De funcionarios a notarios

Hoy en día el visitar al notario son cosas normales porque las mismas leyes que siempre han existido ahí, pero otra cosa es que la gente se quedó acostumbrado a que el mejor contrato era la palabra, el honor y cierre final un apretón de mano. Sin embargo, con el pasar del tiempo el aumento del delito de abuso de confianza pero mayormente la modernidad, las computadoras y sus softwares sistematizados fueron obligando a los ciudadanos a tener que recurrir ante un notario público.

Al igual éstos han tenido sus transformaciones con el pasar del tiempo. Años atrás el tener una notaria pública, sobrepasaba a su funcionalidad de dar fe a contratos, testamentos o cualquier otro documento que pudieran avalar ante alguna autoridad.

Su representatividad ante la sociedad era totalmente diferente a lo que hoy se le conoce; porque simbolizaba seriedad, prestigio; se dedicaban asesorar a la gente todo referente actas públicas; qué era lo mejor para un testamento y sus herederos pero sobre todo, eran los custodios de los documentos de mayor importancia de la familia y obviamente al igual que el médico familiar, se tenía al notario de la familia.

El visitar aquellas notarias públicas que siempre eran otorgadas a gente con experiencia, rectitud, y reconocida por la comunidad como una persona honesta y confiable, era cosa de entrar a sus despachos con la mejor prenda que se tuviera en casa o al menos con un buen chapuzón, o su baño vaquero, pero se iba uno arreglado como si fuera a visitar al Presidente de la República por ser considerados como representantes de la sociedad o bien de una comunidad.

Eran oficinas bien montadas donde se tenía su recibidor con sus asientos de piel, su salita de juntas, donde todo olía a madera de muebles antiguos haciendo su aroma agradable.

Una vez entrando al despacho particular del funcionario público, era impresionante el imperio de libros legales que podían recorrer fácilmente de pared a pared, demostrando su poderío en conocimiento y por lo general siempre acompañado de un puro habanero, como símbolo de sabiduría.

El concepto de aquellas notarias era puro cacha de venado, era considerado como se decía en aquel entonces puro “cache”, es decir, un estatus ante la comunidad.

Sin saberse con exactitud esos tiempos se fueron acabando poco a poco y aquellos de prestigio se fueron minimizando perdiéndose con el crecimiento de la misma población, otros fueron heredados para que los manejaran los hijos de los notarios, siendo sustituidos por la entrega diestra y siniestra de los famosos FIAT, que es la entrega del gobernador en turno a los abogados que pasaban el examen para notarios y que se iban acreditando.

También se perdió el protocolo y éstas se empezaron a entregar como si fueran volantes para los consentidos, sirviendo éstos para pedir favores posteriormente y la mayoría de ellos se guardaron en el baúl de los recuerdos como si se tratara de algún trofeo más.

Para conocimiento de los lectores, el FIAT, es meramente la patente que acredite a una persona de ser notario público perdiéndose la seriedad dándole a un giro de comercio a base de tranzas en donde se han encontrado notarias públicas que inventan testamentos, se cambia el albacea, la supuestas ventas de bienes inmuebles, contratos de arrendamiento ilegales porque solo bastaba la  simple firma del “funcionario público”, dando fe para poder hacer válidas cualquier acción o testimonio siendo estos uno de las tantas series de anomalías que se encontraban con los notarios públicos pues aplicaban  lo dicen por ahí: “con dinero baila el perro”.

Estos regalos es decir, el FIAT, se vino haciendo durante décadas no solo en nuestra entidad sino en el resto del país. Pero con las disposiciones de hace unos pocos años atrás para poder abatir con este problema se les exigió a todos los que contaban con estos permisos, incluyendo en especial aquellos que tenían guardados en sus casas, se formalizaran instalando oficinas.

En pocas palabras que se pusieran a chambear, así que si se encuentran por ahí notarías a nombre de algún exfuncionario no se trata de nuevos otorgamientos sino de aquellas que se tenían adentro del closet y obligados a no perderlas tuvieron que salir.

Tampoco debe de extrañarse la proliferación de las notarias públicas como simples changarritos montados para taparle el ojo al macho con un triste escritorio y una secretaria quien no tiene horario pero no deberá faltar el anuncio afuera para aparentar que están activos.

Tiene su precio el querer poner siempre el orden y en esta nueva administración de gobierno los únicos que se están exhibiendo son aquellos que durante décadas tenían el FIAT, guardado y no faltaran las molestias de aquellos exservidores públicos que con tal de no perder su permiso, ahora lo encuentren un estilo de ganarse la vida de manera despectiva, diciendo “después de un gran funcionario público ahora paso a ser un simple notario público”. Pero esto no ha significado que las anomalías continúen sino se requiere de una constante supervisión por parte de las autoridades.

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