DICHO SEA DE PASO: PENDEJOS

Ya le he comentado que, según Adolfo López Mateos, “la Revolución Mexicana fue la revolución perfecta, pues al rico lo hizo pobre, al pobre lo hizo pendejo, al pendejo lo hizo político y al político lo hizo rico”.

Pocas veces estoy de acuerdo con los pensamientos de los priístas, pero atendiendo a la situación intelectual y patrimonial de la clase gobernante, no puedo más que suscribir lo dicho por el ex-presidente.

Y es que si hacemos un frío análisis de la situación nacional, vemos el deprimente panorama originado por la incompetencia de quienes hoy nos gobiernan. Es imposible hacer un análisis objetivo y no darnos cuenta, en primer término, de que el manejo de la economía es muy malo. Estamos inmersos en una recesión que se agravó por la implementación de un aumento de impuestos, disfrazado de reforma hacendaria.

Por más que el gobierno le quiera poner otros nombres, que quizá tengan un menor efecto psicológico, la realidad es que enfrentamos una recesión y no se ven grandes esfuerzos del gobierno para sacarnos de ella.

Recientemente el Banco de México, bajó su expectativa de crecimiento y en un esfuerzo por reactivar la economía, y enmendarle la plana al gobierno federal, recortó la tasa de interés hasta dejarla en un 3%, lo que es una medida positiva y aunque tal vez es un numero irreal para la economía mexicana, es la medida que el órgano autónomo adopta para revertir la situación, en un aspecto donde el gobierno simplemente no ha podido.

Con una inflación de junio 2013 a mayo 2014 de 3.57%, la tasa real de interés se vuelve negativa, lo cual desincentiva el ahorro, pero es una medida útil para frenar la caída en el crecimiento.

La baja de la tasa de interés activa, necesita, forzosamente, que el gobierno adopte medidas para completar esa estrategia, mediante la baja en la tasa de interés pasiva, es decir, en el costo de un crédito.

Se supone que ese era uno de los beneficios de la reforma financiera y que aún no se ve.

De reforma en reforma pretenden mover a México, sin hacer más que sacudirlo. Hasta esta fecha, ninguna de las reformas ha arrojado los beneficios prometidos y todos hemos pagado los costos de las mismas. Costos sociales, económicos e incluso, los mismos que las aprobaron, están pagando los costos políticos de sus acciones.

Mientras tanto, el gobierno ha hecho de la publicidad falsa y del discurso engañoso, su costumbre y su estrategia. Interesado en el lucimiento internacional, es auténticamente un candil de la calle y oscuridad de su casa.

Esta semana, Enrique Peña Nieto asumió la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacifico, y lo hizo en medio de optimistas y utópicos discursos. Sin embargo, México llega a la presidencia de esta alianza, en la que ha puesto muchas esperanzas, en la posición más débil.

El país llega con un crecimiento, en 2013, del 1.1% del PIB, frente al 4.1%, 5.02% y 4.03% de nuestros socios Chile, Perú y Colombia, respectivamente. Incluso este último país creció, en el primer trimestre 2014, a tasa de 6.4%.

Por mucho que en el discurso se pretenda presentar un panorama distinto, la realidad los supera y tal parece que el discurso de la campaña de Peña Nieto ha quedado destrozado, pues estábamos mejor cuando estábamos peor.

Y si en la economía estamos así, la crisis social es aún peor, pues se conjuntan varios elementos. Por una parte, se tiene la gestión de un gobierno que no tiene compromiso con la transparencia, que busca a toda costa el mantener los beneficios de una clase privilegiada, formada por los políticos, las familias de los políticos y los amigos de los políticos, que en muchos casos han significado la unión de la élite política, con la élite de la delincuencia.

Es terrible ver en lo que se ha convertido Michoacán, donde el gobierno local fue un apéndice del crimen organizado y respecto del cual, la autoridad federal, tuvo diferentes formas de actuar. A Jesús Reyna, priista de cepa y exgobernador interino, lo detienen y procesan con base en fotografías videos y testimonios que lo vinculan al crimen organizado. Con pruebas similares, las autoridades se han resistido a actuar en contra del hijo del ahora exgobernador Fausto Vallejo.

Vallejo, que fue quien inicio la recuperación del poder priísta que culmino con la elección de Enrique Peña Nieto, fue de los primeros en publicitar la imagen de un nuevo PRI , algo que definitivamente no existe. Si algo queda claro es que los viejos priístas, los nuevos priístas y hasta los expriístas, son ratas de la misma cloaca.

Y es que si no, no hay manera de entender que tengan las mismas actitudes, en especial, el manejo político de las instituciones de procuración e impartición de justicia.

En este país, se persigue al rival, al enemigo, o al que no es políticamente útil; para todos los demás, la justicia es algo negociable.

Así, vemos que a Elba Esther Gordillo se le buscó su historia criminal hasta debajo de las piedras, con el objetivo de tenerla encerrada, mientras que Amado Yáñez recibió todo tipo de comodidades en su arraigo y a pesar de que autoridades, como la Unidad de Inteligencia Financiera y la Comisión Nacional Bancaria, tenían acreditados delitos graves, la PGR decidió consignar por un delito no grave, lo que hoy le permite gozar de una libertad provisional.

Es triste ver las declaraciones de Fausto Vallejo, al pretender justificar a su hijo, que aparece en una supuesta reunión con la “Tuta”, en el sentido de que fue “levantado” por el crimen organizado en el 2013. No sabemos si es peor, que ni el hijo del gobernador esté seguro, o que ni el propio gobernador confíe en su sistema de justicia, pues el “levantón” nunca fue denunciado.

Una justicia negociada, es la muestra de un sistema corrompido hasta la medula. Desde el inicio del sexenio, el escándalo, el favoritismo, la falta de transparencia y las empresas hechizas para cada licitación, han sido la constante. Vivimos en un país donde todo se vende y todo se puede comprar. Hoy, la patria es una fulana.

Y en ese perverso toma y daca, la política se aleja más y más de los principios. Los partidos negocian de acuerdo a sus intereses. Hoy, para ser político, parece requisito ser un sinvergüenza.

Y así, la clase política negocia las dos reformas mas transcendentales del ya encaminado sexenio peñanietista. La energética y la de telecomunicaciones.

Con una oposición que se sienta y se levanta de la mesa de negociaciones, presionando a un gobierno que, extrañamente, se resiste a sacar las modificaciones con su propia mayoría y donde la principal discusión, en el tema energético, son los candados anticorrupción que el gobierno se resiste a poner, a pesar de que ha demostrado que es un gobierno al que hay que cuidarle las manos.

En el tema de la reforma de telecomunicaciones, se ven reflejados, en los legisladores, los grandes intereses económicos del sector. Vemos que la discusión se centra en los aspectos del negocio, pretendiendo afectar en gran medida a Carlos Slim, al no dejarle entrar en la televisión y pretendiendo que la red de Telmex-Telcel, la utilice la competencia a costo cero.

Así, dejan de lado un aspecto fundamental, el de los contenidos. Es increíble que el principal referente internacional de la televisión mexicana sea el Chavo del 8, del cual, lo único que aprendieron los mexicanos, es a hacer lo que sea por una torta de jamón.

El juego del PRI, con sus alianzas con un partido y luego con otro, nos demuestra que, como decía Tocqueville, “en política, compartir los odios es la base de la amistad”.

Las perversas complicidades del PAN, o el PRD con el PRI, nos dejan claro que nuestra revolución efectivamente, al pobre lo hizo pendejo y al pendejo lo hizo político.
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