Hillary Clinton, Bengasi y la imparable carrera hacia la Casa Blanca
La Habana (PL) Hillary Clinton se mantuvo serena, rebatió cada
imputación del panel especial de la Cámara de Representantes y pareció dejar en ridículo a quienes intentan achacarle la culpa por el ataque contra el consulado estadounidense en la ciudad libia de Bengasi.
Pese a la aspereza del encuentro, no cometió errores y nunca alzó la voz, comentó el diario The New York Times al hacer una primera evaluación del encuentro.
En cambio, fueron los propios miembros del panel quienes se
trenzaron en fuertes discusiones que dejaron a la exprimera dama como simple espectadora.
La audiencia del 22 de octubre en el Congreso concitó inusitada atención mediática dadas las reales posibilidades de la exsecretaria de Estado (2009-2013) para convertirse el año próximo en la primera presidenta de Estados Unidos.
Frenar su empuje en las encuestas es, para la mayoría republicana en ambas cámaras del órgano legislativo, un esfuerzo de primer orden, aseguran analistas.
Las críticas arreciaron al trascender meses atrás que ella usó un email personal para cuestiones oficiales, lo cual avivó la polémica sobre presuntos fallos en la seguridad y trasiego de información confidencial.
DUELO DE GRITOS Y SIN PRUEBAS CONCLUYENTES
Los miembros del panel presidido por el congresista republicano de Carolina del Sur Trey Gowdy, trataron de hacer ver que Clinton abandonó su deber de garantizar la seguridad de la misión diplomática en Bengasi, lo que condujo al atentado del 11 de septiembre de 2012, cuando murieron cuatro funcionarios, entre ellos el embajador en Trípoli, Christopher Stevens.
Sin embargo, tras casi ocho horas de intercambio de preguntas y acusaciones, no pudo presentarse una sola prueba que incriminara a la exprimera dama, lo cual se dibuja como otra batalla perdida para los conservadores.
Desde el inicio del debate, desafió a los miembros del comité a basarse en hechos y no en opiniones partidistas.
Necesitamos un liderazgo que ponga como prioridad la seguridad nacional por encima de las políticas e ideología, insistió la exsenadora por Nueva York durante la primera parte de su comparecencia, en la que se mostró tranquila y muy segura de sí misma.
Al igual que durante sus últimos días al frente del departamento de Estado, cuando testificó por primera vez en el Capitolio, Clinton asumió la «responsabilidad» sobre lo ocurrido, pero a continuación dijo que ordenó de inmediato adoptar medidas con el fin de mejorar la seguridad del personal del departamento de Estado en el exterior.
Alertó que los diplomáticos «deben continuar representándonos en los sitios peligrosos» y que Stevens «entendía que no podemos impedir todos los ataques terroristas (…) debemos inevitablemente aceptar un nivel de riesgo».
Los conservadores la emplazaron por expresar cada vez menos interés en Bengasi en los meses antes de los ataques, como evidencia un exiguo número de mensajes de correo electrónico que envió sobre el tema.
La exjefa de la diplomacia rechazó la acusación, argumentando que en su oficina no tenía computadora y la gran mayoría del trabajo «no lo hice a través de emails, sino de reuniones, memos, gran cantidad de información clasificada, llamadas telefónicas seguras y entrando y saliendo de la Casa Blanca».
He perdido más horas de sueño en esto que todos ustedes, enfatizó, al tiempo que consideró doloroso escuchar que muchos pensaban que no hizo todo lo posible para proteger la vida de los funcionarios fallecidos.
Varios medios consideran que la audiencia se convirtió en un duelo de gritos y acusaciones mutuas entre republicanos y demócratas, sobre todo por el enfoque en los intercambios de correo electrónico de Clinton con Sidney Blumenthal, exasesor de su esposo, el expresidente William Clinton (1993-2001) y amigo personal.
Algunos legisladores sugirieron que Clinton dependía demasiado de Blumenthal para su información de inteligencia, que no prestó atención a los ataques diplomáticos previos y que incluso, desconocía la existencia de una misión estadounidense en Libia.
Ante tales cuestionamientos Elijah Cummings, el demócrata de más alto rango en el panel, acusó a Gowdy de hacer declaraciones inexactas y pidió ventilar todos los testimonios de Blumenthal, en medio de un acalorado intercambio que exasperó los ánimos en el Salón Longworth de la Cámara baja.
El presidente del panel cuestionó a los demócratas por buscar solo la revelación pública de las declaraciones de uno de los 54 testigos investigados por el Comité, y al cabo del intercambio verbal, el comité votó en contra de la divulgación.
A juicio de los demócratas, el énfasis de los republicanos en Blumenthal confirma que la investigación busca más que todo afectar políticamente a Clinton que encontrar la verdad sobre el atentado.
Tales suposiciones fueron reforzadas días atrás cuando el
congresista Richard Hanna, así como el líder de la mayoría en la Cámara baja, Kevin McCarthy, sugirieron que el objetivo de la interminable investigación es afectar la candidatura presidencial de la exfuncionaria del gobierno del presidente Barack Obama.
Aunque Gowdy salió al paso de tales declaraciones, al comité que dirige le resulta imposible desprenderse de las dudas sobre su imparcialidad y declarados propósitos de llegar a la verdad del asunto.
Una encuesta publicada por la televisora CNN, reveló que el 72 por ciento de los estadounidenses considera que el panel sobre Bengasi utiliza su misión investigadora con fines políticos, mientras solo el 23 por ciento cree que es conducido de forma objetiva.
Esta es la pesquisa número ocho del Congreso estadounidense sobre lo ocurrido en el consulado en la nación africana, extendida durante 17 meses y a un costo de más de 4,5 millones de dólares.
En total, el Capitolio celebró al respecto 21 audiencias a través de diferentes investigaciones. Como contraste, los sucesos del 11 de septiembre de 2001, donde murieron unos tres mil ciudadanos motivaron 22 sesiones especiales del órgano legislativo.
El más completo de los informes elaborados hasta ahora no halló responsabilidad directa por parte del departamento de Estado en los ataques, pero apuntó «fallas sistémicas» en la política de seguridad.
¿HILLARY PRESIDENTA?
Clinton compareció ante el Congreso avalada por un brillante
desempeño en el debate partidista del 13 de octubre en Las Vegas, Nevada; encabeza las encuestas para la candidatura de su partido y solidificó su posición luego que su potencial rival, el vicepresidente Joseph Biden, anunció que no aspiraría a la Casa Blanca.
Tales hechos cambiaron de manera drástica el panorama de semanas anteriores, cuando los sondeos revelaban una rápida caída de la popularidad de la exprimera dama, lo que alimentó especulaciones sobre la necesidad de que Biden anunciara la precandidatura.
Aliados de Clinton respiraron aliviados cuando el vicejecutivo declinó entrar en la liza, al considerar que habría sido el único que «realmente podría significar un escollo para las recaudaciones de dinero de la campaña».
Hasta los republicanos reaccionaron ante la clara evidencia de que su pelea por la Casa Blanca será contra el tándem de los Clinton.
Tanto el precandidato presidencial Donald Trump como el presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, lamentaron la decisión al considerar que «él (Biden) hubiera sido un candidato más formidable en las elecciones generales».
A menos que ocurra una catástrofe, Hillary puede considerarse ya como la candidata del Partido Demócrata, aseguró al diario digital The Hill un estratega de ese partido que ha sido bastante crítico con ella.
Neil Levesque, director ejecutivo del Instituto de Política del Colegio de Saint Anselm en New Hampshire, coincidió con esta apreciación. Esto significa que ella será la candidata demócrata a la presidencia. El proceso de nominación terminó, aseguró.
Expertos aseguran que en los últimos días, Clinton subió la parada dentro de la carrera electoral, al verter críticas contra la posible construcción del polémico oleoducto Keystone XL -criticado por ambientalistas- y el Acuerdo de Asociación Transpacífico, visto con malos ojos por sindicatos y líderes gremiales.
Tales posturas, explican, ayudó a granjearse el reconocimiento de grupos progresistas y de la izquierda del espectro político.
Su actuación del 22 de octubre en el Congreso también pudiera ser catalizada y convertir los ataques republicanos en nuevos votantes independientes, contrarios a las posturas conservadoras.
Por lo pronto, no pocos disimulan su entusiasmo ante la posibilidad de que en unos 15 meses el protocolo oficial lleve a cambiar el actual Míster president, por el yes, Madam president.
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