La violencia y el silencio amenazan a mujeres europeas
La Habana (PL) Mientras una de cada tres mujeres europeas, cerca de 62
millones, sufre agresiones físicas o sexuales, el silencio de víctimas y testigos continúa siendo uno de los mayores obstáculos para la erradicación de ese fenómeno.
El temor, la inseguridad y el desconocimiento o ausencia de
alternativas fiables para denunciar esos delitos, atenta contra la
identificación de la cifra exacta de casos y dificulta los intentos de
organizaciones humanitarias de prevenir y disminuir la violencia contra las féminas.
Pese al creciente interés de gobiernos y organismos internacionales
en la lucha contra abusos de ese tipo, los esfuerzos no son suficientes y la dimensión de esa problemática resulta cada vez más alarmante, al tiempo que alerta sobre la necesidad de un mayor compromiso de las autoridades y la sociedad en su conjunto.
«Las mujeres no están seguras ni en su casa ni en su trabajo», advirtió Blanca Tapia, portavoz de la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea, situación que debería ser una excepción y no la regla.
LA CRUDA REALIDAD
Según una investigación de la FRA, alrededor del 67 por ciento de 42 mil encuestadas de todo el llamado Viejo Continente confesó no haber reportado a la policía agresiones por sus parejas.
La investigación también concluyó que una de cada cinco féminas desconoce qué hacer o a dónde dirigirse en caso de sentirse amenazada.
Tal escenario apunta hacia la importancia de las campañas y programas de información y educación sobre el tema y la necesidad de ofrecer espacios de ayuda que brinden confianza y seguridad tanto a las personas afectadas como a quienes presencian esos crímenes.
No obstante, según datos ofrecidos por ONU Mujeres, solo el 14 por ciento de los agresores es juzgado por un tribunal europeo, lo cual resulta preocupante y llama la atención sobre la eficacia de los mecanismos implementados para acabar con la impunidad de los culpables.
«La cruda realidad es que la mayoría de las mujeres y niñas víctimas de violencia no tiene a dónde acudir, sobre todo, si son pobres, pertenecen a grupos excluidos y vulnerables, son inmigrantes o viven en áreas rurales», señaló Lakhsmi Puri, Directora Ejecutiva Adjunta de ese organismo.
Paradójicamente, muchos de esos casos son detectados en países con alto nivel de desarrollo y defensores de la prosperidad y el progreso.
De acuerdo con la FRA, Dinamarca, Finlandia y Suecia se encuentran entre los Estados europeos donde se reporta mayor cantidad de agresiones contra las féminas de cualquier edad.
Sin embargo, la lista de territorios en esa situación pudiera aumentar si se tuvieran datos más fieles a la realidad de naciones como Bulgaria, Hungría, Luxemburgo, Letonia y Eslovenia, donde escasean las encuestas con preguntas directas a las mujeres sobre posibles agresiones en su contra.
PREVENIR Y NO LAMENTAR
Según especialistas y estudiosos sobre la temática, la verdadera
solución al problema comienza por la prevención de las manifestaciones de violencia, incluida la psicológica, sufrida por el 43 por ciento de las entrevistadas por la FRA.
«La prevención es la única manera de impedir que las agresiones ocurran. Esa fase comienza desde temprano: en la educación ofrecida a los niños y los valores promovidos por escuelas y medios de comunicación», aseveró Puri.
La representante de ONU Mujeres abogó, además, por la inversión de
recursos en la formación de las niñas, la implementación de iniciativas para garantizar el respeto a sus derechos e incorporarlas a las esferas económica y política de sus países.
En un informe presentado ante el Parlamento Europeo en 2011, esa entidad lamentó que, pese al reconocimiento de la violencia contra las féminas como «inquietud prioritaria» de muchos gobiernos, todavía existe una gran diferencia entre las promesas en función de su erradicación y los esfuerzos reales de muchas naciones.
«Se puede hacer mucho más -afirmó en marzo de este año la diputada
búlgara Antonyia Parvanova-. Hay que dar pasos efectivos, poner en marcha medidas eficaces. Las campañas deben iniciarse desde la infancia: después de los primeros siete años es demasiado tarde para hablar de igualdad de género y educar a los jóvenes en ella».
El bloque comunitario insistió en la necesidad de establecer normas
comunes a sus 28 miembros, con el propósito de combatir la violencia y
explotación de sus mujeres.
No obstante, mientras continúe el silencio de las víctimas y la complicidad por omisión de esos delitos, millones de niñas crecerán marcadas por los golpes, los abusos y la discriminación.
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