Rafael Loret de Mola

Desafío: Mal Sabor de Boca

Pedantería, autoelogios, aplausos institucionales, parodia en su máxima expresión y un profundo desdén hacia las opiniones de nueve entre cada diez mexicanos que lo repudian. En este entorno, brutalmente parcial, el mensaje de peña nieto no fue sino el último de sus grandes actos de manipulación colectiva con el abrazo de los mercenarios del periodismo quienes, gustosos, aprovecharon el último tirón del régimen de la barbarie –física, económica y política- para equilibrar sus inmorales mesadas. Digámoslo con cero cobardía.

El señor peña debió comprar, con millones de pesos que usó del erario como si éste fuera su caja fuerte personal, la complacencia de no pocos editores dispuestos a “suavizar” la salida de quien mintió, siempre, desde su discurso inicial el ya lejano 2 de diciembre de 2012, con el mismo blindaje de siempre en Palacio Nacional, hasta s pretendida rendición de cuentas plagada de mentiras como esa de que nos lega –él, hágame favor-, mejores maestros y mayores estándares en la educación de calidad; sólo faltó que subiera a la tribuna la célebre Elba Esther, la diabólica “novia de chucky” –seguiré insistiendo en el apodo porque me da la gana y para hacer rabiar a quienes todavía creen en la mal entendida caballerosidad que asimila las afrentas y los plantones histéricos de las mujeres públicos, que no de las verdaderas damas-, para hacer redonda una entrega plagada de vergonzosas simulaciones, hipocresías, tranzas pueriles y complicidades abyectas.

Y no hablamos de Victoriano Huerta, el borrachín que vendió la vida de Madero a los estadounidenses entrometidos, sino del peor mandatario de nuestra generación quien exaltó el retorno del PRI a la Presidencia como una prueba fatal de que algo faltaba para fuetear a los mexicanos, como a las tercas mulas, luego de tantas traiciones a la democracia, la peor de todas, sin duda, la protagonizada por los fox en el 2000 cuando la esperanza fue aplastada con las botas y las hebillas con el apellido ultrajante de vicente.

Ahora, toca a juzgar a peña aunque el veredicto ya está dado. Basta observar, sin mediciones compradas por el mejor postor –las encuestas oscuras y los operadores de una mercadotecnia afín a los intereses de los corruptos en línea-, lo que piensan y califican los mexicanos sobre la actuación del futuro presidente para obligar a exigir justicia sobre el fútil perdón ofrecido por el presidente electo SIN la menor consulta a los mexicanos afrentados. NI PERDÓN NI OLVIDO. Y el presidencialismo autoritario sobra. ¿No fue por esto por lo cual votamos?

A la hora del finiquito de peña, los mexicanos estamos despiertos –y eso debe agradecérsele al mandatario electo-, pero pendientes de que las ofertas de justicia y libertad se cumplan… lo que no hemos visto en estos primeros meses de la transición, casi a la mitad de la misma, cuando el dolor ha aumentado al comprobarse ciertas componendas que benefician, sin duda, a dos de los peores líderes sindicales: la “maestra” excarcelada y el “Napito”, quien heredó de su padre al gremio minero, esto es como si fuera propiedad familiar, y retornó a México cual si fuera uno de esos viejos caudillos de la posrevolución; sólo faltaron un tren y los bombines.

Sí, estoy furioso ante tantas vindicaciones de los absurdos.

La Anécdota

Cuando se estrenaba como jefe de gobierno electo –el segundo porque el honor de ser el primero correspondió al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas quien osó decir que MORENA no es de izquierda con los consabidos exabruptos de los jamelgos vendado-, tuve la oportunidad de invitar a desayunar, en un restaurante yucateco de Insurgentes, a Andrés Manuel López Obrador; para los curiosos acotaré que quien pagó la cuenta fui yo y lo hice con gusto. Era ya noviembre de 2000.
En aquella ocasión, Andrés radiografío al presidente con quien conviviría, el señor fox:
–Tú y yo –me dijo- tenemos una formación distinta, revolucionaria. Este personaje –vicente se entiende-, observa a México como una empresa y será difícil lidiar con él pero, al final, ganaremos.
No se equivocó aunque, al final, resultara defraudado por los signos de la antidemocracia y el fraude electoral en 2006. Faltaban aún doce años para la meta, durante los cuales creció su enfado contra los críticos y, por ende, fui relegado del grupo de sus amigos. Mejor, así ahora somos más independientes, más libres, para evitar caer en monsergas pese a los mordiscos de sus perros de caza… como Bartlett y sus incondicionales sin raciocinio.
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