El lunes pasado platiqué en el programa de radio “El Poder de la Palabra” con María Elena Morera, presidenta de Causa en Común. El tema fue una pregunta que nos hemos formulado constantemente: ¿Tenemos la policía que merecemos? La respuesta fue tajante con un rotundo NO.

Pero no es culpa directa de los uniformados, a quienes en muchos casos no les ha quedado de otra más que trabajar de servidores públicos y quienes representan el último eslabón de la cadena.

Viajando en el transporte público del Estado de México, me tocó presenciar una escena digna de una película de Luis Buñuel, quizás de “Los Olvidados”, donde se muestra la miseria, no solamente por dinero:

Un oficial de policía de tránsito, regordete, con gafas para sol y mal encarado, que por cierto siempre hace su “agosto” pidiendo cooperación de 10 pesos por autobús, microbús, para que los camiones tomen un atajo y se ahorren unos semáforos.

El policía se hacía acompañar por su hijo, de alrededor de 10 años, vestido muy similar al padre, gafas, regordete todo lo que la genética no puede esconder, abre la puerta el operador de autobús y resuena la voz del agente, mientras su pequeño vástago trabajosamente sube las escaleras, “órale mijo, pídale el entre, sino dígale que ya sabe, se lo va a chingar”, dicho lo anterior, el chofer tomó dos monedas de diez pesos y se las entregó al menor, mientras chofer y policía reían festejando la gracia de su hijo.

La reflexión es evidente, mientras no se rompa el círculo vicioso de corrupción y sobre todo creer que es algo natural en la sociedad mexicana, las cosas no cambiarán, no se podrá devolver la confianza a la ciudadanía con servidores públicos que se corrompen por unos pesos, pero que son el final de la cadena. El inició son los mandos que se formaron con las leyendas como la de Arturo Durazo Moreno y los políticos que usan como cajas chicas a las corporaciones.

“Es una falta de decisión de los gobernadores el que podamos tener una buena policía en los estados, que nos dé seguridad, a la cual respetemos y podamos vivir en paz”, dice Morera y es que la erradicación de la corrupción y tener buenas policías terminaría con un jugoso negocio donde ganan unos cuantos y pierde toda la sociedad.

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