El Sendero de los Iluminados: Rompamos las cadenas
Por Alan Prado
La mayoría de los seres humanos se encuentra atrapada en una constante búsqueda de la aprobación ajena.
Esta ansia de aceptación proviene de la necesidad emocional de complacer a aquellos que parecen tener el poder de juzgar nuestras decisiones, gustos y acciones.
Pero, ¿quién les otorgó esa autoridad?
Al hacerlo, nos convertimos en prisioneros de un servilismo que limita nuestra esencia.
¡Es hora de despertar! Deshazte de esas ataduras; corta con esas dependencias que te debilitan. Lo que surge de tu conciencia es auténtico y no requiere el visto bueno de nadie. No es necesario buscar el agrado de otros; el verdadero poder está en aceptar y valorarte a ti mismo. Celebra tu ser y vive en libertad.
Eres un espíritu libre, así que actúa como tal. Rompe las cadenas que obstaculizan tu crecimiento y busca el conocimiento que te permita brillar en este mundo lleno de conformismo.
¡Sé valiente! Reclama tu dignidad y conviértete en el verdadero humano que estás destinado a ser.
Ninguna sociedad tiene interés en que adquieras sabiduría.
Cuando la sabiduría habita en el ser humano, la explotación se convierte en una quimera inalcanzable; y si la inteligencia florece, se desvanecen las cadenas de la manipulación y la obligación de llevar una vida automática, casi como la de un robot. Los sabios y los astutos irán siempre acompañados del dulce aroma de la comprensión.
Ceder frente a la ignorancia y adorarlo como si fuera un dios ha sido, desde siempre, una acción impulsiva, y esa premura persiste hasta nuestros días. La ansiada sabiduría se encuentra en la fuerza de la voluntad y la constancia. Al aplicar correctamente estas virtudes, se desata un poder vibrante y transformador.
Quien ha desvelado los secretos del universo es aquel que ha hecho las paces con su propio ser, capaz de esculpir el tiempo y el espacio a su antojo.
Abraza tu esencia. Libérate de las cadenas de las mentales que te han impuesto; Abraza la esencia más profunda que has llevado contigo desde tiempos inmemoriales, y descubrirás que no hay vacío en tu ser. Cuando te abrazas a ti mismo sin reservas, surge una oleada de felicidad que transforma tu mundo.
Te sientes lleno de energía, como si cada momento estuviera impregnado de una eufórica felicidad.
Tu existencia se transforma en un baile vibrante de emociones intensas.
Alan Prado (AMEP 11:11).
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