobreza en la población infantil de México es de 25.8 por ciento la tercera más alta de la organización y la tasa de mortalidad infantil es hoy de 13.3 por ciento, la más alta entre las naciones que la conforman.
Más designaciones a partir de amiguismos y facturas implican el riesgo de que el país mantenga esa tendencia al fracaso y hacerlas en instituciones como la Suprema Corte, entraña el riesgo de llevar a uno de los poderes del Estado a la sumisión y la incompetencia.
Hace falta en el Ejecutivo convicción de estadista y en los legisladores la independencia de criterio para que designación de los ministros. Que no se repita un proceso como el de Eduardo Medina Mora, que se ha judicializado y hoy enfrenta la impugnación en la propia segunda sala en la que está adscrito.
Melchor Ocampo, el ilustre liberal mexicano, en una carta en la que se refirió a Ignacio Comonfort, decía: «Los que tuvimos la necesidad de estudiar al actual presidente pudimos ver su falta absoluta de carácter, grado de convicciones y más que medianía de instrucción. ¿De dónde habría de venirle el impulso interior si le faltan convicciones? «Es triste ver que las bellas oportunidades que sin cesar ha presentado México, se hayan desvirtuado en manos tan incapaces».
La preocupación surge porque el presidente Peña Nieto adolece de los mismos males que quien lo antecedió hace siglo y medio y sus amiguismos están hundiendo a nuestra nación.
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