Desafío: Gobernadores Léperos

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El doctor Pedro Aspe Armella, maestro de varias generaciones de economistas, si bien los “sabios” son los únicos útiles para la causa de una falsa estabilidad bastante endeble, acuñó la sentencia sobre la miseria vista como un “mito genial”; acaso el desliz le llevó al precipicio y ya no pudo siquiera mostrarse como opción presidencial como fue su deseo durante el transcurrir del sexenio salinista cuando se saludó, con euforia, el superávit de las finanzas nacionales basadas en los precios históricos del crudo mexicano y la venta de paraestatales, incluyendo algunas de las más rentables como Telmex.

En la misma línea, el robusto doctor Agustín Carstens Carstens, proveniente del Fondo Monetario Internacional, ancló en la secretaría de Hacienda sólo para adelantar que sufriríamos un catarrito, a la vista de los sacudimientos de 2008 que, al igual que en 1994, habría de convertirse en pulmonía con escasos medicamentos para asegurar el alivio pese a las reservas del Banco de México a donde sería enviado el personaje a la mitad del sexenio calderonista; desde luego, éstas bajaron, considerablemente, en el primer semestre del año como efecto de la volatilidad del peso, la caída de los precios del petróleo –que en algún momento se fijaron por debajo de sus costos de producción, esto es en menos de veinte dólares por barril-, y el preocupante Bretix inglés por el cual se determinó la salida de Inglaterra de la Unión Europea en los próximos dos años, no antes, para que nadie sea sorprendido por los efectos de la medida… ni siquiera los descuidados funcionarios mexicanos.

Por desgracia, México tiene pésimos administradores. El viernes pasado, 24 de junio, el doctor Luis Videgaray Caso, presidenciable y uno de los funcionarios más dañinos del desahuciado régimen peñista, buscó la manera de tranquilizar a los mercados y los especuladores tras el anuncio de la victoria del Brexit en la Gran Bretaña. Ocasionó, con sus palabras, mayor incertidumbre y una oleada de interrogantes sobre nuestro futuro al asegurar que los “fondeos”, ahora y hasta el fin del año, están blindados, supuestamente, gracias a la liquidez bancaria y la del gobierno cuando se percibe una paralización preocupante en las obras y servicios públicos. Hasta de la inminente privatización del agua se habla.

En las condiciones actuales, México parece estar a la deriva y ello se refleja en la permanente devaluación del peso ante el dólar y el euro, las divisas dominantes en el mundo occidental, ante la fuerte especulación de los mercados bursátiles que definen el comportamiento de las divisas según las presiones internacionales. En Europa, por ejemplo, tras el anuncio de los británicos, contrariando la postura del primer ministro, David Cameron –en el puesto desde mayo de 2010-, se vio de inmediato que esta elección podría resultar catastrófica para el resto de los europeos y los mismos mancebos de la Corona que aún ostenta la nonagenaria Reina Isabel II, quien también deberá estrecharse la cintura pese a su condición de ser la dama más rica del mundo.

En España, por ejemplo, se prevé que la libra no podrá soportar la presión del euro y reducirá sus márgenes de ventaja afectando el estatus y el poder adquisitivo de los ingleses quienes, por ejemplo, ya no podrán viajar fuera de su país lo que significaría un golpe a la economía de sus vecinos europeos; en Madrid se estima que cuatrocientos mil británicos dejarán de llevar divisas a su país con los efectos de ello, es decir con una mayor proclividad a la crisis económica que hace unos meses… y esto ya es bastante.

Pero, pese a la sorpresa mundial –pese a que el Brexit ganaba puntos cada día antes del plebiscito y se colocaba por encima de quienes apostaban por seguir en la Unión Europea-, la soberbia inglesa ante el temor de igualar a la libra con el euro, y creyendo que ello sería fatal –cuando resultaba todo lo contrario porque así aumentarían sus expectativas y harían más competitivos sus productos en la región-, optarían por separarse. Debe aclararse que Inglaterra nunca estuvo en la llamada “comunidad euro” y su moneda, la libra, se mantuvo a pesar de aceptar la influencia europea hasta ahora.

Quizá también privan ciertos resquemores. El liderazgo alemán, bajo la ejecutora del Cuarto Reich, Ángela Dorothea Merkel, aumentó en forma considerable ante la debilidad de sus naciones aliadas, sobre todo España, Grecia y la recién ingresada Turquía, y las amenazas terroristas incesantes con graves saldos en Francia, la misma España y, por supuesto, la capital de Inglaterra. Dos factores de enorme peso que contrariaron a los súbditos de la longeva reina, cuando las monarquías debieran estar en desuso por su impronta feudal, hasta escalar las montañas del absurdo.

Siempre me he preguntado si el mundo sería mejor o peor sin tantos economistas cuya prepotencia tiende a la depauperación colectiva mientras la elite acapara fortunas y las aumenta a cada caos global. Hasta en las épocas del trueque las cosas no eran tan complejas y los tsunamis financieros podrían controlarse con cierta facilidad aun con la inevitable y permanente cauda de pobreza. Porque, claro, la riqueza sobreviene partiendo de la miseria de muchos otros; por cada millonario cuenten usted, cuando menos, entre cincuenta y cien ciudadanos atados por sus bajos ingresos, entre la vida sumisa y la muerte por asfixia.

Esto es lo que llamamos desigualdad social, muy pronunciada entre nosotros y a la que sufrirán, siempre con mayores distancias, los británicos sujetos a sueldos poco satisfactorios. Con ello, claro, la aristocracia no estará feliz ante las reacciones de las clases media y baja porque, casi con seguridad, se exigirán mayores estipendios recortando los de sus malos gobernantes e igualmente los lujos de la Corona ya intolerables desde la perspectiva global y sólo explicables por un orgullo absurdo por parte de la población, fascinada por los ritos monárquicos aun cuando les salgan muy caros.

Vean ustedes cuanto ha pasado en España, precisamente, tras la abdicación de Juan Carlos de Borbón quien exhibió las miserias del modelo. Déjense ustedes de cacerías de elefantes y líos de faldas, la secuencia de los Borbones –con sangre mexicana como ya he explicado, sobre todo en mi obra “El Alma También Enferma”-, ha sido francamente absurda y representa, aunque lo nieguen los poco doctos, el continuismo del repudiado franquismo que se dio el lujo de marginar al sucesor verdadero de Alfonso XIII, Juan el Conde de Barcelona, para entregarle las riendas a Juan Carlos, todavía reverenciado en las plazas de toros como si con ello se exaltara al pasado sobre el legado presente de una monarquía caduca. ¡Es casi siniestro!
Monarquías y parlamentos deshechos son rastrojos que se diseminan por los nuevos aires con ímpetus sociales. A ningún desempleado, ni aquí ni allá, le hace gracia mantener a los privilegiados del régimen a costa de la miseria que va generalizándose sin remedio; a cada paso, mayor incertidumbre, desconfianza y enfado. No es sólo por los maestros, en nuestro caso, sino como referente de las graves distancias entre los mayores multimillonarios del planeta –algunos de ellos criminales como Germán Larrea Mota-Velasco, el zar de las minas en donde vuelan sus obreros por las condiciones infrahumanas en las que laboran, lo mismo desde hace siglos-, y quienes laboran para ellos premiados con ingresos insuficientes y muy por debajo de su propia productividad. Esta cadena insufrible, atentatoria de los derechos humanos, es la que puede reventarse en cualquier momento; y lo hará, no quepa la menor duda.

Me resulta difícil explicarme por qué no se prevén los movimientos financieros, tantas veces oficiosos y convenencieros para la apretada comunidad de poseedores de grandes fortunas. Pero así es. Y hay que comenzar por este hecho para alcanzar la cada vez más lejana justicia social.

Debate
Para desgracia de los mexicanos, las interrelaciones entre nuestro país y España –no tolero que se mencione a ésta como la “madre patria” negando con ello las valiosas raíces indígenas y el legado de quienes habitaban esta tierra antes de ser hollada por las cabalgaduras hispanas-, son muchas veces determinantes para situar nuestra propia perspectiva. Lamentablemente, en no pocos renglones, la nueva conquista –odio este término porque México, como tal, no fue sometido sino al contrario-, parece haberse consumado.

Las onerosas inversiones ibéricas, en terrenos estratégicos como el financiero amén de las comunicaciones y las energéticas, nos colocaron en el linde de la constante depreciación. Basta considerar que la volatilidad del peso se debió a que las instituciones financieras con sede en Madrid o Barcelona –con inclinaciones en pro de una República-, acapararon y lo siguen haciendo los 400 millones de dólares que, cada día, colocaba en el mercado el Banco de México para paliar, o lo pretendía cuando menos, la especulación y las presiones sobre el peso. Gracias a la fuga de estas divisas la crisis nos ha pegado más duro que en el resto de Latinoamérica y sin que el gobierno alerte y tome medidas contra la despreciable especulación.
Ahora no fueron caballos sino bancos, con la complacencia de un gobierno cómplice.

La Anécdota
Va la lista de los peores gobernadores, todavía vigentes, con la inclusión de los léperos que provocan a sus pares, como en el caso de Querétaro, mal gobernada por Francisco Domínguez Servién, panista y provocador de baja calaña. Sin embargo, aun con sus desafíos insolentes a los mandatarios priístas que dejarán de serlo, colocando al PAN como una especie de guillotina para culminar venganzas personales, no está entre los cinco peores:

  1. Javier Duarte de Ochoa, de Veracruz, quien debiera estar ya en la cárcel y no pavoneándose en Yuneslandia.
  2. César Duarte Jáquez, de Chihuahua, ladrón y represor.
  3. Egidio Torre Cantú, de Tamaulipas.
  4. Rubén Moreira Valdés, de Chihuahua.
  5. Rafael Moreno Valle, de Puebla.

Ya sé que me llegarán mensajes provenientes de Quintana Roo, Tabasco, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Guerrero, Guanajuato, Morelos, Chiapas, Colima, Michoacán, Yucatán y de cada uno de los rincones del país. Así están las cosas.

Por todo el país se difunden las quejas y los rencores. No hay entidad a salvo.
Algunos me preguntan si esta circunstancia es el inicio de una nueva Revolución.
No es así. Existen muchas resistencias y si queremos salvar la paz es necesario exigir,
con voces muy altas, la salida de peña y sus secuaces. No le tengamos miedo al futuro.

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