No más ellos saben
Por Guillermo Robles Ramírez
La crisis económica que, en diferentes épocas, ha vivido México en los últimos diez años, ha hecho más productivo y abundante el negocio del agio. Por eso, con mayor regularidad nos enteramos de casos realmente patéticos en los que una familia llega a perder su único patrimonio, que es la casa por préstamos cuyos montos o cantidades son risibles e inconcebibles.
El problema, sufrido por aquellos que por una u otra situación han tenido necesidad de dinero para remediar un mal urgente, es que no se ve a su alrededor más allá que la facilidad de que uno de esos agiotistas o buitre está prestando el dinero que los sacara de apuro y por ello, es fácil caer en las manos de uno de estos voraces prestamistas.
Esa necesidad los lleva a firmar sin leer documentos sin fecha de caducidad o vencimiento que, en muchos de los casos, aunque se lean las condiciones y obligaciones que implica el recibir dinero prestado de un particular, de todos modos, caen en las garras de los agiotistas porque no hay otra forma de resolver el problema.
Si vemos fríamente el tema, nadie tiene la culpa más que quien firma; y como dirían muchos, por no ver y fijarse qué se firma, después andan sufriendo las consecuencias. Hay mucha razón en esto, pero también no podemos negar que la necesidad es la necesidad.
Hace cosa de 18 años atrás, nuestros diputados locales coahuilenses aprobaron una ley que regula y busca sancionar la usura, precisamente para proteger a quienes por necesidad recurren a préstamos de particulares y que en verdad es porque no son sujetos a crédito para los bancos.
Esa Ley, de la que solo conocen los diputados que la hicieron porque no hay preocupación y mucho menos interés de difundirla, y si no lo hicieron en su tiempo menos en los actuales; sin embargo, es una ley que vale la pena repasar, ya que fija interesantes aspectos como el crédito con intereses bajos o porcentaje el cual se debe prestar y que no puede ser arriba del que cobran los bancos, así como otros aspectos más que importantes, proteccionistas para quienes piden prestado que antes de esa ley estaban en manos de los agiotistas.
Empero, insisto, es necesario que ese tipo de leyes se difunden entre la sociedad para que parte de ella no caiga en las garras de los agiotistas.
Sería sano y muy benéfico que los legisladores coahuilenses se preocupen más en exigir ante quien lo tengan que hacer, que se dé mayor difusión a estas leyes positivas y benéficas para muchos ciudadanos porque de otra manera son letras muertas y, de hecho, solamente unos cuantos saben de su existencia. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org
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