EL FESTEJO DEL DIABÉTICO FELIZ

Este es un cuento imaginario que nos servirá para ilustrar lo que realmente está pasando en Chiapas.

En un laboratorio de análisis clínicos, 32 personas que sufrían diabetes estaban listos para recibir las noticias de los niveles de su glucosa de las muestras de sangre que les habían tomado previamente.

Lamentablemente, las 32 personas presentaron cifras de glucosa muy por encima de los parámetros de una persona sana. Algunos más que otros, pero todos tenían riesgos severos de salud.

Dentro de las 32 personas afectadas por la diabetes, hubo una que registró los niveles más bajos de glucosa en esta medición de laboratorio.

Al comparar sus resultados de sus niveles de glucosa con todos los demás, se llenó de felicidad, se le hincho el pecho de orgullo y empezó a gritar y saltar de alegría.

Era tanta su alegría que para celebrar el resultado, se comió unos tacos de surtida con coca cola normal, no “light” y para desdoblar la grasa, al último, cató unos cuantos pastelillos de chocolate.

Mientras engullía sus festejos, el diabético feliz miraba con cierto desdén al resto de los pacientes, que al igual que él, sufrían los severos estragos de la enfermedad.

Los doctores y especialistas le pidieron que reconociera su realidad, porque sus niveles de glucosa estaban bastante elevados, muy por encima de lo normal, lo que ponía en riesgo su salud.

Además le explicaron que era el paciente que mayor riesgo presentaba, en virtud de que había sido el que más porcentaje de elevación de glucosa había generado entre ésta y la pasada medición de laboratorio.

Otras voces discordantes, con buena o mala intención, también le dieron las mismas explicaciones.

Caso contrario sucedió con sus amigos y otros allegados, que no solo hicieron caso omiso a la realidad, sino que sumaron y organizaron los festejos y ágapes del diabético feliz.

Tal vez por ello, el diabético feliz no quiso reconocer que realmente estaba enfermo y que su salud empeoraba cada día. Lentamente, su organismo iba disminuyendo sus capacidades, colapsando órgano por órgano, área por área.

La ceguera fue la primera afectación. Quizás por ello no vio con claridad lo que realmente le estaba pasando.

Lo mismo sucede con el gobierno de Chiapas. Es como un diabético feliz, festejador hasta con las malas noticias.

Si crece la tasa de desocupación, festeja, se alegra, porque cree que el “tenerla más chiquita” es motivo de felicidad, no de preocupación. El problema es que la desocupación en Chiapas cada día le crece más y más, como si fuese “nariz de pinocho”.

Si crece el número de víctimas de la delincuencia en la entidad, aquí en Chiapas también se festeja como si fuese algo positivo que la cantidad de personas afectadas por los delitos sea menor que en las otras entidades federativas.

Ser el “menos peor” no es motivo de orgullo, mucho menos en materia de delitos. Es no reconocer la gravedad del asunto y, sobre todo, que este problema también cada vez crece más y más en la entidad.

En el año 2012, la Tasa de Víctimas por cada 100 mil habitantes entre la población chiapaneca de 18 años y más, fue de 12,620. En el año 2013 creció a 16,445, un 30% más entre un año y otro.

Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública (ENVIPE), se estima que 33.9% de los hogares del país tuvo, al menos, una víctima del delito durante el año 2013.

Lo anterior quiere decir que uno de cada tres hogares mexicanos han sido víctimas de la delincuencia.

¿Hay motivos para estar feliz?

Página Web “Letras Vivas” http://www.letrasvivas.com.mx/

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