Libia: caos y estampida
La Habana (PL) El destino inmediato de Libia es tan incierto que ningún observador osa predecir hacia dónde marcha ese país, tan organizado y estable antes de la conspiración que derrocó y asesinó hace tres años al éxlíder Muamar Gadafi.
Desde que se concretó el complot, el cual algunos trataron de camuflar con una pretendida búsqueda de un modelo democrático de corte occidental, el país continúa a la deriva porque facciones cómplices, directas o indirectas del magnicidio y del desmontaje de la Jamahiriya, hoy pelean entre sí por cuotas de poder.
Eso es un lastre que al parecer será difícil de eliminar en las condiciones de ese país petrolero, donde no transcurre un día sin violencia y la muerte actúa como un componente más de su cotidianidad, así de simple y trágico.
Actualmente, uno de los más señalados casos en medio del caos son los combates que desde hace dos semanas ocurren por el control de la terminal aérea internacional de Trípoli, la capital del país, los cuales se informó este lunes persistían, pese a un peligroso incendio en un cercano deposito de gasolina impactado por un misil.
Medios de prensa añadieron que los enfrentamientos por la posesión del aeropuerto ya causaron 97 muertos y 404 heridos, desde el pasado 13 de julio, cuando milicias de la localidad de Misrata lanzaron la operación Fayer para arrebatárselo a las brigadas de la zona de Zintán, que controlan esa instalación hace tres años.
En ese ámbito, un ejemplo claro del nivel de peligro que corre la población civil y el cual complementa el perfil de ese Estado magrebino es que el pasado sábado, 23 trabajadores egipcios perecieron cuando un cohete destrozó su vivienda en la zona capitalina.
El desasosiego generado por la constante escalada de tensiones llevó al gobierno de Estados Unidos a evacuar su embajada en Trípoli, de donde trasladó a sus más de 150 funcionarios a Túnez, lo cual transparenta que Washington está sufriendo también por las inconsecuencias del monstruo creado por Occidente.
Pero la estampida no fue sólo estadounidense, ayer el Ministerio de Asuntos Exteriores de España recomendó a sus nacionales en Libia que la abandonen inmediatamente ante el grave deterioro de la situación de seguridad, especialmente en su capital, Trípoli, y los alrededores.
Por su parte, el gobierno francés pidió a sus compatriotas salir de allí lo más rápido posible debido al incremento de la inseguridad en ese país norafricano.
Un comunicado el Ministerio de Exteriores galo precisa que «teniendo en cuenta el deterioro de la situación de seguridad, Francia pide a sus nacionales que salgan de Libia».
Por su parte, Italia, la exmetrópolis, puso en marcha un plan de evacuación para posibilitar la salida del país a los italianos que lo deseen. Se prevé extender ese propósito a ciudadanos de otras nacionalidades, quienes presumiblemente ahora se sientan atrapados en una situación peligrosa por la multiplicación de la violencia.
«La ministra de Asuntos Exteriores italiana, Federica Mogherini, ha puesto en marcha un plan de evacuación para permitir salir de Libia a los ciudadanos que lo deseen, a raíz de la escalada de violencia en aquel país», subrayaron los medios de prensa.
Sin dudas, la destrucción del Estado libio de la era Gadafi ahora cobra su saldo y mientras unos mueren por la ambición de la riqueza del país, otros no tienen más opción que escapar del infierno.
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