A estas alturas del recién inaugurado proceso electoral, con incertidumbre sólo en la fusión de la ultra derecha y la izquierda dubitativa, el PAN y el PRD para ser más precisos, es obvio que se han dado ya movimientos de piezas y estrategias ante la sorprendente reacción de la clase política, la sorpresa de parte del electorado y las encuestas que n dejan tranquilos a los aspirantes y sirven para inducir caminos que, acaso, no habrán de recorrerse. Ni modo que con tan poco se olviden las afrentas.
Veamos:
1.- Para desconcierto de muchos, el simpatizante priista, José Antonio Meade, exhibe una seguridad pasmosa ante la evidente repulsa de la ciudadanía al peñismo y al PRI. Más allá de pujas internas es evidente que éstas cesaron en cuanto se produjo el “destape” y comenzó a hablar el aspirante, con suavidad en la voz y dureza en los conceptos sobre sus adversarios. Y esto, la verdad, no lo esperaba nadie.
2.- El llamado Frente Ciudadano, como pronosticamos a tiempo, debate por su supervivencia a sabiendas de que, por primera vez, la derecha y un sector de la izquierda se unen con el objetivo común de derrotar a Andrés y su MORENA, sin darle importancia, hasta hace unos días, al abanderado priista. Contra Ricardo Anaya se da un fenómeno similar al del TUCAM –todos unidos contra Madrazo-, fenómeno que desplazó, con no pocas traiciones de algunos gobernadores, a Roberto Madrazo Pintado en la candidatura priista de 2006; el nocaut de éste fue fulminante. Ahora, empujados por Ernesto Cordero y Javier Lozano, no pocos panistas de cepa contrarían a el llamado “niño maravilla” y lo remiten a una espiral derrotista.
3.- Finalmente, Andrés y sus incondicionales, siguen seguros de vencer pero no toman a chiste ya al supuesto priista con quien compiten. El tercer sitio que tenía el PRI al arrancar se ha convertido en segundo con el dispendio de una propaganda excesiva que, creemos, no podrá aguantar hasta julio del 2018, un año que se espera oscuro en diversos renglones, desde la política internacional hasta el paso financiero en manos de personajes cercanos al nefasto carlos salinas.
Todo cambió como en una suerte de perinola inquieta en donde todos perdemos o ganamos, en este caso lo primero, máxime que las reglas del juego electoral se mantuvieron inamovibles. Y tan solo en una semana. Imagínense las volteretas que se producirán en cuanto entre un poco más de calor –ahora hay mucho frío-, en las voces y los puños alzados. Insisto: en ausencia de liderazgos que garanticen la gobernabilidad, esto es más allá de las simpatías personales, el país parece ir a la deriva a la catástrofe.
Son muchos más los defectos que las virtudes en cada uno de los presuntos dispuestos para la simulación. Imagínense Andrés quiere hacer una encuesta, entre los suyos, para resolver si él es quien quieren como abanderado… ¡luego de fundar un partido para ello! Y Meade pretender insistir en su insostenible posición de simpatizante del PRI para cooptar a los inconformes con el liderazgo panista –fox ya lo elogió y calderón no tarda en hacerlo-, que se arrima al PRD sin que el toro le embista.
La Anécdota
Y es aquí en donde los riesgos sociales, derivados de las encuestas, hacen agua. Por principio de cuentas, el sondeo publicado al día siguiente del destape de Meade que sitúa a éste en segundo lugar a sólo cinco puntos y medio bajo el registro de Andrés –una diferencia que delinea que tan sólo si gana dos puntos más y Andrés baja otro tanto, hablaríamos de un empate técnico, cuando ni siquiera había abierto la boca el “simpatizante”-, no pudo ser más impreciso y tendencioso. La diferencia es mayor, pero no inalcanzable.
El hecho es que la maquinaria oficial está a todo lo que da; sólo en 2000 no fue así porque incluso en 2006, fox operó con fuerza más para detener a Andrés que para apoyar a calderón, como él mismo confesó. La realidad es que pretenden movernos el dedo en la boca; sólo que la sociedad ya parece haber aprendido la lección. ¡Cuidado!
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