El escaparate de la corrupción

Por Guillermo Robles

Mucho se ha criticado de siempre a los jefes de Tránsito y Policía, preferentemente, sobre el hecho de que a los subordinados se les fijen metas de trabajo como es una cuota o cierta cantidad de multas económicas o arrestos.

Los conductores de vehículos están conscientes de que, en el caso de tránsito o vialidad, sobran los violadores del reglamento de tránsito como igualmente se hacen de la vista gorda muchos de los agentes que no quieren trabajar o bien “dejan pasar todo”, mediante el tradicional y conocido moche, mordida, chayote, embute, etc.

Respecto a las violaciones al bando municipal del que sale infinidad de motivos que han perdurado a lo largo de años en las diferentes cabeceras municipales del país. Se trata de una corrupción que es el único que abandera como partido porque no respeta el color del partido político que este en el poder local.

Las redes sociales han sido la vitrina de sus actos de corrupción en los últimos años y en aumento en lo que va del 2025. Y muy a pesar de que son grabados no muestran tener vergüenza, así como también son exhibidos en su ignorancia en tanto a lo que se trata de las leyes o normas de tránsito, y los derechos ciudadanos, ya que solo dejan ver en estos testimonios de las redes sociales el abuso de autoridad y faltas o infracciones injustificadas e incluso inexistentes en el Reglamento de Tránsito.

Se les han ofrecido innumerables cursos y capacitaciones así mismo como certificaciones en algunos municipios del país, sin embargo, muy a pesar de ello, la desconfianza por parte de los conductores continúa, pero sobre todo el punto de quiebra de todas estas buenas intenciones por parte de los ayuntamientos es la famosa “cuota”, como el factor para quien corrompe al mejor de sus agentes de tránsito.

Cuando a los policías preventivos al igual que a los agentes de tránsito, el jefe inmediato les condiciona su trabajo a determinado por un número diario de sanciones económicas o detenciones, inmediatamente ponen el grito en el cielo y la verdad es que los hay que en un turno mínimo de 8 horas en ocasiones llevan en blanco el bloque de las infracciones, lo que resulta no solo inverosímil, sino risible y toda una burla para la poca, mediana o mucha inteligencia que tenga el superior inmediato.

Lamentablemente esa “cuota”, no se trata de un número de infracciones que llegarán a las arcas de la tesorería municipal, sino son aquellas que se cobran ahí mismo en la calle. Un dinero que se paga para que el conductor sea liberado después de ser retenido sin ninguna causa real o bien, aquel infractor que al cometer una falta se le inventan otros y amenazado de retirarle el vehículo para ser llevado al corralón cuando ni siquiera es justificado.

Y pobre aquel ciudadano que sepa sus derechos y que se los haga mención porque es entonces cuando se mete en un problema porque es ahí cuando el agente al verse amenazado por un “sabelotodo”, cobardemente les habla a otras unidades de apoyo para reinventarle cargos más severos para hacer uso de la fuerza y privarlo de su libertad hasta no llegar una grúa o un arreglo económico.

Las autoridades mexicanas de tránsito y policía gozan de un poco más del 80 por ciento de una percepción de corrupción, y no es que el consuelo sea de tontos, sino simple y sencillamente que siempre estará latente esa sospecha de corrupción como la constante imagen que se han ganado a través de los años y hasta más descaradamente el involucramiento en prácticas ilícitas.

En algunas cabeceras la percepción y los testimonios en las redes sociales son más que en otros, considerando que hay un poco más de 2 mil 400 municipios en el país, pero también depende de la cantidad de videos que se van subiendo en cada plataforma ciudadana, o grupos sociales.

Todo es cuestión de cómo se miren las cosas o bien de criterio, porque la verdad y concretamente en el caso de México, no hay ciudad con regular población en donde no abunden y sobren las violaciones a nuestros reglamentos, como también no faltan los agentes que se hagan de la vista gorda o “ciega” y dejen correr la pelota por simples pesos. En fin, ¿qué hacer? ¿Dejar a los servidores públicos a que rindan sus propias cuentas o imponer cuotas? (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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