Fanatismo o defensores

Por Guillermo Robles Ramírez

Se puede asegurar que más de la mitad de los mexicanos son generosos con la vida no humana, es decir, con la naturaleza siendo un 85.7 por ciento; resultado de la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado ENBIARE 2021; realizado por el INEGI; y el 73.4 por ciento de los mexicanos poseen algún tipo de mascota dentro de sus hogares, siendo el perro la mascota favorita con tan solo 43.8 millones de caninos.

En verdad da mucho gusto saber que, en México, la mayoría de nosotros sentimos empatía hacia la naturaleza, y otros seres vivos que no sean humanos, es decir, que están en contra del maltrato animal.

Sin embargo, no es suficiente tener esa parte afectiva hacia los animales ya que el maltrato también existe dentro de la irresponsabilidad de cada uno de quienes no hacen nada al respecto, o al menos, equivocadamente creen aportar algo para no maltratarlo.

Hablando en específico sobre la población canina, por ser el animal favorito para tenerlo como mascota dentro de los hogares; es muy cierto que existe un número muy considerable de perros callejeros en donde el maltrato de los canes inicia desde el momento en que son abandonados en calles, o plazas; así como se ha expuesto en repetidas ocasiones en las redes sociales.

Sus motivos pueden ser miles, aunque ninguno de estos signifique que sea justificable.

Ese mismo amor a los seres vivos no humanos, la ignorancia y la falta de recurso para construir albergues para mascotas, así como lo realizó el primer alcalde coahuilense de Ramos Arizpe, Chema Morales Padilla; algo que personalmente debería de hacer el resto de los ediles municipales, pero a la falta de todo esto, la gente cree que le están haciendo un bien a los perros callejeros poniéndoles agua y comida afuera de sus casas. ¡Peor eso sí! No los adoptan sino los prefieren que se encuentren sueltos, entre las calles.

Esta irresponsabilidad lo único que ha provocado es que los mismos perros callejeros tengan más crías, expandiéndose a la falta de cuidados como son sus respectivas vacunas, desparasitación, etc., y todo un concepto equivocado e infundado que se tiene sobre las perreras municipales, pues aseguran que son lugares insalubres, y directo a que los sacrifiquen porque como no tienen dueño nadie los reclama.

Esa falta de información y cultura para la adopción de perros, pensando que están mejor en las calles, ha sido el principal error cometido por la misma sociedad; representando actualmente un problema de salud pública no solamente para el ser humano, sino para otras mascotas que se encuentran dentro de los hogares.

Tan solo en Coahuila, el problema de los casos de rickettsia, enfermedad contagiosa a seres humanos y causados por la sobrepoblación de perros callejeros, ha contagiado a coahuilenses de esta enfermedad y lamentablemente en algunos casos hasta la muerte. En San Pedro, Saltillo, Ramos Arizpe, Monclova, Parras de la Fuente, y Torreón, han sido municipios en donde se ha reportado de manera oficial la muerte de los casos de quienes han salido con rickettsia positivo.

Un problema de salud pública, que las autoridades del Estado de Coahuila, tuvo que implementar emergentemente acciones inmediatas como la aplicación de más de 180 mil litros de plaguicida, la desparasitación de más de 53 mil mascotas, así como la intervención de 41 mil 500 viviendas atendidas por la presencia de garrapatas, y piojos, de estos animales callejeros.

Hubo municipios coahuilenses en donde las autoridades locales y estatales tomaron la decisión de fumigar ciertos sectores de la ciudad. Aunque hay que aclararlo que preferentemente fueron en el primer sector de la ciudad, así como en colonias abiertas en donde se localizaban la presencia de perros callejeros. Evidentemente en colonias o fraccionamientos en aquellos conocidos como cerradas y con la presencia de casetas de vigilancia no lo hicieron, porque se asumió que la gente era más responsable de no dejar agua y alimento. Ahora se encuentran preocupados, y una vez “ya regado el tepache”, se cuestionan por qué no fueron favorecidos con este programa preventivo.

Es muy fácil ser protector de animales, pero de los dientes hacia afuera, que solamente hablan porque Dios les dio una boca y lengua, pero carentes de criterio que en lugar de adoptar esos perros callejeros dentro de sus hogares para que recibieran un baño, una desparasitada, vacunas y alimento, con costo de los vecinos, dizques defensores de animales, en lugar de buscar ayuda a las pocas asociaciones no gubernamentales o a las mismas autoridades.

Prefirieron cometer la peor crueldad y maltrato animal, que fue el dejarlos a la suerte de andar libres en la calle, con ese potencial tan peligroso llenos de piojos y garrapatas, para que continuaran contagiando al resto de los animales que sí habitan dentro de un hogar y así como a los seres humanos. Desconozco la tranquilidad de conciencia o pensamiento de esos “defensores de animales” falsos o hipócritas, que permitieron que se propagaran los casos de rickettsia que le cobraron la vida de algunos coahuilenses.

He escuchado a mucha gente decir que prefieren mil veces más que se muera una persona que un perro, o bien que prefieren mejor atropellar a una persona que un perro. Y me cuestiono: ¿fanatismo o defensores de animales? (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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