Los pecados de la Iglesia
Por Guillermo Robles Ramírez
Durante años se le ha señalado a la Iglesia de evadir el pago de impuestos. Hay políticos quienes aseguran que desde el siglo XIX no pagan ni un solo peso siendo sus ingresos como un agujero negro en donde todo desaparece para ir a dar al Vaticano.
Existen representantes de la Iglesia en nuestro país quienes opinan lo contrario asegurando que, como cualquier ciudadano común, no están exentos de éstos en donde los servicios religiosos que ofrecen reportan el dinero a la Secretaria de Hacienda porque tienen una personalidad jurídica como las Asociaciones Religiosas.
En pocas palabras aseguran que todo lo que entra se hace un recibo y si hay algo que pagar simplemente cumplen con lo estipulado por la ley. Hay sacerdotes que incluso aseguran que los recursos obtenidos sirven para cubrir sueldos, seguros médicos de los empleados, mantenimiento de templos, manutención de sacerdotes y además se tiene a Cáritas como un organismo de apoyo social en donde también ayudan a parroquias que tienen pocos ingresos, el mantenimiento de Seminarios, Obispado, edificios históricos entre otros más.
En apariencia suena como todo un buen negocio próspero, pero sin lucro, en donde el poder de la Iglesia puede crecer a lado de su mejor aliado que es el servir y la caridad.
Lo que sí es cierto que hay de todo en el rebaño del Señor. La mayoría de las iglesias no se encuentran registradas ante el SAT o bien no cuentan con su cédula de identificación fiscal, impidiendo hacer un reporte anual de cómo se manejaron sus donaciones e ingresos por concepto de limosnas o cualquier otro tipo de servicio religioso.
Es una lástima que la misma Iglesia no ponga en práctica lo que pregona a sus feligreses como es la honestidad, trasparencia y ser buen cristiano o católico en responsabilizarnos dentro de las normas de una sociedad.
Y es muy fácil poder señalar aquellas iglesias o parroquias que no cumplen con sus obligaciones fiscales. Si no pregúntese cuándo la capilla, parroquia o iglesia a la que acude le ha entregado alguna factura por el concepto de un bautizo, confirmación, clases de catecismo, quince años o simplemente para una boda. Y qué hay con respecto a la recoleta de dinero por concepto de limosna que se hace cada vez que oficializan una misa. Acaso le entregan un ticket o un recibo por los diez pesos o veinte.
Probablemente, la Iglesia dirá que en cada caso, exceptuando la recolecta de dinero durante la ceremonia de una misa normal, entregan recibos, pero éstos carecen de valor fiscal en donde en ninguno de los casos no reúne ni el mínimo de los requisitos fiscales.
Si bien es cierto en el supuesto que algunas iglesias cumplen con sus obligaciones fiscales, simplemente declaran a la buena voluntad de Dios y el resto aplican el dicho popular, “Benito, que te necesito” y no precisamente refiriéndose al Santo.
Pero el Servicio de Administración Tributaria anda suelto como el demonio en busca de todo aquel pecador que no paga impuestos se dice y se contradice al tener ubicado a las más de diez mil Asociaciones Religiosas en México, en donde aseguran que no están obligadas a pagar impuestos, pero sí en llevar una contabilidad electrónica como cualquier contribuyente.
Esta obligación fiscal es ciega ante los ojos de Dios y los mortales, dejando a la Iglesia en manos de Lutero y un ejemplo para aquellas comunidades religiosas sin ánimo de lucro de pagar algún tipo de impuesto, ya que mientras no sean consideradas como una personalidad fiscal sin ninguna actividad mercantil.
No olvidemos que a la recaudación que hacen todas las Iglesias, permitió construir lo que hoy se conoce como uno de los imperios más ricos del mundo, es decir, el Vaticano, quien posee participaciones en grandes corporativos y multinacionales empresas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org
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