Geomalabarismos: Ambición y de estrellas polvos

Amaneció una vez mas, nadie en los brazos de otros y las calles cubiertas de un polvo extraño e iridiscente. Civilización tras civilización y época tras época en la termodinámica del desequilibrio vital y en la distribución dispareja de las energías colectivas.

Por enésima vez las élites oportunistas se adueñan violentamente de todo, menos del equilibrio y la armonía. Vine a vencer o a morir, dijo con su acción Alejandro el Grande. Le salió cara la aventura y en el 323 del calendario anterior dejó este mundo sin llegar a los cuarenta. La gloria de la conquista y el acoso a los sajones dieron contenido a la vida de Carlomagno y, desde Aquisgrán, consolidó sus reinos y luchó por el catolicismo, convirtiéndose en campeón del mismo.

Merovingios y Carolingeos acosados por un torbellino invasor Árabe de religiosa inspiración, luchan desde el 711 de esta era gregoriana para evitar una cultura y modo ajenos. La reacción cristiana se convierte en contra-invasión y Cruzadas, en choque con Árabes y Turcos quienes, a la vez, desplazan a Bizancio. La dialéctica de la lucha por doquier conlleva la factura de la destrucción desmedida y la merma de la vitalidad de los pueblos. Surge el Renacimiento de la Cultura y se disuelve críticamente la falsa redención de los credos. Se configura silenciosamente la imposición del nuevo azote y modelo burgués, el nuevo credo del capitalismo des-cuartizador, reinstalándose el desequilibrio socio-económico como constante histórica. La esclavitud cambia de escala, tornándose mundial. Bancos, financieras y aseguradoras se convierten en deidades sanguinarias que exigen el sacrificio diario de millones de seres en los altares de la ganancia y la acumulación, pisoteando los corazones de los sacrificados, como en la Tenochtitlán Mexica.

El escenario sanguinario del Templo Mayor se translada a Nueva York y a Londres, convertidos en foros principales de la descomposición y de lo nauseabundo. De pronto el mundo se sacude, tiembla y un resplandor enciende los cielos, se instala la descompresión en el espacio. La Luna, desmoronándose, va desapareciendo en el infinito. No volverán las mareas ni aullarán los hombres lobos. Parece que la Tierra cambia súbitamente su ruta elíptica, desordenando el Cosmos. ¿Y la Bolsa y
las ganancias? Poco importan ya. Ya no hay Luna que alumbre los nocturnos senderos. Sólo se abate ese polvo fino, extraño , iridiscente e inquietante alrededor del terráqueo mundo, el polvo de estrellas de una guerra espacial incubada en ignota coordenada extragláctica.

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