Desafío

*El Caos Post-Chapo
*Ejército Incómodo
*Narcos Extraditados
Por Rafael Loret de Mola
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La verdadera catástrofe es la pérdida sustantiva de nuestro poder adquisitivo, la caída dramática en el precio de la mezcla mexicana de petróleo, por debajo de los 24 dólares por barril -tres dólares menos que el costo de extracción-, y el alza injustificada del dólar a más de dieciocho pesos por cada verde divisa. Estamos en el abismo.
Nadie entiende la disparidad de versiones sobre la aprehensión de Joaquín Guzmán Loera –de la carretera al motel con montajes de pósters al calor de los chantajes más ominosos pero prevaleciendo la imagen original con una imagen de Angélica cuando era el icono de los talleres mecánicas y aún lo es-, salvo si se trata de parodias armadas de acuerdo a los intereses de la superioridad para, sobre todo, ganar puntos en cuanto a los decaídos niveles de popularidad del señor peña nieto, quien no ocultó su alegría con la re-re-captura del célebre sinaloense considerado como el “mexicano más famoso en el mundo” como antes lo fue, allá por la década final del siglo pasado, Rafael Sebastián Guillén Vicente en su personificación del “subcomandante Marcos”; como “Galeano”, a partir de la muerte del autor de “Las Venas Abiertas de América Latina”, sólo ha tenido apariciones histriónicas escasamente revolucionarias. Sólo falta que comiencen a circular camisetas, plumas y lápices con la figura de Guzmán Loera como signo de rebeldía juvenil y de combatiente contra el Estado de Derecho.
Recuerdo que, en 1986, tras la aprehensión de Rafael Caro Quintero, hoy prófugo gracias a la extraña complicidad de jueces y tribunales amén de solicitudes de extradición a los Estados Unidos planteadas cuando ya había salido de la prisión, se produjo un espejismo colectivo que tendía a imitar al criminal por cuanto a la vida de lujos y a su capacidad para ejercer de “villano favorito”, entre niños y jóvenes. Fue en este punto, además, con el régimen de miguel de la madrid situado entre el entreguismo, la cofradía de la mano caída –cuyo cabecilla era emilio gamboa patrón-, y la renegociación unilateral de la deuda externa, actitud que fracturó las relaciones entre las naciones latinoamericanas, cuando el presidencialismo descompuesto dejó de ser un anhelo para los infantes mientras ocupaba el sitio de la ilusión la historia de los cárteles y de los principales sicarios.
La tergiversación fue de tal magnitud que, tras esta experiencia difícil de digerir, el superior gobierno restringió los relatos sobre las hazañas de los grandes capos aun cuando, por las desviaciones formativas de una sociedad enferma, no dejaron de ser deslumbrantes por la facilidad para obtener dinero fácil a costa de unos cuantos enfrentamientos con las infiltradas fuerzas armadas. Por si fuera poco, trascendió la vida de sultán que se daba, en principio en el penal de Santa Martha Acatitla, el famoso Caro, quien promovías funciones bajo una carpa instalado en los patios a donde acudían rutilantes expertas en los juegos del “tubo” con seguimiento hacia las celdas muy bien acondicionadas.
Recuérdese que, años atrás, en 1971, David Joel Kaplan, protagonizó lo que se conoció como la “fuga del siglo” y es precedente ineludible para explicar las “hazañas” de Guzmán Loera. En aquel entonces, el reo estadounidense salió del penal de Lecumberri –que ahora atesora el Archivo General de la Nación acaso para cerrar las huellas de aquel escándalo-, cuando un helicóptero descendió en el patio central del reclusorio, recogió a Kamplan y huyó sin que ningún radar ni cualquier otra aeronave lo siguieran. Eran arreglos, digo, tan sofisticados como inverosímiles en plena “cola” de la represión iniciada en 1968 en Tlatelolco y concluida el Jueves de Corpus precisamente de 1971. Jamás se indagó al respecto a luis echeverría, el entonces presidente, como tampoco se hizo lo propio con vicente fox tras la primera fuga de “El Chapo”, en 2001, unas semanas después de la primera alternancia en el Ejecutivo federal. La impunidad ronda sobre las cabezas de quienes fueron rebasados por los delincuentes o acaso bien compensados por éstos.
Para no pocos lectores, quienes me lo han hecho saber, todo cuanto ha ocurrido con las capturas y las exhibiciones presidenciales de sus supuestos éxitos –no se dio la misma cobertura oficial tras el “gran escape”, en julio de 2015, del hombre considerado el “más peligroso” del mundo desde la ejecución de Osama bin Laden en mayo de 2011. Lo curioso es que el sujeto fue nuevamente recluido en el penal de “alta seguridad” de Almoloya en donde ni siquiera se ha colapsado el túnel por donde se fugó.
Eso sí: ya estaba listo para protagonizar la película, con la producción de Sean Penn, sobre “El Escape”; ahora, el señor peña busca a alguna gran firma de Hollywood para relanzar el filme con otro título: “La Captura”. Todo sea en aras de una audiencia fiel y creída, dispuesta a devorar palomitas de maíz en las salas VIP para regocijarse porque, al fin, la sociedad duerme en paz… sin estar en los camposantos.
Hace unos días, en la Plaza México, un conocido gritón, “El profe”, sintetizó el sentir de la sociedad con una ironía superlativa:
–Señores, señores: ya podemos estar tranquilos; “El Chapo” ya está preso.
Una monumental carcajada acompañó al vozarrón y se extendió por algunos segundos con fuertes murmullos. Era el refrendo de la distancia que existe entre los gobernados, ahítos de engaños, y la clase política que reventó en apoteosis –salvo en los casos de Manlio Fabio Beltrones y emilio gamboa patrón-, tras el anuncio de la re-re-captura; esto es como si México hubiera vengado las invasiones estadounidenses y colocado el pabellón tricolor en la conocida y multifilmada oficina oval: son tantas las veces en que se le ha usado como escenografía que me preguntó cuándo trabaja allí el presidente de la Unión Americana; el de verdad, me refiero. Jajajaja.
Desde luego, el escepticismo general tiene una explicación: los quebrantos financieros coincidentes, con el dólar subiendo hasta más de dieciocho pesos –la semana anterior-, el precio del barril de crudo a menos de veinticuatro dólares –el de los Estados Unidos se mantiene a treinta y dos-, esto es tres dólares menos que el costo de extracción, una verdadera aberración comercial, y el poder adquisitivo vencido por las habilidades del voluminoso Agustín Carstens Carstens, el glotón, para que los demás pierdan a cambio de ganar él y los especuladores “bien informados” y avituallados contra los vaivenes del mercado. Ya sabemos quienes ganan siempre, precisamente los mismos que extraen metales del subsuelo, dominan las comunicaciones y ganan barbaridades emborrachando a un alto porcentaje de mexicanos. Algunos de ellos, como ya planteamos, son esclavistas también, sea para la explotación del oro y la pata en Guerrero y entidades circunvecinas, o para la instalación de laboratorios de “vanguardia” en Cananea Sonora, destinados a obtener cobre para asegurar la segunda posición mundial en la materia.
Por cierto, basta ir al cine para descubrir a los cómplices detrás de los mensajes publicitarios: el PRI, el criminal Grupo México, Sanborn’s, el Partido Verde y otros más que atenacean a los espectadores inmutables; yo no me aguanto y grito, ante el azoro de algunos, señalando las componendas viles; perdón por mi falta de urbanidad tan inquietante como la presencia de Ismael “El Mayo” Zambada García en cualquier lugar público de Sinaloa gracias a la burda protección del “gobernador” Mario López Valdés. ¡A otros con los cuentos y pretextos armados desde las oficinas de los mandatarios! Puros farsantes.
Por eso México está atornillado; sobre todo por la cobardía latente de sus gobernantes quienes alistan extradiciones por su incapacidad para asegurar a los delincuentes de alta peligrosidad en el territorio nacional. Y peor todavía cuando ni siquiera mencionan a los “padrinos” de los Estados Unidos –comenzando con la CIA-, que habilitan la circulación y distribución de las drogas a través de la amplia geografía norteamericana.
Debate
La apoteósica secuela luego de “la captura” no fue del agrado del general salvador cienfuegos zepeda, titular de la Defensa Nacional, quien fue relegado a un segundo plano para exaltar los operativos de los marinos mexicanos y los marines estadounidenses, en Los Mochis, la ciudad que habrá de convertirse en set cinematográfico con la venia del “narco-gobernador” Mario López Valdés, próximo a realizar la parada final este mismo año cuando ya comienzan a definirse las candidaturas para sucederle.
¿Tendrán la desfachatez, los dirigentes del PAN y el PRD, de unirse de nuevo, en una alianza turbia, para mantener la línea del falsario, protector del cártel de Sinaloa –sobre todo de “El Mayo” Ismael Zambada-, MALOVA? Nunca el apodo fue más certero: malo-va. Y vaya si fue por todas mediando la escisión de su partido de origen, el PRI más retrógrada, para convertirse en quince minutos en panista, perredista, verde y cuantos colores fueran necesarios. El arco iris pinta, muy claramente, las veleidades del sujeto.
El hecho es que, a estas alturas, los exabruptos del general mencionado revelan otras intenciones: la posibilidad de presionar cuanto esté en sus posibilidades para ser abanderado, del PRI naturalmente, con rumbo a la Presidencia de la República en un viaje al pasado que nos situaría en 1946 con los perfiles del llamado, mal llamado, “presidente caballero”, el general Manuel Ávila Camacho, experto en sutilezas para matar con la mano de su hermano Maximino.
La Anécdota
Es larga la lista de los “capos” extraditados a los Estados Unidos. En el último año son más de cincuenta y si nos vamos un poco atrás la relación sigue de manera alarmante con nombres muy conocidos: Osiel Cárdenas Guillén, El “Güero” Palma Salazar, “La Barbie” Valdez Villarreal y hasta “El Vicentillo” Zambada, hijo del poderoso “El Mayo” a quien nadie busca y puede darse el lujo de deambular por las principales ciudades de Sinaloa como si se tratase de un “ciudadano distinguido” con la anuencia de MALOVA CUYO APODO NO pudo SER MÁS EFECTIVO: malo-va. Y vaya si fue a por todas.
Uno de los primeros en ser enviado a la poderosa potencia del norte fue “el capo de todos los capos” –así considerado-, Juan García Ábrego, líder del cártel del Golfo, en 1996. Para el caso, hace dos décadas con mayor “pudor” judicial se le inventó un acta de nacimiento que lo acreditaba como norteamericano. A sus setenta y un años cumple, en una prisión de Colorado, con ¡once cadenas perpetuas! Seguirá riendo rehén en la eternidad si Dios avala a la justicia estadounidense.

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