Desafío

*Fuera Legisladores
*Asesinos en “Salud”
*No soy “Cementero”

En este espacio, varias veces, hemos insistido en el absurdo de los diputados y senadores llamados ahora “plurinominales”, votados por listas genéricas con el aval de las dirigencias partidistas, ante la ambigüedad de sus funciones. ¿Deben tener el mismo rango de aquellos electos, por el sufragio universal y por ende de manera directa por quienes acuden a las urnas?¿O, por el contrario, debieran asumir la observación como función central tratando de asesorar y, en su caso, corregir las decisiones plenarias? Finalmente, en el extremo, ¿tiene sentido sostenerlos cuando fueron producto, allá por la década de los sesenta, de una especie de acto de contrición de los integrantes del sistema por la recurrencia de los fraudes comiciales y de las migajas entregadas a los perros de la oposición –cuando menos, eso parecían al aceptarlas-?
Hemos contado que el origen del mal se centró en un diálogo coloquial, a las puertas de la residencia oficial de Los Pinos, entre los presidentes Adolfo López Mateos y su huésped, el estadounidense John Fitzgerald Kennedy, quien preguntó al primero cuántos diputados o senadores de oposición tenía el Congreso en México. López Mateos trató de responder, reconociendo la pobre representación disidente, sólo en la Cámara baja y no en la Alta ni en los gobiernos estatales, y apenado lanzó la iniciativa para incorporar a los que fueron denominados “diputados de partido”; al Senado no se le tocó entonces porque, de acuerdo a los ordenamientos constitucionales, en este cuerpo se asentaba la representatividad de las entidades como tales y, por ende, no eran susceptibles a ser producto de operaciones matemáticas para determinar el aval popular: lo suyo debía ser, únicamente, la preservación del Pacto Federal y lo relacionado, por tanto, con la política exterior del país como funciones torales. Luego, como sabemos, se tergiversó el concepto.
Ahora los priístas, para no quedarse atrás en cuanto a la propensión hacia las consultas públicas –mientras más se den menos importancia tendrán para la opinión pública, cansada de diatribas-, proponen a la ciudadanía que evidencie su opinión acerca de si las posiciones plurinominales deben quedarse como están, reducirse en número o, de plano, desaparecer… aunque esta tercera moción no se menciona porque, de hecho, sigue siendo una invaluable arma política para las dirigencias que pueden controlar a sus respectivas bancadas con elementos adoctrinados directamente por la cúpula de mando. Lo de la representatividad popular, en estos casos, es tan incierto y volátil como el concepto de soberanía que radica “esencial y originariamente” en el pueblo. No sé si se refiera la Carta Magna a la heredad de Chapultepec que sirve de albergue a la cerrada población familiar de los mandatarios en turno. De otro modo, la teoría, en la praxis, es sencillamente inexplicable. 
Pues bien, los legisladores priístas quieren acortar a sus respectivos colegios. Ya son demasiados: quinientos diputados –doscientos de ellos por el modelo plurinominal basado en un complejo operativo matemático-, y ciento veintiocho senadores –la mitad de ellos igualmente señalados por sus respectivos partidos para representar sus intereses y no los de sus entidades ni ls de sus coterráneos-. Es evidente que es mayor la ineficacia e inutilidad de los segundos –alguna vez, Vicente Lombardo Toledano, fundador del PPS un partido de acompañamiento con tintes socializantes, llamó al Senado, “ropero de vejestorios” porque allí recalaban los viejos zorros de la política cual si se tratase de una jubilación muy redituable-, sobre el exagerado número de los diputados quienes, en una inmensa mayoría, acaban por aprender sus funciones y cómo realizar los dictámenes y antes formular las iniciativas, cuando están a punto de irse. Por ello surgió la idea sobre la “carrera legislativa” tan en boga.
Entonces, se trata de reducir posiciones en el Legislativo para exaltar a una elite menor, con posibilidades de reelegirse hasta por doce años en sus respectivos cargos, en lo que sería una suerte de politburó al estilo del extinguido Soviet Supremo. Recuérdese la admiración que sentía por éste uno de los fundadores del PAN, Don Manuel Gómez Morín, quien dudó entre definirse como socialista o bien seguir los pasos de una disidencia de derecha con mayores posibilidades de crecer en un territorio hollado y desangrado por los fanatismos religiosos. La Cristiada, con doscientos mil muertos acumulados –un diez por ciento de las víctimas causadas por la Revolución o las revoluciones más bien si tomamos en cuenta los tantos alzamientos bárbaros-, dejó marca indeleble sobre la piel del México institucional. 
Y el duelo se extendió hasta la época cardenista cuando el tabasqueño radical, Tomás Garrido Canabal, ultrajó a los templos, ya los feligreses quienes fueron sacrificados en Coyoacán, con sus “camisas rojas” rémoras de las italianas que siguieron a Garibaldi en Italia durante el siglo XIX. Luego, Mussolini se inventó a las “camisas negras” para exaltar la ferocidad tenebrosa del fascismo. No importa mucho el color sino las intenciones y Tabasco, observado como el “laboratorio de la Revolución” –es la única entidad de la República en donde cuesta trabajo encontrar una Iglesia-, fue la cuna de Garrido quien, como santo y seña, anunciaba en sus tarjetas de presentación su profundo ateísmo: “enemigo personal de Dios”.
Todo ello converge a la idea de que nuestro país no ha seguido más guión que el de las circunstancias y las presiones del exterior para sobrevivir haciendo frontera con la nación más poderosa, entrometida, invasora y avasalladora de la historia. ¡Y se quejan por haber sido invadida una sola vez, en Columbus, por los gloriosos “dorados” de Villa! Además, claro, de los ataques terroristas a Nueva York perpetrados por fundamentalistas que modernizaron la antigua guerra de guerrillas para intentar igualarse al poderío militar de los norteamericanos. Nunca podríamos justificar las muertes de inocentes, pero la historia dista mucho de ser novedosa. 
Lo anterior se corrobora por el reciente asesinato del periodista James Foley, decapitado y filmado en su momento final, que dio lugar a una brutal oleada de ataques aéreos contra las posiciones yihadistas de Irak; una desproporción cercana a la que ha marcado la resistencia palestina ante los pretextos israelitas para avasallar a los habitantes de la Franja de Gaza en operaciones de exterminio, no justicieros. Si esto sucede en la perspectiva universal, ¿qué podemos esperar para México y su ambicionado petróleo? Pues lo que hemos visto ya: la venta de nuestro subsuelo a precios de oferta bajo una reforma que jamás recibió el consenso de los mexicanos y por la cual se negó el derecho a la ciudadanía de opinar sobre una trascendente decisión histórica que revierte cuanto hemos creído desde niños: la expropiación que nos permitió recuperar nuestra mayor fuente de riqueza y, sobre todo, la dignidad nacional. 
Pues bien, ahora los priístas, primeros responsables de las reformas peñistas nunca consultadas ni propuestas durante la campaña presidencial sino instrumentadas por detrás, por la espalda de una ciudadanía inerme, se decantan por solicitar la opinión general acerca de los diputados y senadores plurinominales con la intención de ponerse, de nuevo, las máscaras de la democracia en pleno carnaval político. Sólo faltan los carros alegóricos que podría encabezar, con éxito, la primera dama “más bella del planeta” pero cuidando que no se aceraran sus antecesoras porque éstas nos hacen correr. Y perdónenme la falta de caballerosidad, si lo es de acuerdo a los desiguales criterios sobre los derechos femeninos, uno de los temas más recurrentes en los años recientes. Las modas y los distractores siempre tienen, como sentido y perspectiva, los intereses de la cúpula –no cópula- gobernante. 
Si se trata de consultar, este columnista se adelanta: NO sirven los plurinominales más que para fines partidistas no relacionados con los intereses generales; NO son necesarios sino ara ofrecer posiciones “seguras” y compensatorias a ciertos políticos vistos como “peligrosos” por el grupo presidencial. NO sirven, en fin, para tareas que pueden hacer quienes se ganan la voluntad mayoritaria en las urnas. En fin, si desaparecieran de los jugosos organigramas sería un buen ahorro para el erario, para todos. Más todavía si, en el fondo, existe alguna posibilidad de andar hacia el parlamentarismo liquidando al presidencialismo atávico e igualmente ponzoñoso.
Debate
Es de verdad curioso: a diferencia de cuanto sucede con los políticos en desgracia, por ejemplo las alcaldesas michoacanas vídeofilmadas, por la TV Templaria, en sendas reuniones con el célebre Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, el único narcotraficante que amplía sus discursos con sentido místico, cual si fuera un redentor y no un criminal –no debiera extrañarnos cuando en México surgió la primera guerrilla “pacifista” de la historia bajo el brazo conductor del hoy “pensionado” Marcos, Rafael Sebastián Guillén Vicente-, los empresarios asesinos gozan de todas las facilidades para recibir la absolución judicial; parece que les basta publicar absurdos alegatos en amplias planas de los periódicos de mayor circulación nacional. 
Tal ha sucedido con el Grupo México, encabezado por el nefasto Germán Larrea –“di” en vez de la “ele”-, Mota-Velasco, quien no sólo jamás fue molestado por la negligencia brutal y las condiciones infrahumanas en las que laboraban sesenta y cinco mineros de Pasta de Conchos, Coahuila –a quienes se han agregado diez más calcinados, pulverizados, por el gas grisú y las deficiencias peores a las que prevalecían en Cananea, precisamente, antes del estallido revolucionario-, sino además ha escalado el segundo sitio entre los mayores multimillonarios de México sólo superado por el inefable Carlos Slim Helú, a quien todos ven con la mirada hacia arriba y un gesto de envidia que no pueden ocultar. Es el rey de los movimientos especulativos y de los movimientos de Bolsa geniales, diríamos. 
Otro de los grandes empresarios mineros, Alberto Baillères González, tercera fortuna nacional, invierte ahora adquiriendo dehesas de ganado bravo en España y dejándose entrevistar por los micrófonos de Canal Plus de la capital madrileña. Y ello porque acaba de comprar la ganadería de bravo “Zalduendo”, una de las más cotizadas en la península ibérica y con mayor cartel –no cártel, amables correctores-. Ellos se juntan solos y se exhiben. Como Larrea quien no cesa de publicitar, con descaro, a su empresa Ferromex, en los cines de todo el país, alegando sus condiciones altruistas a través del “Vagón de la Salud”. Pura farsa tolerada, vergonzosamente, por quienes debieran preservar el estado de derecho y nos conducen al “fallido”.
La Anécdota
Mañana, viernes 29, la Fundación Plaza Galerías, en el Distrito Federal –en el cruce entre Marina Nacional y Circuito Interior-, me honrará, a las cinco de la tarde –como en la poesía de Lorca aunque espero con otro destino-, colocando las huellas de mis manos sobre cemento fresco para anexarlas a las de varios personajes que pueblan ya el llamado “Paseo de las Luminarias”. Me siento contento por ello y los invito a asistir al evento. Más me alegro porque, al fin, pude, en algo, alcanzar a mi primogénito cuyas manos ya están grabadas allí mismo, enorgulleciéndome. Cuando menos, no me he quedado muy atrás. 
Por cierto, debo aclarar por la insidia de algunos de mis colaboradores, que sigo siendo “puma” de corazón y lo seré hasta el final. Lo digo por aquello de que a alguno se le ocurra señalarme como “cementero”. No importa que nos ligue, por el momento, la fatalidad. 
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WEB: Próxima reinauguración.
E-Mail: loretdemoa.rafael@yahoo.com
TRAS EL TERREMOTO DE 1985, MI INOLVIDABLE AMIGA, MARGARITA MICHELENA, GRAN ESCRITORA Y PERIODISTA, APUNTÓ UNA VERDAD ENORME: PESE AL COLAPSO DE LAS SEDES DE ALGUNAS SECRETARÍAS, NADIE LAS EXTRAÑABA; MÁS BIEN, COMO ELLA ACENTUÓ, SOBRABAN. LO MISMO PUEDE DECIRSE AHORA DE LOS PLURINOMINALES: LES ASEGURO QUE NADIE SENTIRÁ LA MENOR CONMISERACIÓN POR SU MARCHA HACIA EL LIMBO DE LO INÚTIL.

 

 

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