Desafío: El Gato se Exhibe

  • El Gato se Exhibe
  • Presidencialismo
    Por Rafael Loret de Mola

Las esquirlas de los bombardeos de nuestra colorida guacamaya, saqueadora de los archivos de la SEDENA, comprometen a tal punto a la administración de AMLO que en cualquier otra nación democrático o con ribetes de serlo, ya habría sido destituido el mandatario, ojo, quien obedece y no ordena. El mandante, como en el caso de México es otra cosa. Aquí más bien se aguarda que todas las iniciativas, incluyendo la posibilidad de su retiro, devengan del titular del Ejecutivo por una perversa confusión sobre lo que significa, en la Constitución, el término de presidencialista, un concepto, por cierto, alejado del autoritarismo porque, a la par, se sitúan los poderes Legislativo y Judicial… en la teoría desde luego.

México es una nación de instituciones sumisas cuya importancia depende del criterio del mandante o, como escribiría Daniel Cossío Villegas, del “Estilo Personal de Gobernar”, una sentencia que venimos acreditando sin poder salvarnos de ella, mucho menos bajo el “gatopardismo” de Andrés, una doctrina que indica transformarlo todo para no cambiar nada como reza la novela de Guissepe Tomassi di Lampedusa en la década de los cincuentas de la centuria anterior. De allí el libro titulado “El Gato Pardo de Andrés”, de Rafael Loret de Mola, editado en 2020 en plena pandemia.

Lo cierto es que la guacamaya -el hackeo de información clasificad de la SEDENA-, venció a la chachalaca, el pájaro de chillidos escandalosos que suelen escuchare en el sureste del país, allá por donde nació el mesías de Macuspana; y no para la primera en cuanto a la difusión de hechos condenados al silencio pero que afloraron y constituyeron un bombazo más devastador que los bombazos sobre la vulnerada Ucrania que no sabe rendirse y va alejando a los rusos invasores.

Lo trascendente del hackeo podemos observarlo de dos perspectivas:

1.- Como una presión militar a la llamada 4T dada la ausencia de pronunciamientos de los mandos a los informes, hasta ahora dados, que pueden seguir poniendo en jaque al régimen de AMLO.

2.- La relevante percepción acerca de que tales documentos exhiben al poder castrense, elevado por gracia de López IV, al punto de colocar en una situación intolerable a varios de los miembros del gabinete presidencial y al propio mandante. Sobre todo, insisto, al frustrado ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quien es desnudado por haber colocado como su secretario de Gobierno, en Tabasco hace pocos meses cuando gobernaba a esta entidad, a un elemento ligado a los principales “capos” de la región.

Repito: si tal no es suficiente para doblegar al mandante, enfermo además, debiò serlo, cuando menos, para precipitar hacia el abismo al señor Adán Augusto quien pretenciosamente sigue refugiándose en su calidad de ex “corcholata” por aquel slogan francamente ridículo: #quésigalópez, presumiendo por tener el mismo apellido que Andrés Manuel.

En lo anterior se finca la degradación del quinquenio con diez meses más que encabeza López IV hasta el primero de octubre de 2024, esto es dentro de once meses y días. Se acaba el tiempo y acaso ¿quedarán impune las decisiones defraudadoras de López Obrador?

De allí deriva la discusión acerca de si se debe actuar para apurar la salida del presidente, a través de la llamada oposición y los grupos civiles que se han rebelado, o si debe asegurársele el recorrido final del mismo considerando que será después -lo que nunca ha ocurrido- cuando se le juzgue una vez cumplida una responsabilidad… que ya no ejerce bajo la autoridad de las fuerzas armadas, de todas ellas, que lo rodean y someten.

La discusión es interesante porque, como en los casos de Panamá Papers y Pandora Papers, en ninguna otra nación en donde se han denunciado delitos cometidos por presidentes y sus cuadros de mando -en Perú se acusó a cinco expresidentes y solo cuatro fueron detenidos porque uno de ellos, Alán García, se suicidó antes de pasar la vergüenza histórica de ser arrastrado ante los ojos de quienes creyeron en él-, se han parapetado los funcionarios exhibidos sin género de dudas dejándoseles descansar en su respectivas heredades.

La Anécdota

De allí si López no se va antes del término de su mandato -como alegan algunos miembros de la oposición-, México perdería la oportunidad de reestructurarse y renacer sin temor a revueltas -en ningún caso se han dado en otras regiones por esta causa- o traspiés; ha sido todo lo contrario cuando han cesado los mandatarios de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Perú y otros más: se limpian las casas, en algunos casos se rehabilitan integralmente o se derrumban y se levantan de nuevo sin el menor perjuicio colectivo.

Y quienes, contrarios al desempeño de AMLO, insisten en que se quede hasta el final, aducen que solo así será constitucional el cambio de estafeta y solo entonces habrá de pedirle cuentas el colectivo afrentado. Pero lo mismo sucedió en sexenios anteriores, no se diga durante los cuatro años finales de Peña en la residencia oficial de Los Pinos, desde la tragedia aún oscura de los normalistas de Ayotzinapa que le dio la vuelta al mundo el 26 y 27 de septiembre de 2014. Y así hasta hoy, bajo una oscura impunidad que se reflejó en las acusaciones contra los militares que acaso respondieron con los cantos estridentes de la guacamaya.


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