Desafío: El Final del Túnel

  • El Final del Túnel
  • Hipocresía de AMLO

Por Rafael Loret de Mola


A quien le endilgó elogios al por mayor el presidente de un país siempre afrentado por USA, Donald el rufián, intentó cuanto tuvo en su mano para ensuciar la democracia de su país con alegatos sin fundamentos y ni una sola prueba tratando solo de descalificar los votos por correo cuando Louis DeJoy, el director de la oficina postal de Estados Unidos, es uno de los mayores incondicionales del pútrido señor Trump, podrido sí con el dinero mal habido a través de transacciones sucias y enredos ilegales que no le han hecho mella por la gracia de la inmunidad presidencial. Por eso fe capaz de pretender incendiar a la democracia con la absurda toma del Capitolio a manos de sus vándalos claramente adiestrados.

Alarma que la sociedad estadounidense esté dividida y radicalizada como en ninguna otra época desde la guerra de secesión entre 1861 y 1865, cuando la abolición de la esclavitud decretada por un estadista con pudor y vergüenza, Abraham Lincoln, desató el enfrentamiento con los sureños a quienes no les convenía pagar por la mano de obra… lo mismo que ahora al explotar a los llamados indocumentados, buena parte de ellos de origen mexicano, con sueldos de hambre; y aun así ahorran para enviar remesas a sus familiares -tres mil 560 millones de dólares en 2020-, pasando por las manos del miserable Ricardo Salinas Pliego quien fundó un banco, el Azteca, gracias a las comisiones cobradas a nuestros compatriotas que no encontraron oportunidades de trabajo en su patria… ni las encuentran con todo y la farsa de la 4T –la cuarta tragedia-.

Trump rompió con la democracia y radicalizó a sus gobernados hasta el extremo de organizar manifestaciones frente al Capitolio, que fue de hecho tomad por huestes enloquecidas, para protestar por el supuesto “fraude” electoral de noviembre último; ni él mismo lo cree pero se aferró, hasta ahora, a su ridícula postura, intransigente y ruin, que le llevó al grado de pretender declarar una ley marcial para ejecutar una suerte de golpe de Estado. Es, sin duda, un criminal… y no solo por esto. ¡Y todavía algunos lo justifican porqué llamó “maravilloso” al intocable mesías de Macuspana!

Solo eso faltaría: que un sujeto xenófobo, intransigente, soberbio por su fortuna y déspota contra quienes lo cuestionaron, desde miembros de su gabinete hasta periodistas críticos, pretendiera permanecer en la Casa Blanca –la de Washington porque la de México se pudre sin que se haga justicia contra los predadores Peña-Rivera-, a golpes de presiones bajas, como el cañonazo contra el estado de Derecho que le reviró porque, con los incidentes en Washington, hasta representantes y senadores republicanos le voltearon las espadas salvo siete imbéciles, y considerandos sin sustento con la mira puesta en la extensión de su inmunidad presidencial. Pero no, la farsa está por terminar, esperemos, con un gran desgaste para la democracia estadounidense. Perdió USA, bajo el trumpismo, toda autoridad moral si es que tenía alguna; tal es la herencia de Joe Biden quien, a sus setenta y dos años, se apresta a rendir protesta el venidero 20… con Kamala Harris lista para el relevo por si la edad de Biden combinada con las presiones del cargo logran lo que no pudo Donald.

Por este antecedente, tan tremendo, es obligado que el INE, en México, NO PERMITA JAMÁS que el titular del Ejecutivo federal se entrometa en los comicios ni en los de este año ni en los subsecuentes habida cuenta de que los daños por la pandemia han acelerado los rencores y despojado hasta del elemental decoro a las autoridades, sobre todo al aspirante a nudista López-Gatell quien mientras morían cientos de mexicanos se fue de vacaciones a Oaxaca actuando a contrario sensu de lo que pidió a la comunidad nacional: quedarse en casa y no salir de viaje con motivo de las Navidades. Ahora, si hubiera vergüenza en la Presidencia, debía él retirarse a su casa, renunciando a su cargo, siquiera para aliviar el rechazo de los mexicanos.

La Anécdota

Y todavía nos falta citar el caso de Julian Assange, una más de las burlas de AMLO. La invitación de éste para brindarle asilo político no tenía otra intención que aparecer como un adalid de la libertad de expresión cuando el mundo ya lo observa como un represor de la misma. Hay innumerables casos que lo demuestran y, por ello, el Canciller Marcelo Ebrard tuvo la brillante idea de “equilibrar” el perfil del mandatario mexicano mostrándolo como un receptivo admirador de Assange. Falacia pura.

Lo que sí logró fue ensanchar la distancia entre él y Biden quien, por supuesto, no pudo ver con buenos ojos esta intentona absurda cuando Inglaterra se aprestaba a extraditar a Julian siguiendo una senda plagada de amoralidad y cerrazones mentales. No puede perseguirse, jamás, como si se tratase un delito, el propósito primigenio de informar; proceder así es violentar la vigencia de los derechos humanos más cuando se trata de la mayor potencia del continente.

De nuevo, el presidente López Obrador se puso en evidencia; más bien otra vez hizo el ridículo.


E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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