En unos más, en otros menos
Por Guillermo Robles Ramírez
La Semana Santa y Pascua están llenas de simbolismos religiosos que se comparten mundialmente, teniendo representaciones diferentes, pero todas encaminados a la misma causa.
Para la mayoría de los católicos se trata reafirmar la fe; para otros es la celebración de otras cosas.
Aunque se ha ido perdiendo un poco el fervor por seguir las tradiciones, como es en el caso de nuestro país la representación de la Pasión de Cristo, la manera con mayor peso para celebrar la rememoración de los últimos días de la vida del hijo de Dios, y su entrega hasta su crucifixión demostrando el amor hacia el ser humano teniendo que pasar por el sufrimiento físico para la salvación del hombre.
Esta remembranza es representada en las principales calles de diferentes ciudades en donde año con año va en descenso en donde cada vez hay menos gente que asiste a la tradicional representación de la Pasión de Cristo. Aunque también hay que decirlo en este año en la capital de Coahuila, hubo un incremento de feligreses de esta verbena popular en su tradicional Viacrucis del Ojo de Agua, en donde la fe religiosa y devoción fue la fuerza para vencer la lluvia y el frío de este pasado fin de semana.
Sin embargo, en la ciudad de Torreón, se observó todo lo contrario, es decir, ausentismo y desaire por segundo año consecutivo del obispo de la Diócesis de Torreón, siendo en este 2023 sus 41 representaciones del Viacrucis en el Santuario de las Noas.
Esta remembranza representada en las principales calles de diferentes ciudades tuvo un incremento agigantado entre sus feligreses cuando el actor estadounidense Mel Gibson, en el 2004, fue el productor y director de la película “La Pasión de Cristo”, con una óptica diferente de otras cintas cinematográficas y sensibilidad logrando penetrar en la sensibilidad de la gente viéndola salir de las salas cinematográficas con el llanto a todo lo que da, reafirmando la fe de millones de católicos.
Sin embargo, se fue bajando la euforia en donde en los últimos años sus seguidores eran fáciles de contar en las calles, siendo no más de cincuenta personas que continuaron llevando estas costumbres de la religión católica sobre las principales avenidas y calles de sus localidades.
Por otra parte, la celebración de Pascua, aunque en el Nuevo Testamento o en las Escrituras apostólicas, no hay una festividad como tal, pero de manera mundial significa en su concepción religiosa la continuidad de la celebración de la resurrección de Jesucristo.
Cada año los jóvenes saben menos sobre estas celebraciones, al igual como sus tradiciones, encontrándose una falta de conocimiento de las costumbres que nuestras generaciones atrás hacían o comían en aquel entonces.
Es común que si a una persona joven le preguntas si conoce el pipián; platillo muy frecuente en esta temporada para evitar comer carne de res la desconozcan o nunca lo hayan probado, así como algunos otros alimentos como los romeritos, cabuches, bacalao, capirotada, habas, tortitas de calabaza, los orejones (albaricoques o melocotones deshidratadas) y otros.
Tanto la iglesia católica como las familias mexicanas tenemos la tarea de retomar las costumbres religiosas para que no se pierdan estos valores esenciales para el ser humano, para coexistir como parte de un equilibrio de la humanidad o simplemente en la necesidad de la creencia de un Ser Supremo sin tomar la bandera de cualquier religión, pero si necesario como parte historial de la existencia del hombre.
Aunque renieguen el comercio de las carnicerías por sus bajas ventas desde el inicio del Miércoles de Ceniza pasado y aquellos días marcados por la iglesia como días de abstinencia; no hay que dejar que esto afecte, las costumbres de celebrar la liturgia de la Iglesia. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org
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