Desafío: La Guerra Electoral
*La Guerra Electoral
*Angustia en Cataluña
Por Rafael Loret de Mola
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De hecho, más allá de los calendarios impuestos por el INE de las mil truculencias, el proceso electoral con miras a la “renovación” de la Presidencia, hace tiempo inició con las consabidas rebatiñas: en el PRI, por cuenta la lucha entre el Jurásico y los no militantes con José Antonio Meade al frente; en el PAN con la escisión de la ex primera dama y los juegos de ajedrez del niño maravilla; en el PRD al perder su identidad aliándose con su antagonista histórico; y en MORENA ampliando coberturas a costa de recoger a los priistas resentidos. Todos pierden coberturas limitadas, porque su base de incondicionales baja cada día, mientras la mayoría de los presuntos votantes NO se sienten representados por NINGUNA de las opciones conocidas y ni siquiera con los aspirantes “independientes” que perderán una millonada a excepción de Margarita y “El Bronco”, financiados con excelencia.
Las batallas han dado inicio, desde luego. Pero acaso la mayor de ellas se libra en las redes sociales a donde tienen acceso casi gratuito –hay quienes pagan sumas enormes por los “Me Gusta” y la cooptación de cibernautas que se ríen de los abanderados desesperados en un ámbito en el que la protesta domina, y de sobra, por las muchas afrentas, precisamente, contra la libertad. Ya no es necesario tener un espacio costeado por el gobierno o sus cómplices para denunciar la barbarie cotidiana contra el periodismo.
La intensa comunicación que existe ahora –impensable en otros tiempos-, pese a la cercanía con las noticias incluso las de territorios alejados no ha logrado todavía contrarrestar la influencia de los malos gobiernos cuya estrategia ruin ha sido la de buscar descalificar a quienes hacen uso de las redes para hacer crecer las voces comunitarias. Los llamados “hackers” o los “bots”, al servicio, sobre todo, de la clase política, también la supuestamente opositora, desvían el propósito central, cuando menos entre los cibernautas mexicanos, de extender las manifestaciones en contra de un gobierno corruptor y asesino.
En el linde estamos entre el conformismo, extendido ya por décadas, y el estallido que algunos comienzan a mencionar como una alterativa ante la ausencia de salidas y de desfogues para una sociedad en estado de indefensión. Como he venido repitiendo: ¿cómo confiar en quienes proponen votar por ellos si no han sido capaces de defender los sufragios en las últimas dos contiendas presidenciales y en la mayor parte de las estatales? Andrés, por ejemplo, se acabó sus créditos ante su débil reacción, casi nula, frente al escandaloso fraude en el Estado de México; y Ricardo Anaya, muy bravito al principio, dejó llegar al precipicio a su candidato en Coahuila, Guillermo Anaya, luego asfixiado por los laudos que fueron reduciendo los gastos excesivos, inmorales, del priista Miguel Ángel Riquelme. ¡Y pretenden jugar con las mismas reglas en ruta hacia Los Pinos! De carcajada.
Ninguna acción ha servido, hasta el momento –ni el cuestionado plantón de 2006 que, incómodo, no concluyó con un derramamiento de sangre como deseaban algunos oficialistas pese a ser injustamente estigmatizado-, para frenar a los devastadores hijos del establishment, empeñados en jugarnos el dedo en la boca.
Sí, las guerras abiertas son muchas. La cibernética, por el momento, va a ser más ardua porque, espero, si tienen un poco de decencia –el mínimo-, las dirigencias partidistas no podrán utilizar sus prerrogativas previamente donadas a los damnificados por los terremotos de septiembre pasado; si hay campañas demostrarán que sirven a la oligarquía y no a quienes aseguran representar tantos farsantes.
¡No queremos campañas proselitistas!
La Anécdota
La mayor angustia que tienen los independentistas catalanes es si su equipo de mil amores, el Barsa, seguirá o no en la liga española. El noventa por ciento quiere la emancipación pero el cien no desea perderse el clásico contra el Real Madrid ni cambiarlo con un encuentro con el PSG de París, cada vez más blindado.
Es de risa loca. Con la misma tesitura superficial prohibieron por allá las corridas de toros acaso porque veían en los cuernos, de modo distorsionado, a los Borbones y sus “porretas” como ellos dicen. La cuestión de trazar el destino es cosa es seria y no un juego de cubilete.
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