Falta de trabajo es del pasado

Por Guillermo Robles Ramírez
Hay quienes aseguran que mucha o gran parte de la delincuencia que hay en el país es, porque los que roban lo hacen por falta de trabajo, consideración y opinión de la que difiere, al menos una parte de los coahuilenses.

En las últimas décadas el estereotipo de la delincuencia ha cambiado totalmente, así como sus edades ya que existe un incremento alarmante en donde menores de edad han sido consignados al Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes. Los resultados arrogados en la última encuesta nacional de adolescentes en el sistema de justicia penal en el año 2023, marca indicadores de más de 32 mil 800 adolescentes fueron señalados por algún delito. Ahora estos menores de edad infractores ya no son vistos como simples muchachos que hacen travesuras, o como principiantes ya que tienen conocimiento cómo cometer un delito, es decir, ahora estudian no solamente para cometerlos sino también la mejor manera para evitar ser atrapados.

También se encuentra otro sector de la población que son jóvenes mayores de edad en donde la incidencia de la delincuencia en los últimos años, y meses es demasiado recurrente en jóvenes que van desde los 18 a 29 años de edad y predominan los robos con violencia, participación en delincuencia organizada y en latrocinios que nada tienen que ver con el hecho de que lo hicieron porque no tienen trabajo, ya que igualmente muchos de los casos son de reincidencia.

Para un sector coahuilense, la cada vez mayor participación en robos de jóvenes muy jóvenes es porque sus protagonistas buscan cometiendo ilícitos tener ciertos gustos, porque son animados, entusiasmados o por el gusto de hacerlo que muchos de estos jóvenes infractores de la ley, buscan sentir la adrenalina.

El que la delincuencia se esté apoderando de los jóvenes, no es un problema que viene enfrentando todo el país, enterándonos a través de los medios de comunicación y redes sociales que en la mayoría de los casos que muchos de esos jóvenes vienen de familias con recursos económicos, profesionistas, y hasta influencers de ambos sexos.

Testimonios en el pasado como aquel sujeto que estudiaba un posgrado y una licenciatura en informática, líder de una banda criminal a quien se le fue incautado más de 165 mil vehículos de diversa gama, así como la detención de 15 cabecillas de ese grupo criminal.

Algo similar sucedió con un joven de familia acomodada, estudios profesionales, sus padres personas reconocidas en la ciudad de Gómez Palacio, Durango; que también cometía sus delitos sin haber tenido necesidad de dinero tenía toda una organización, hasta que fue detenido.

También existe el caso de la aprehensión de cuatro jóvenes “juniors” de la ciudad de Monterrey, que tenían una bien armada banda de secuestradores, encabezada por uno que tenía trabajo, además de estudiar, al igual que los tres restantes cómplices.

En Torreón, una odontóloga profesional con consultorio y clientes ganando lo que ella quisiera y establecida en una de las colonias más prestigiosas de la Perla de La Laguna, resultó ser cabeza intelectual y operativa de otra banda de secuestradores. Esta mujer, que ya fue “resguardada”, por las autoridades, tras las rejas, contaba con no más de 30 años de edad. Sus compinches, tres de los cuatro, eran militares activos, igual de jóvenes.

Existen numerosos casos similares en donde los delincuentes son jóvenes con trabajo y ellos o sus familias cuentan con un buen patrimonio.

Esto echa por tierra, el que se pretenda echar la culpa al crecimiento delictivo en México al desempleo, ya que en las declaraciones de estos jóvenes sobre las razones del ¿por qué? su tendencia delictiva, callan o bien su respuesta es “necesitaba dinero” que en muchas de las veces es para pagarse vicios que son muy caros como el de las drogas. Aunque también para poder presumir una vida de lujos en las redes sociales para incursionarse como el mejor de los influencers, una tendencia más recurrente entre la juventud en la cual cuando menos se dan cuenta perdieron la realidad en la que viven.

La verdad que se trata de un problema exageradamente complejo y que debe ser analizado por todos los sectores, pues no solo son responsabilidad y obligaciones de las instancias gubernamentales. Un problema que ya debe de ser catalogado como parte de la agenda pública, porque han cambiado el estereotipo del delincuente que proviene de sectores vulnerables, sin estudios, o por tener ciertos rasgos físicos, color de piel y tipo de vestimenta son clasificados mental y racistamente como el “clásico” delincuente.

En la actualidad no se sabe si la persona con la que estás hablando en una reunión social es un delincuente o la cabecilla intelectual, así como pudiera ser tu compadre o tu comadre, aquella persona que físicamente sería incapaz de matar una mosca. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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