Por eso se les van

Por Guillermo Robles Ramírez
Los archivos de los tribunales eclesiásticos mexicanos son insuficientes para guardar los miles de solicitudes para la anulación de matrimonios religiosos, pues datan de muchísimos años dado el supuesto largo y minucioso proceso y estudio que esas autoridades hacen de cada petición.

Hay mujeres y hombres que llevan esperando diez y hasta 15 años a que se resuelva su caso o sea la cancelación del matrimonio por la iglesia, para volver hacerlo con la nueva pareja. Y, los hay a quienes jamás les resolvieron y mejor fallecieron.

Aquí mismo en Coahuila, existen decenas y hasta cientos de solicitudes sobre el particular que no les ha tocado su turno de revisión y análisis para dar una respuesta y poner fin a la tramitología que hay que cumplir y sobre todo, porque no se cuenta con personal suficiente, así como a la necesidad de llevar a cabo una serie de audiencias de testigos, verificar la autenticidad de los testimonios presentados para tener derecho a esa anulación y sobre todo, que en la medida en que llevan de años de casados los solicitantes, involucra y obliga más requisitos, documentos y pruebas.

En muchos de los casos, ni tan siquiera la amistad que se pueda tener con los sacerdotes integrantes de los tribunales eclesiásticos ni una recomendación, abren las llaves y las puertas para agilizar el caso, al menos para mexicanos común y corrientes que llevan años esperando se revise su caso.

Gran parte de esas solicitudes de anulación del matrimonio religioso son de mujeres y hombres jóvenes, de contrayentes con pocos meses o años de haber estado frente al altar recibiendo los anillos, el tradicional lazo, la bendición del sacerdote y todo lo que esta respetuosa y tradicional ceremonia religiosa involucra.

Las razones van desde el hombre que a la mera hora o sea en la luna de miel, resultó “suavecito” o bien como también se les dice “rarito” por no recurrir a palabras ofensivas o que le “quedó grande la yegua” e igual porque el “jovenazo” salió golpeador, incumplido con el “chivo”, celoso, agresivo, mantenido, mandilón, con síndrome de “mamitis”. En fin, no faltan argumentos del recién casado que se da cuenta de que la muchachona salió algo o mucho de “ojo alegre”, así como que es muy sociable y sigue viendo al novio de sus sueños y a quien “cambió” porque no le vio “patas para jinete”, hablando de posición económica.

Los pretextos y razonamientos no faltan, cada quien los expone según su óptica y conveniencia y como lo mismo en las mujeres que en los hombres no falta la vanidad y quieren volver a casarse por la iglesia, cuando en el altar frente a las once mil vírgenes se recalca que “el matrimonio religioso es hasta que la muerte los separe”, en consecuencia los menos pensantes damos por hecho que el privilegio de casarse dos ocasiones frente al altar es para las viudas o viudos, aunque hay que reconocer que la iglesia católica cada vez es más liberal, abierta a sus intereses y “demócrata”, olvidando que en tiempos muy lejos, se llegó a negar el doble matrimonio religioso a reyes, nobles, etc., provocando la creación de otras iglesias y religiones.

Los tiempos cambian, eso es indudable y más cuando los interesados en repetir su boda religiosa pesan en poder político o económico, no habiendo larga espera para ellos ni pretextos, menos edades y lo peor, teniendo más cola que una zorra.

¿Será por eso, que cada vez se reduce más el círculo de fieles a las iglesias católicas, que son menos quienes se interesan en asistir a misa, así como los padres con hijos menores que se esfuerzan por acercar a sus pequeños al catecismo?; ¿será por eso y otras cosas más, que se les van los fieles de las iglesias católicas?. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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