Las caras del racismo en el deporte mundial

La Habana, (PL).- El deporte mundial, sometido a una terapia intensiva, trata de paliar los grandes traumas producidos por el racismo que extiende su telaraña con prepotencia y diferentes rostros.
Ni las penalidades impuestas, morales y monetarias ni pronunciamientos institucionales ni otras formas de repudio generalizado, han detenido a ese flagelo, victimario de la comunidad deportiva internacional.
Cada día el racismo exhibe sus manifestaciones y enmascaradas y públicas, arremeten contra del desarrollo armónico del hombre y de una sociedad pacífica comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana.
Baloncesto, tenis, fútbol, entre otras disciplinas deportivas, atesoran sus «experiencias» de discriminación racial en salas y terrenos de juego, como punta de lanza de fanáticos xenófobos dispuestos a empañar los mejores valores del deporte, el respeto al adversario, el juego limpio y el trabajo en equipo.
FUTBOL EN LA MIRILLA
El balompié es una de las víctimas más aguijoneadas. Sobre todo en Europa donde la cantidad de jugadores negros y latinos, dotan de colores sus ligas nacionales.
Muy recientemente, el exentrenador Arrigo Sacchi provocó una polémica pública al decir que el fútbol de Italia carece de dignidad e identidad porque tiene muchos jugadores negros en sus categorías juveniles.
«No es posible que tengamos equipos con 15 extranjeros en nuestros equipos juveniles. Alinear con jugadores foráneos en ese nivel provoca la pérdida de nuestro orgullo y nuestra identidad nacionales», señaló el ex seleccionador de 68 años.
El mundo recuerda aún uno de los casos más publicitados: el del camerunés Samuel Eto’o en el estadio español de La Romareda, en 2006.
Tras recibir insultos por su raza y color de piel, el futbolista africano se plantó y dijo. «Me voy, no juego más». La frase marcó un antes y un después.
La Unión Europea, pidió a la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol que «considerara la posibilidad de imponer sanciones a las Ligas nacionales y los clubes cuyos seguidores o jugadores incurran en insultos racistas graves, y la posibilidad de expulsar de sus competiciones a los reincidentes»
Sin embargo, algunos hechos ya históricos también definen posturas medulares contra el racismo en el deporte.
En los Juegos Olímpicos de México-1968, los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos aprovecharon sus puestos de podio para levantar sus puños con guantes negros como una señal de repudio a los acontecimientos racistas que se vivían en los Estados Unidos.
Y más recientemente, el ejemplo del lider surafricano Nelson Mandela que entre las políticas emanadas de su Gobierno, abrazó al el rugby como herramienta para acabar con el apartheid en su país.
Muhammad Ali (Classius Clay), la mayor leyenda del boxeo mundial, sufrió en carne propia la hostilidad por el color de su piel y como consecuencia de ello arrojó al río Ohio la medalla de oro que había ganado en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960.
LA INDIFERENCIA DE PELE, ¿ARMA CONTRA EL RACISMO?
Tras recibir críticas por minimizar el problema de la discriminación racial en el fútbol, el astro mundial Pelé (Edson Arantes Dos Nascimento) insistió en una entrevista «que si no se les prestara tanta atención, estos hinchas bandidos acabarían desapareciendo».
Consideró Pelé que se le prestaba demasiada atención «a esos locos que van a los partidos, que no son hinchas, son bandidos. Si yo me hubiera peleado todas las veces que me llamaron ‘negro’ en Estados Unidos, en América Latina y en Brasil, aún estaría con juicios por todo el mundo», recordó ‘O Rei’, de 74 años..
Para su compatriota Ronaldo esas declaraciones fueron desastrosas, y de hecho defendió la tesis de que ignorarlo no es la mejor forma de combatir al racismo.
Si una persona sufre un acto de ese tipo, tiene que denunciarlo, tiene que hacer valer sus derechos ciudadanos, afirmó el exjugador de Real Madrid y campeón del Mundial Japón-Surcorea-2002.
Los últimos casos de racismo han indignado a los fanáticos del fútbol brasileño, y en el Gigante Suramericano esos actos son penados con la cárcel.
Sin embargo, los 14 años de ausencia de las tenistas estadounidenses Serena y Venus William, del torneo de Indian Wells, California –en respuesta a una sonada rechifla catalogada por ellas de racista–, pone encima de la mesa una carta de enfrentamiento a toda manifestación discriminatoria.
Serena anunció muy recientemente que este año volverá a los terrenos del certamen californiano tras una larga noche, pero declaró que el trasfondo de racismo fue doloroso, confuso e injusto, criticó Serena en su momento.
La agenda más reciente de esas manifestaciones hostiles se repleta cada día con situaciones que exhiben distintas caras o formas de expresarse, pero que persiguen un mismo fin.
SOMBRAS SOBRE LA NBA
También en la Asociación Nacional de Baloncesto de los Estados Unidos (NBA, por sus siglas en ingles) las situaciones creadas por el racismo tiene su espacio protagónico.
Donald Sterling, empresario dueño de los Clippers, provocó un auténtico escándalo por unos supuestos comentarios racistas a su novia filtrados por la prensa que investiga a la NBA.
En la conversación, Sterling recrimina a su pareja para que no se haga fotos con personas de raza negra y con el exjugador afroamericano Magic Johnson. «¿Por qué te haces fotos con minorías?», pregunta Sterling en la conversación, en la que pide a su novia, de ascendencia mexicana, que no lleve a personas negras a los partidos de los Clippers.
Debido al revuelo provocado por el comentario xenófobo, la NBA ha abierto una investigación para determinar la veracidad de esos comentarios.
«Son preocupantes y ofensivos», indicó en un comunicado el portavoz de la entidad, Mike Bass.

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