La de picos es mejor

Muy a pesar de las modas o tendencias que impone la sociedad ante cualquier situación existen tradiciones que son más fuertes sobre lo que está de moda.

Un ejemplo de ello están las famosas piñatas que nunca faltan en estas fiestas navideñas, en donde no faltan las ocurrencias mexicanas en donde todavía hasta el año pasado la figura de la piñata teibolera predominaba su venta y en este año lo superó la de Donal Trump, pero no lo suficiente para desplazar la tradicional piñata de picos.

El origen de las piñatas en México comienza con los colonizadores españoles. El significado de la piñata es el siguiente: la piñata es el diablo y sus picos los 7 pecados capitales.

Un niño con los ojos vendados y su palo es la Fe ciega e inquebrantable, listo para vencer al diablo, que es romper la piñata. El contenido de la piñata son todas las bienaventuradas que se ganan al vencer al diablo.

La tradicional piñata que se acostumbraba en nuestro país desde hace muchos años es la estrella de siete picos que significa los pecados que se cometieron cuando fue crucificado Jesús.

Tradición que viene desde los primeros evangelizadores que llegaron a México quienes se enfrentaron a una forma de vida totalmente diferente a la que ellos practicaban.

La conquista fue no solo el adueñarse de los territorios de la recién descubierta América, también fue la imposición del idioma, los hábitos y costumbres españolas, y entre otros favores: ¡La religión!

Para los evangelistas no fue fácil cambiar toda la ideología politeísta de las distintas etnias que poblaban “las indias”, así que tuvieron la necesidad de crear estrategias para enseñar los misterios de Dios a los indígenas.

Uno de los dogmas más complicados fue el del pecado y la manera en que Satanás nos tienta, de cómo debemos ser fuertes para vencerlo y así hacernos acreedores de los beneficios celestiales. Y con este enorme peso a cuestas los frailes franciscanos encontraron la respuesta: Una piñata

Diseñaron una olla de barro rodeada de papeles de colores en forma de estrella, donde cada uno de los picos representados los pecados capitales, y que sube y baja del cielo (por eso la forma de estrella) pero molesta la gente….la toca ….la tienta!

Hay que darle ¡duro!, vencer la tentación, romper el mal, poner toda nuestra energía y nuestra concentración en acabar con él. ¡Pero no es fácil! El pecado nos ciega los ojos, les pone una venda y son nuestros compañeros, amigos, familiares, es decir, el prójimo-próximo, quien nos guía a través de sus consejos para romper con el mal.

¡Dale, dale, dale!..¡arriba..abajo!, ¡duro..duro!..!rompela..rómpela!.. son algunos de los gritos de quienes acompañan al que le toca romper la piñata y cuando alguien bien guiado ha hecho caso al clamor popular, ¡se rompe la piñata!

Y del cielo caen las bendiciones que llueven sobre nosotros por haber hecho pedazos al pecado y saliendo frutas, dulces, juguetes, alegría inmensa que nos llena de dicha y felicidad. Esto quiere decir que el mal esta derrotado, Dios está con nosotros, los evangelizadores cumplen con su tarea y los mexicanos gozamos una de nuestras tradiciones más divertidas.

La piñata se ha transformado como toda la cultura popular, y ha cambiado su forma hasta adquirir diversas formas, pasando de la tradicional estrella a ser conejo, perrito, zanahoria, betabel, piolín, pokemon, la princesita, el burro y hasta ahora aquellas que han tenido mucha demanda: las piñatas teiboleras.

Pero en épocas decembrinas regresa la piñata con la forma tradicional en donde unas están más lucidoras que otras con su diferente papel mache convirtiéndose no solo el anhelo de cualquier niño sino también la de adultos.

De cartón o de barro, en época de posadas o en pleno verano, estrella o animal, las piñatas seguirán siendo por muchos años más una feliz referencia a las tradiciones mexicanas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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