El comercio de esclavos, el más lucrativo

La Habana, (PL)La trata esclavista en Cuba constituyó un próspero negocio para comerciantes hispanos y sus descendientes, la cual representó la base de sus fortunas en el siglo XIX, junto a su conversión en grandes productores azucareros.
Con una notable pobreza en el conjunto de sus pobladores, el Archipiélago cubano tuvo el mayor número de millonarios en relación a sus habitantes.
Vascos, gaditanos y catalanes establecieron la ruta de los barcos negreros -sobre todo con cargas clandestinas de esclavos-, como una gran empresa comercial de centros en Barcelona, Cádiz y La Habana.
Sobre todo los últimos hicieron inmensas fortunas y, a partir de las ganancias por este contrabando, se desarrolló en Cuba una opulenta
nobleza que, además de sus títulos nobiliarios, adquirió influencia en España y se convirtió en un freno para la independencia de la Mayor de
las Antillas.
La mano de obra esclava estuvo presente en los primeros siglos de la colonia (64 mil  de 1510 a 1762) y más de medio millón (568 mil 273, el 61,38 por ciento) en los años de la expansión cañera (1790 a 1841), y se mantuvo hasta la abolición en 1880-1886.
Por Real Cédula de 1789, la Corona concedió libertad para el comercio de esclavos africanos con las islas de Cuba, Santo Domingo, Puerto
Rico y Provincia de Caracas, a españoles y extranjeros.
Al retirarse los negreros ingleses del mercado, abolida en 1807 la trata por Inglaterra y Estados Unidos, pronto aparecieron los negreros
hispanocriollos que organizaron 278 expediciones y desembarcaron 60 mil 368 esclavos (1809 a abril de 1817), periodo llamado legal.
En 1817, Inglaterra hizo que España firmara un acuerdo para la eliminación de la trata negrera, en 1820, último plazo, durante ese lapso, la importación de negros alcanzó 32 mil 301 (1817), 24 mil 276 (1818), 21 228 (1819) y 14 mil 279 (1820).    La medida sólo logró un aumento del contrabando de esclavos; unos 300 mil llegaron por vía ilegal en los 20 años siguientes.
La importancia del tráfico negrero se revela en las siguientes cifras: solo en el quinquenio 1816-1820 entraron a Cuba unos 111 mil negros y participaron en su traslado alrededor de 20 firmas comerciales.
De 1800 a 1820, según documentación oficial, 76 individuos o firmas comerciales -independientes o asociados- se dedicaron al tráfico de esclavos desde La Habana y Matanzas.
El pico de la trata clandestina estuvo entre 1828 y 1841, cuando entraron 237 mil 500 esclavos.

PRIMEROS CONSORCIOS NEGROS EN CUBA
En el objetivo de convertir a Cuba en la azucarera mundial, en sustitución de Haití, los productores justificaron la necesidad de fuerza de trabajo esclava y, en 1820, se dieron importantes pasos para la formación de los primeros cinco consorcios negreros, basados en clanes familiares.    El primero fue el importante Grupo Alfonso-Aldama-Madan, seguido por el consorcio familiar Cuesta Manzanal-González Larrinaga-Pérez de Urria; Joaquín Gómez y Hano de la Vega; la Sociedad Poey-Hernández-Frías y la Sociedad Gabriel Lombillo-Suárez Argudín.
Cada grupo merece un más profundo comentario posterior, pero quizás el más ilustrativo sea el Alfonso-Aldama-Madan.
Al morir en 1821 Gonzalo Luis Alfonso González, el fundador del primer consorcio, esta firma era la quinta en importancia del país; creció su
poder en sucesivas alianzas matrimoniales.
En 1860 la tercera generación de estos traficantes negreros posee 10 títulos nobiliarios, alrededor de 40 ingenios azucareros y 15 mil
esclavos propios; fueron también traficantes de culíes chinos.
Entre sus integrantes, hay personajes cubanizados que jugaron cartas en las corrientes políticas de la época, ya anexionistas o reformistas de acuerdo con sus intereses.
La firma Cuesta Manzanal fue la primera en establecer un flujo mantenido de expediciones exitosas y, en algunos años, dominó completamente el mercado de negros en La Habana.
En ella hubo diversos personajes poderosos y, uno de ellos, Santiago de la Cuesta Manzanal obtuvo el título de I Conde de la Reunión y era,
en 1836, la tercera fortuna de Cuba.
El grupo de Joaquín Gómez actuó en parte en forma encubierta, por razones políticas y sus vínculos  con la Corona y la Corte de España,
así como sus relaciones en Barcelona, Cádiz y La Habana, que le daban cobertura.
En 1820 Gómez era la sexta fortuna y fue un negrero principalísimo; en las décadas de 1830 y 1840; su sobrino y heredero Rafael Toca Gómez y
Hano de la Vega, continuó su turbio comercio, enaltecido por España con el título de primer Conde de San Ignacio.
Cada cual tiene su propia historia en el apoderamiento de la trata clandestina, en la fase inicial; en la siguiente, el vasco Julián de
Zulueta y Amondo (1814-1878), quien estableció una sociedad con el ya connotado negrero Salvador Samá -más tarde marqués de Marianao- será el principal negrero, esclavista y oligarca.
Quizás nadie pudo igualar a Zulueta, quien vino a este país en busca de fortuna a principios de la década de 1830, a trabajar con un tío
igual que otros españolitos. Murió millonario, marqués y vizconde, insertado en el aparato colonial español.

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