Desafío: ¿Tregua de Navidad?

*¿Tregua de Navidad?
*Videgaray en Declive
*La Izquierda “Suena”

Hasta en las guerras entre los bárbaros solían darse treguas, la mayor parte de ellas por las fechas de Navidad aunque pocos de los guerreros creyeran en los símbolos cristianos; pero si luchaban, con tosa la fuerza física y acaso también la del espíritu, es porque confiaban en alcanzar la redención, una quimera para los ateos y sustento de todas las religiones. Siempre me he preguntado si la línea que separa el bien del mal pudiera subsistir sin la promesa de una vita eterna muy superior a la terrenal. Sobre todo ahora cuando la perversidad va ganando tantas batallas y el rencor y la crispación corroen el alma generosa de México. ¿No lo han sentido ustedes, amables lectores?
Si algún optimismo trajo la segunda alternancia, como un paso hacia atrás en la historia, en este 2014 quedó totalmente anulado. Sin caer en fatuas especulaciones ni en caóticas sentencias alumbradas por la mercadotecnia del desastre, los hechos nos dicen que sólo uno entre cada diez mexicanos continúa apoyando al presidente peña nieto quien, por cierto, jamás ha tenido el privilegio de contar, como dicen sus panegíricos, con la mayoría de los mexicanos; recuérdese que por él votaron –con todas las truculencias conocidas, monederos y despensas-, sólo el 38 por ciento de quienes acudieron a las urnas lo cual significa que el 62 por cierto optó por rechazarlo aun a sabiendas de cuanto decían las encuestas amañadas. Y aunque no se produjo un conflicto poselectoral semejante al de 2006, tras el burdo fraude panista abanicado por los señores fox y disfrutado por el descocado calderón, no debe soslayarse la desventaja inicial del mandatario en funciones con muy limitada, y minoritaria claro, popularidad.
Este año ha sido el de la debacle. No le funcionó nada al gobierno en curso, ni siquiera las recurrentes amenazas contra la población en boca de quienes tienen poder de fuego, el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos Zepeda, y el Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, uno de esos marineros de asfalto –burócratas de oficio- muy alejado del mar y de las costas, salvo para intereses turísticos. ¡Ah! Eso sí, todos sus empeños se centran en justificar lo indefendible cuando está a la vista la penosa realidad, plagada de crímenes –no sólo el brutal encontronazo de Iguala y Cocula en donde todos los niveles de gobierno han perdido su autoridad moral y de paso, igualmente, los partidos políticos-, que se presume suman ya 57 mil en dos años de deplorable actuación del presidente mediático que también ha perdido el incondicional apoyo de los medios masivos de comunicación, uno a uno, como parece que irán apareciendo las víctimas del horror en la noche del 26 de septiembre la que marcó el punto de no retorno para el régimen federal.
Para quienes se resisten a pensar en la posibilidad de una licencia presidencial, cuestión que se discute en diversos foros internacionales, va este recordatorio: también en 1998 pocos hubieran apostado, en serio, por la derrota del PRI en los comicios presidenciales y, sin embargo, la cama para la agonía había sido tendida por elementos de la Casa Blanca –la de Washington, para no confundirnos con la de Las Lomas-, porque aseguraban que no había otra salida para intentar frenar la rebeldía cívica y el hastío de una ciudadanía cansada de simulaciones democráticas; y nos dieron, como decimos coloquialmente, “atole con el dedo”. Catorce años después, la frustración es mayor y el futuro de México, representado por los jóvenes está en serio peligro ante la inminencia de una represión mayúscula, como en 1968, como en 1971.
Ya es momento de hacer conclusiones a pesar de que apenas peña nieto ha caminado un tercio del sexenio para el que fue designado como mandatario. Los fracasos han sido tan notables y con tanto peso que el retorno del PRI a la Presidencia no ofreció sino rutas para las viejas mafias y las nuevas creyendo los operadores que podrían seguir engañando a una sociedad afrentada. Comienzan a estrellarse con la pared porque, sin duda, la comunidad no parece dispuesta a aceptar más mentiras y extravíos de un gabinete rebasado por los hechos y reducido por su incapacidad notoria, fruto de su desconocimiento del país y de la historia.
Pero el dolor no se aguanta; no lo aguanto yo, ni lo soportan muchos de ustedes. Y todo, ¿por qué? Por la soberbia de los pasajeros usufructuarios del poder que no admiten, hasta hoy, que truncaron su oportunidad de “servir al país” y, al contrario, lo hundieron en una incontrolable espiral de carestía, con los precios del petróleo en su nivel más bajo en tres décadas y el peso cayendo hacia el abismo; ya nos dicen que si se da alguna recuperación de nuestra divisa, ésta podría darse en el verano de 2015. Por desgracia, cuantas veces nos han ofrecido tal cosa no hemos llegado a atestiguarlo: nadie ha sido capaz de frenar los derrumbes ni cuantos aseguran ser sabios en economía y, como tales, dueños de los movimientos universales… hasta los astronómicos. Con perdón de estos profesionales sobrevaluados, tengo la impresión de que el mundo sería mejor sin ellos. Aunque, a decir verdad, los políticos también nos sobran porque entre ellos ya no existen líderes auténticos y a éstos debemos encontrarlos entre la sociedad civil.
Parece un fatalismo irreverente el mío; no lo es. De irse peña –por su menguada salud como salida decorosa-, el Congreso se dividiría de tal forma que NO tendría otro remedio sino escuchar la voz encendida, entre millones de voces, de la sociedad civil ahora con canales de expresión propios –las redes cibernéticas-, y con una mayor facilidad de convocatoria. Apúntese: cuando la colectividad sale a la calle no hay acarreados sino individuos politizados, muchos de ellos ajenos a la partidocracia, cansados de la indolencia y la impudicia políticas. Ya no se trata de exigir la renuncia de un secretario de Estado sino de insistir en el imperativo de modificar el modelo sociopolítico que nos está ahorcando cada vez más. Por eso las protestas no cesan y los cálculos sobre si las festividades navideñas darían una tregua a los elementos que conforman el gobierno están en el aire.
No hay villancicos que nos quiten el malestar ni perspectivas agradables. Temo que, salvo por el alcohol, habrá muchas mesas esta Navidad en donde los silencios serán prolongados, tristes, reflejos de conciencias encendidas que se mantuvieron alejadas de la realidad y del entorno político durante muchas décadas.
También no faltan quienes ponderan que, al final de todo, no pasará nada y que seguiremos enterrando cadáveres sin un solo movimiento por parte de la autoridad suprema; y ello porque, en su interior y no faltos de razón, temen que los desórdenes lleven a una dictadura militar dada la presencia exagerada de los mandos castrenses en los hechos más bárbaros ante los ojos de la comunidad universal. Ya me imagino cómo se pondría el horno si se reprime a más mexicanos por el sólo hecho de exigir la salida de peña nieto de la Presidencia. ¿No es posible? Quienes han caído en esta postura, en el pasado no muy lejano, han debido tragarse sus palabras. No lo olvidemos porque las grandes tragedias y los cambios fundamentales se dan a gran velocidad en el mundo contemporáneo, sin tregua posible.
Faltan unos días para cerrar, dramáticamente, este año terrible que pudo ser el del despegue si hubiésemos creído en las balandronadas de quienes con reformas antinacionalistas creyeron controlar el entorno. No fue así: como castigo divino cayó, sobre todos los mexicanos, como un castigo a la pasividad, la declive de los precios del petróleo y del peso cuya volatilidad comienza a ser muy parecida a los años aciagos del populismo durante los cuales, cando menos, no se marginaba la llamada justicia social sino se exacerbaba el paternalismo, siquiera, para intentar amainar las diferencias de clase. Era demagogia, sí, pero más lo es insistir en que es posible reconstruir, en los cuatro años por delante, cuanto destruyó el peñismo en su caída libre hacia la nada. ¿O qué resultados ofrece? Ni sus reformas, que llenaron de optimismo a los ricachones, han aterrizado. Para colmo, carece de toda credibilidad y ni siquiera su otrora popular mujer “le viste” ante los ojos del colectivo.
Por todo lo anterior, el mejor regalo navideño sería el anuncio de retirada de la cáfila de maleantes que asaltaron el Palacio Nacional en 2012. ¡Fuera ya!
Debate
Detrás de su jefe y creador, enrique peña nieto, el secretario de Hacienda, el también mexiquense luis videgaray caso –se ganó las minúsculas a pulso-, ha sufrido una sustantiva pérdida de credibilidad y de confianza por parte de quienes le observaban como un posible relevo… en circunstancias normales de vista al 2018. Pero no, se parece tanto a su patrón que sencillamente siguió sus pasos como si se tratara de socios dividiéndose el botín… y cayó en las tentaciones del peculado.
No sólo son sus casas, en Huixquilucan y Malinalco, sino sobre todo las torpezas de sus cálculos que nos han colocado al filo del abismo, otra vez. Se dice que no es tonto quien se tropieza una vez sino aquel cuyos traspiés se repiten. Los mexicanos ya llevamos varios golpes debajo del cinturón y pareciera que seguiremos así si no somos capaces de revirar el juego de un sistema hondamente contaminado, por fuera y por dentro. Por cierto, como la espuma se diluyó la posibilidad de recuperar el liderazgo latinoamericano, una secuela más del desprestigio galopante de la administración federal en curso y del presidente peña a quien ya no le alcanza con viajar con su actriz de telenovelas como una suerte de atractivo visual, como diría el argentino Raúl Astor durante sus años de glorificación televisiva.
El señor videgaray también perdió el juego; fracasó, para decirlo con todas sus leras, más rápido de lo imaginable; sólo el controvertido Jaime Serra Puche se precipitó al vacío a mayor velocidad: duró en el mismo encargo sólo 29 días de diciembre de 1994, el año que supusimos como el de la barbarie sin pensar que veinte años después estaríamos peor.
La Anécdota
Quienes sonaban se han quedado sin badajo para hacer vibrar las campanadas navideñas. Busquen posibles candidatos del PRI a la Presidencia y se encontrarán con los ajados rostros de Miguel Ángel Osorio Chong y su segundo, Luis Enrique Miranda. Si no desea un colapso monumental el PRI debería revisar entre los gobernadores por si queda alguna carta. Les queda el consuelo de que en el PAN están bastante peor: no hay líderes ni abanderados a la vista porque los más vistos, dividen, como en el caso de Gustavo Madero. Otros o son muy jóvenes, como Ricardo Anaya, o ya son cartuchos quemadísimos.
En este sentido la izquierda presenta una mayor oferta a costa de pulverizarse: a Andrés Manuel le quieren hacer la competencia Miguel Ángel Mancera, Marcelo Ebrard Casaubón y hasta la nueva corriente de rené bejarano y Dolores Padierna, su esposa, dispuesto a fundar ¡un nuevo partido! Como si quisieran ofrecer en bandeja de plata la continuidad a quienes no la merecen.
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2015 LLEGARÁ, NO TENGO DUDAS DE ELLO. PERO, ¿CÓMO NOS ENCONTRARÁ A LOS MEXICANOS? ¿DE PIE O DE RODILLAS? ESTA ES LA CUESTIÓN DE FONDO; EL MAL GOBIERNO SÓLO SE MANTIENE CUANDO LO TOLERA LA CIUDADANÍA. Y ESTOY CONVENCIDO DE QUE ES MOMENTO DE PINTAR RAYA.

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