El médico o el chamán
Existen muchas maneras de medir la grandeza del hombre. Unos dicen que es la evolución de ser la especie dominante sobre el globo terráqueo, para otros la majestuosidad de sus obras arquitectónicas. Posiblemente la adaptación al medio ambiente pueda ser otras de sus grandezas, aunque con un costo muy caro con la destrucción de miles de ecosistemas poniendo en riesgo su propia.
Pero para los pensadores, los filósofos y la ciencia en especial ésta última el rebasar el conocimiento de cómo funciona el cuerpo humano. No fue suficiente sino el poder de la sanación en base al método científico, es decir, la medicina moderna y la manipulación de la genética podría considerarse para muchos la grandeza del ser humano.
La vanidad humana no tiene límites y una vez que descubrieron los grandes misterios del ser humano, se sintió como toda una deidad durante la revolución médica con el uso de la penicilina y las vacunas que cambiaron las tasas de mortalidad disminuyendo ésta considerablemente, época en donde en promedio la vida de un hombre no podía rebasar la edad de los 40 años, haciendo posible la extensión de la vida y de aquello de lo que únicamente eran misterios y poder de Dios, la vanidad cegó a todos aquellos médicos sintiéndose por encima de él.
En la actualidad existen especialistas para todo tipo de enfermedades, desde las más complejas e inexplicables para un médico general hasta aquellos que tiene que ver con la mente y energías que a simple vista no se ven.
Esta gran gama en el rubro de la medicina, ha provocado que aquellos doctores conocidos como médicos generales que por alguna razón ya no continuaron preparándose en alguna especialidad, se quedarán rezagados en un grupo en donde la mercadotecnia y las necesidades del hombre demandará mayor conocimiento en un grupo de doctores en el olvido y en el mejor de los caos pasaron a ser el famoso médico familiar. Otros pasaron tristemente con una imagen deteriorada por la misma sociedad al ser contratados en los mini consultorios de muchas farmacias para poder promover los medicamentos de algún laboratorio en específico aquellos que requieren receta médica.
Pero ni el mejor médico del mundo ha encontrado por medio del método científico uno de los padecimientos tan antiguo como el ser humano o el hombre antiguo y son aquellos que tienen que ver con lo espiritual, lo místico, la brujería o lo esotérico cuyo mal es el susto o el espanto.
El escepticismo del médico no alcanza a comprender que sus conocimientos universitarios y posgrados no son aptos para brindar salud y que un curandero en lugar de ayudar empeoraría al paciente. Para ellos lo catalogan como un simple espanto o susto creado por la ignorancia e idiosincrasia de los mexicanos.
Pero dentro del mundo esotérico hay de todo como en toda profesión. Los hay charlatanes, embaucadores y estafadores, como también existen los buenos, honestos y éticos. Igual para quienes tienen verdaderos dones especiales como los videntes y espiritistas dependiendo cada quien de sus propias creencias religiosas que pueden determinar cuando una persona está pasando por un espanto que algunos le dicen embrujados o poseídos por fuerzas oscuras y que solamente por medio de un ritual se puede devolver el alma que se escapó de ese cuerpo al experimentar un acontecimiento ajeno a su patrón de vida.
En algunas culturas se tiene la creencia que cuando el susto es fuerte a la persona se le escapa el alma y en ocasiones su aura pierde fuerza. Es entonces cuando viene un ciclo de depresión acompañado de una semblanza de tristeza y palidez encerradas en una fortaleza que no es capaz de levantarse ni de la cama. Así se manifiesta el mal de espanto, el que no encuentra cura ni con los más avanzados métodos científicos de la medicina moderna.
Se trata de una de las enfermedades de mayor antigüedad, tal vez extravagante, pero sí existe. La pérdida del alma asociada al susto en las culturas indígenas aún es tema y origen de personas que tienen el don de curar de espanto, aunque quienes pueden regresar el alma a su cuerpo original parezcan charlatanes ante los ojos de la medicina.
Científicamente se ha dicho que el alma sólo escapa del cuerpo cuando la persona muere; sin embargo, está comprobado que un susto repentino ahuyenta el alma que navega en el limbo, hasta que las personas que tiene el don de la sanación puede regresarla a través de rituales que van desde las limpias con huevo, barridos con ramas de pirul o con rezos ancestrales y quien estaba espantado vuelve a la normalidad.
El temor a lo desconocido a visiones fantasmales y a la muerte misma, en caso de accidente, conforman una liga entre lo emocional, espiritual y temeroso, porque a ello ha estado expuesta la humanidad desde su origen.
Para los tiempos modernos, hay quienes se niegan a creer que aún existan éste tipo de males, empero, para los curanderos el abandono del espíritu es una cosa muy natural cuando la persona ve amenazada su vida por algún accidente o por la visión de un espectro sobrenatural y cuando una de esas razones las experimenta un ser humano, su alma vuela como si fuera una paloma que acompaña al cuerpo. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org
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