En momento complejo, diálogos por la paz de Colombia
Bogotá, 23 may (PL) En esencia complejas, las conversaciones entre el Gobierno colombiano y las insurgentes FARC-EP atraviesan nuevamente un momento difícil, de cuya solución depende el futuro de los esfuerzos pacificadores.
Detenidas a raíz de la retención por los guerrilleros del general Rubén Darío Alzate y sus dos acompañantes en noviembre de 2014, las pláticas fueron reanudadas luego de la liberación de ese grupo, el cual penetró en una zona de operaciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).
La pausa bélica decretada por ese movimiento de manera unilateral desde el mes de diciembre fue vista entonces como un gesto positivo y un avance de las gestiones a favor de la distensión, pese a la negativa del Ejecutivo de secundar la iniciativa con un silenciamiento de todos los fusiles.
Desde entonces fueron reiterados los pronunciamientos de la insurgencia, incluso del Frente Amplio por la Paz, en torno a la necesidad del cese el fuego bilateral para generar un clima de confianza alrededor de la mesa de concertación y minimizar la victimización de la población civil, opción condicionada por el presidente Juan Manuel Santos a acuerdos venideros en los ciclos de diálogos.
La muerte en abril último de 11 efectivos del ejército en el departamento de El Cauca durante un enfrentamiento con integrantes de las FARC-EP, motivó la reanudación de los bombardeos a los campamentos de esa fuerza rebelde.
Ese hecho considerado por el mandatario como un acto deliberado fue reivindicado por la otra parte, tras asegurar que tal episodio tuvo su origen en la incoherencia gubernamental de decretar operativos militares contra una guerrilla en tregua.
A los ya complicados debates en La Habana, sede de los encuentros entre los voceros de la administración de Santos y las FARC-EP desde 2012, se añaden ahora otros elementos de tensión, los cuales, según politólogos, pudieran hacer tambalear la mesa de concertación.
El reciente bombardeo contra un campamento de la organización alzada en armas, dejó 26 muertos.
Asesinados bajo la profunda noche y en pleno sueño, con bombas de 250 kilos sin oportunidad de combatir, es una maniobra aleve y degradante, expresó el comandante de las FARC-EP Pastor Alape en su cuenta de Twitter.
La reacción posterior de esa agrupación fue anunciar que abandonarían la tregua por su insostenibilidad.
Mientras el ocupante de la Casa de Nariño responsabilizó a las tropas que fueron blanco de la embestida con la muerte de los 11 uniformados en el Cauca y con un ataque a la isla de Gorgona, adicionalmente confirmó que intensificaría las agresiones contra los guerrilleros hasta la firma de un acuerdo de paz.
Las declaraciones del gobernante causaron preocupación de manera inmediata, en las calles y las redes sociales ciudadanos rechazaron el bombardeo y pidieron parar definitivamente la guerra interna.
Celebremos la vida, no la muerte, escribió la abogada Piedad Córdoba en su cuenta de Twitter, el cese total de hostilidades no es un tema militar, ni político, sino humanitario, insistió.
El senador Iván Cepeda instó a suspender los enfrentamientos y a detener el horror sufrido por los colombianos desde hace más de 50 años.
Además de la masacre de los guerrilleros, lo más preocupante es el lenguaje guerrerista del presidente, el cual apunta hacia una solución militar y no dialogada de la confrontación, declaró a Prensa Latina el secretario general del Partido Comunista de Colombia (PCC), Jaime Caycedo.
Detrás de tal estrategia está la intención de precipitar un pacto conclusivo de las conversaciones mediante el sometimiento o la rendición de las FARC-EP, subrayó el dirigente.
Según el líder del PCC, las organizaciones sociales y políticas asumirán el reto de la movilización permanente para defender las pláticas y exigir el término de la conflagración.
El sistema de las Naciones Unidas en Colombia advirtió igualmente acerca del peligro que representa el actual escalamiento del conflicto, en tanto el alcalde bogotano, Gustavo Petro, llamó a desistir de la estrategia del «ojo por ojo».
Centenares de bogotanos clamaron en las calles la víspera por la preservación de los diálogos, que tienen como sede a Cuba.
Esperamos que este plantón sea la cuota inicial de muchas manifestaciones para abogar por el término de la guerra, manifestó el representante a la cámara, Alirio Uribe en el capitalino parque San Martín.
De momento la próxima demostración de respaldo a las conversaciones será el venidero jueves, al tiempo que los ciudadanos siguen con atención los acontecimientos en la capital cubana, donde permanecen las dos delegaciones.
Electo bajo la promesa de construir un país de paz, el jefe de Estado reiteró públicamente su disposición para avanzar en ese propósito, aunque los últimos sucesos vislumbran un recrudecimiento de los combates y una espiral de hechos sangrientos, opinan pobladores y analistas.
Azuzar la guerra es irresponsable, esperamos decisiones serenas y coherentes con los anhelos del pueblo, expresó Jorge Rojas, secretario de integración social de la alcaldía de Bogotá.
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