LA MISIÓN REFORMADORA DE FRANCISCO, VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL CIBERESPACIO

El papa Francisco ha pedido a los políticos y a los creadores de opinión que cuiden su lenguaje para no alimentar “las llamas de la desconfianza, del miedo y del odio”. De igual forma, ha dado un toque de atención a “los pastores” de la Iglesia católica: “Cómo desearía que nuestro modo de comunicar nunca expresara el orgullo soberbio del triunfo sobre el enemigo, ni humillara a quienes la mentalidad del mundo considera perdedores y material de desecho”.

En el transcurso de un mensaje emitido con motivo de la Jornada de las Comunicaciones Sociales, Jorge Mario Bergoglio ha advertido sobre la creciente agresividad del “lenguaje de la política” y ha hecho un llamamiento “a cuantos tienen responsabilidades institucionales, políticas y de formar a la opinión pública” para que “estén siempre atentos al modo de expresarse”, sobre todo cuando se refieran “a quien piensa o actúa de forma distinta, o a quienes han cometido errores”. Francisco les pide que, en vez de fomentar el miedo y el odio, tengan “la valentía necesaria para orientar a las personas hacia procesos de reconciliación”.

El Papa se ha referido a la comunicación a través de las redes sociales. “También los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales o los foros”, ha manifestado, “pueden ser formas de comunicación plenamente humanas. No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición”. De ahí que Bergoglio haya añadido: “Las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos. El entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral”.

El Papa ha pedido un esfuerzo por explorar “el poder que tiene la comunicación para tender puentes” y a usar “la misericordia” para devolver la paz a familias y comunidades. “Todos sabemos”, ha explicado, “en qué modo las viejas heridas y los resentimientos que arrastramos pueden atrapar a las personas e impedirles comunicarse y reconciliarse. Esto vale también para las relaciones entre los pueblos”.

Al coincidir su mensaje con la celebración del Jubileo de la Misericordia, Francisco ha traído a colación un pasaje de El mercader de Venecia, de William Shakespeare: “La misericordia no es obligatoria, cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición: bendice al que la concede y al que la recibe”.

APOYO A LA MIGRANTES

Durante su recepción anual al cuerpo diplomático, el papa Francisco ha pedido a Europa que no renuncie al “espíritu humanista que siempre ha amado y defendido” y siga dando acogida a “las miles de personas que lloran huyendo de guerras espantosas, de persecuciones y de violaciones a los derechos humanos, o de la inestabilidad política o social que hace imposible la vida en la propia patria”. Según Jorge Mario Bergoglio, hay que «vencer el miedo inevitable ante un fenómeno tan imponente» porque “Europa tiene los instrumentos necesarios para encontrar un justo equilibrio entre el deber moral de tutelar los derechos de sus ciudadanos, por una parte, y, por otra, el de garantizar la asistencia y la acogida a los emigrantes”.

Durante un largo y profundo discurso en el que ha repasado sus viajes durante 2015 y la situación política mundial, el Papa ha reflexionado ante los embajadores acreditados ante la Santa Sede sobre “la grave emergencia migratoria”. Y lo ha hecho, en primer lugar, recordándoles que no se trata de un fenómeno nuevo. “Toda

la Biblia nos narra”, ha dicho, “la historia de una humanidad en camino, porque el estar en camino es connatural al hombre. Su historia está hecha de tantas migraciones, a veces como fruto de su conciencia del derecho a una libre elección; otras impuestas a menudo por las circunstancias externas”.

Y a éstas se ha referido Bergoglio situando al emigrante, incluso, como ejecutores de un viejo mandato: “También hoy como entonces, escuchamos la voz de Jacob que dice a sus hijos: “Bajad y comprad allí el grano para nosotros, a fin de que sobrevivamos y no muramos”. Es la voz de los que escapan de la miseria extrema, al no poder alimentar a sus familias ni tener acceso a la atención médica y a la educación, de la degradación, porque no tienen ninguna perspectiva de progreso, o de los cambios climáticos y las condiciones climáticas extremas. Todos saben que el hambre sigue siendo, desgraciadamente, una de las plagas más graves de nuestro mundo, con millones de niños que mueren cada año por esa causa”.

El papa Francisco también ha subrayado ante los diplomáticos que “gran parte de las causas que provocan la emigración se podían haber ya afrontado desde hace tiempo”, y que “así se podrían haber evitado o, al menos, mitigado sus consecuencias más crueles”. No obstante, el Papa les ha pedido que “no se acostumbren al drama de tantas personas” y que, “antes de que sea demasiado tarde”, insten a sus Gobiernos para que “pongan en discusión costumbres y prácticas consolidadas, empezando por los problemas relacionados con el comercio de armas, el abastecimiento de materias primas y de energía, la inversión, la política financiera y de ayuda al desarrollo, hasta la grave plaga de la corrupción. Jorge Mario Bergoglio ha pedido que no se deje solos ni a los países en guerra o víctimas de hambrunas ni a aquellos “que se encuentran en primera línea, especialmente Turquía y Grecia”. Y ha añadido: “Deseo expresar un agradecimiento especial a Italia, cuyo firme compromiso ha salvado muchas vidas en el Mediterráneo y que, incluso en su territorio, se ocupa de un ingente número de refugiados”.

Bergoglio dice ser consciente de que, además de la magnitud del éxodo y de sus problemas asociados, “son igualmente relevantes los temores sobre la seguridad,

exasperados sobremanera por la amenaza desbordante del terrorismo internacional”. Pero también ha advertido de que “el extremismo y el fundamentalismo se ven favorecidos, no solo por una instrumentalización de la religión en función del poder, sino también por la falta de ideales y la pérdida de identidad, incluso religiosa, que caracteriza dramáticamente al así llamado Occidente.

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