“Aquellos que piensan que habrá democracia en este país, pueden pensarlo en otro mundo”
Por Francisco Tomas Gonzalez Cabañas
Lo más trágico y penoso de la presente frase es que podría ser aplicada en distintas aldeas occidentales, que vivencian diferentes turbulencias en los llamados procesos democráticos, que cada vez para más, no son tales, o son apenas democracias formales, apocadas, inciertas, abrevadas, apostrofadas como procesos pos democráticos que van perdiendo sus características que tal vez nunca tuvieron, como mayor participación, decisión o intervención en el poder por parte de los representados. La democracia estancada, aquerenciada, estaqueada en el postureo de lo electoral, de la jornada de votación, deviene en una suerte de Bonapartismo o Cesarismo, remozado, en un autoritarismo plebiscitario al que en todos los casos, a nivel general, deberíamos contribuir para modificarlo.
Esta es la propuesta presente desde del campo de la intelectualidad. Como acto simbólico, disponiendo la perpetración de un congreso de intelectuales en la tierra del mundo, de acuerdo a organismos internacionales en donde menos de libertad de expresión existe, por obra y gracia de un dictador, bestial, que a nivel conceptual, se reconoce como tal, desafiándonos en nuestro sentido de solidaridad y de entendimiento colectivo.
Es decir, sí no reaccionamos ante esto, o sólo lo hacemos, votando para que desde Estrasburgo se brinde un premio Sájarov, a uno o un grupo de mártires que han decido hacer de esta causa, un apostolado, estamos demostrando que Isaías, en verdad tiene razón, con el agravante de que su país, es en realidad casi todos los países donde los habitantes de los mismos creemos estar viviendo bajo el yugo de lo democrático.
El dictador es brutal en su certeza y afirmación, sí no hacemos algo para modificar la realidad de la misma, lo único que nos diferenciará es que nosotros desde nuestras aldeas supuestamente democráticas, sólo tenemos de tal, la suposición, la idea o la expectativa de esa democracia en promesa eterna.
Propuesta para Democratizar Eritrea, quién precisa del apoyo de los intelectuales del mundo y de la que mediante tal experiencia podríamos forjarnos una mejor democracia en todas y cada una de las aldeas democráticas que creemos estar habitando.
Sí bien la cuestión del poder, siempre ha resultado (tal vez tras el histórico planteo Platónico del gobierno de los mejores) para los intelectuales, manejable tan sólo desde lo teórico, existimos quiénes, consideramos que la acción es previa al conocimiento y que por más que este, nunca se traduzca en lo cierto, lo verdadero, por ende lo absoluto (como la democracia que por ello es y será siempre expectativa) cayendo en tal persecución en abstracto en una omisión de actos perpetrados contra la humanidad toda, creemos tener la obligación para con nosotros mismos y nuestros conciudadanos (a riesgo de error filosófico, entre otros riesgos) el poner lo que seamos, desde el campo intelectual, al servicio de los ciudadanos de Eritrea (quiénes están sometidos por el gobierno considerado a nivel internacional, que más ocluye la libertad de expresión ) y de aquí una de las razones, sino la principal del porque apoyar a la ciudadanía de Eritrea, como punto prioritario o punto de partida y no a otro país del globo, por hombres destacados de la cultura y de la intelectualidad.
El planteo concreto, puntual y específico, es que todos aquellos, que hemos organizado, propiciado o hemos sido parte de algún congreso internacional tanto de filosofía como de las ciencias humanas, podamos organizarnos para en una fecha a definir para poder llevar el volumen de nuestras consideraciones intelectuales a Eritrea y tras la presentación o coloquio, poder intercambiar un diálogo en calidad de aporte, de suma constructiva, a las autoridades civiles y ciudadanos interesados, para que no sólo puedan considerar útil o no las perspectivas que les dejemos, sino y por sobre todo, que se sientan parte de lo que son, parte de un mundo, que los considera, y parte de un campo que nos hermana o al menos nos debería; el intelectual.
Desde ya que es toda una complejidad en sí misma, y probablemente el escribir sea lo más sencillo, o al menos, en lo que uno tiene más despuntado el hábito, de todas maneras, me veo en la obligación de al menos considerar mi punto teórico desde el que parto. Independientemente del que nos podamos liar, con las discusiones intelectuales, la intención, en este caso sería, que lo narrado sea un punto de partida, que nos conduzca a la acción, ut supra, planteado (El congreso filosófico o intelectual en Eritrea).
Antes de lo estrictamente razonado, a todos y cada uno de los que tomen contacto con esta propuesta, en caso de que la compartan o le despierte un interés, se aguarda y espera, la participación activa para que esto que puede ser tan sólo una idea, se transforme con la energía de todos en una acción que lleve más humanidad a uno de los lugares del mundo donde menos humanidad se ejerce, y que con ello, todos seamos, luego, un poco más humanos en los diferentes lugares en donde vivamos.
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