Graffiteach, una mirada hacia la pobreza infantil en Indonesia
La Habana (PL) Los pintores del proyecto social Graffiteach recorren parques públicos de Yakarta y dejan su huella de colores en las paredes de las instalaciones con el fin de atraer las miradas de los niños pobres de las calles.
Por el día trabajamos en el departamento creativo de una agencia de publicidad y por la noche pintamos en parques públicos de Yakarta; de hecho participamos en el Graffiteach, además, para enseñar matemáticas, ciencia, cultura e inglés a los pequeños sin recursos, explicó el organizador de la iniciativa, Ronny Pratama.
La idea, puntualizó el artista, es utilizar los grafitis para mostrar a esos niños que un mundo mejor es posible, estrechar la relación afectiva con ellos e intentar abstraerlos un poco de la situación de pobreza en la cual subsisten.
Los pequeños de las calles conocen perfectamente cada sitio de la ciudad, trabajan en lugares que están totalmente cubiertos de grafitis; pero en las paredes también hay carteles de mal gusto e incluso nombres de bandas delictivas; por lo cual Graffiteach pretende mostrarles un modo útil de hacer ese tipo de grabado, añadió Pratama.
Graffiteach nació en febrero de 2013, especificó el pintor en un material difundido en el Youtube, y en un año se completaron 20 grabados en los parque de Yakarta, una ciudad con 14 millones de habitantes y -según datos oficiales- alrededor de ocho mil niños trabajadores de las calles.
En el lenguaje común, afirmó, el grafiti es resultado de pintar textos abstractos en las paredes de forma libre, creativa e ilimitada, con la finalidad de expresar y divulgar un producto visual con alto impacto urbano.
Con grandes recursos naturales extendidos a lo largo de más de 17 mil islas, Indonesia se encuentra en un período de desarrollo y avance económico, pese a lo cual no se distribuyen los beneficios de manera equitativa entre sus 246 millones de habitantes.
El grupo más vulnerable, de acuerdo con criterios especializados, es el de los niños vagabundos o de las calles, los cuales sobreviven en condiciones insalubres y carecen del disfrute elemental de sus derechos, como recibir educación y asistencia sanitaria.
Pese al auge económico de Indonesia, que registró un crecimiento de más de cinco por ciento en 2013, un tercio de la población aún vive por debajo de la línea de pobreza.
La agencia de noticias Antara News especificó que muchos de los ocho mil niños residentes en la zona metropolitana de Yakarta nacieron allí o abandonaron sus hogares tras ser víctimas de la violencia doméstica, el abuso sexual o la pobreza.
En las calles, los menores de edad deben encontrar una manera de conseguir comida y dinero para sobrevivir en condiciones paupérrimas, mientras que la administración y organizaciones no gubernamentales han abierto centros de bienvenida para tales casos.
Pero los hogares de acogida de pequeños sin amparo familiar son insuficientes, añadió un reporte del diario The Jakarta Post, por la cantidad de menores deambulantes.
Muchos son reclutados en la calle por bandas de delincuentes y, como no tienen otra manera de ganar dinero y cubrir sus necesidades básicas, se drogan, prostituyen o roban.
Otro problema para los infantes de las calles es que en Indonesia la ciudadanía se adquiere por medio de los padres o por nacimiento en el territorio, y es necesario estar registrado ante las autoridades para ser reconocido como nacional.
Sin embargo, el registro de nacimientos en esta nación del sudeste asiático no es gratis y, por lo tanto, los padres con ingresos limitados obvian el procedimiento y privan a los menores de sus derechos.
Un censo realizado en 2012 en Indonesia reveló que más de la mitad de sus niños no están anotados en ningún registro civil.
La Cátedra de Sociología de la Universidad de Yakarta patentizó que esos infantes tienen dificultades para ejercer su derecho a la educación y a los beneficios sociales porque no aparecen debidamente identificados.
Un informe sobre el Estado Mundial de la Niñez, del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), reveló que por cada niña rescatada de las calles de Indonesia, centenares siguen atrapadas en la miseria y la prostitución como medio de vida.
La explotación sexual de menores está en ascenso -aclaró el organismo defensor de la niñez- y un tercio de los trabajadores sexuales indonesios tienen menos de 18 años de edad.
Entre las causas de la trata de menores de edad se incluyen la pobreza, la falta de oportunidades económicas, la baja condición social de las niñas, la demanda elevada de sexo comercial y la discriminación, entre otros, concluye Unicef.
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