Cuba-EE.UU: La luz al final del túnel
La Habana (PL) La decisión del presidente Barack Obama de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba es un tramo importante en un camino aún preñado de obstáculos, porque corresponde al Cogreso de ese país derogar leyes que impiden una normalización plena.
Al anunciar hace dos días que ordenó poner fin «a un enfoque anticuado que durante décadas no ha podido promover nuestros intereses», dijo que instruyó al secretario de Estado, John Kerry, para que comience de inmediato las discusiones a fin de restablecer los vínculos rotos por Washington en enero de 1961.
Obama agregó que como la denominada Helms Burton impuesta durante décadas (1996) ha sido codificada en una ley «espero poder tener un debate honesto y serio con el Congreso sobre el levantamiento del embargo».
El presidente cubano, Raúl Castro, al informar el miércoles del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, expresó que «esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto».
Ese bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar, planteó en una alocución transmitida por radio y televisión.
Cuando Obama asumió en enero de 2008 la pesidencia, Raúl Castro expresó la disposición de conversar con él sin precondiciones a pesar de la hostilidad de 10 administraciones estadounidenses.
Ahora, casi al cumplir seis años de mandato, el Presidente estadounidense reconoce que «ninguna otra nación nos ha apoyado en la imposición de estas sanciones a Cuba, las cuales han tenido poco impacto…»
Después de todo, admitió, estos 50 años han demostrado que el aislamiento no ha funcionado.Es hora de que adoptemos un nuevo enfoque.
Durante medio siglo una decena de mandatarios norteños, seis republicanos y cuatro demócratas, ejecutaron acciones de todo tipo para doblegar al proceso liderado por Fidel Castro, que comenzó en 1959,tras el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista (1952-1958).
El Ejército Rebelde, dirigido por Fidel Castro desde que desembarcó en diciembre de 1956 en el yate Granma procedente de México, libró una exitosa campaña guerrillera que derrotó al ejército equipado y asesorado por Estados Unidos.
Batista huyó de Cuba en la madrugada del 1 de enero de 1959 luego de que el embajador norteamericano, Earl E. T. Smith, le expusiera «que el Departamento de Estado miraba con escepticismo cualquier plan o intención de su parte que significara permanecer indefinidamente en Cuba».
Una junta cívico-militar, a cuyo frente situaron a Carlos Manuel Piedra, el magistrado más viejo del Tribunal Supremo de Justicia, y al general Eulogio Cantillo en la jefatura del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, intentó impedir el triunfo rebelde.
Aunque el presidente republicano, Dwight D. Eisenhower, reconoció al gobierno revolucionario el 7 de enero de 1959, de inmediato empezaron las confrontaciones, agudizadas a partir de la promulgación, el 17 de mayo de ese año, de una moderada reforma agraria, que afectó tierras de empresas azucareras estadounidenses.
Eisenhower aprobó el 11 de diciembre de 1959 un plan de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) cuyo objetivo sería «el derrocamiento de Castro en el término de un año y su sustitución por una junta amiga de los Estados Unidos».
Entre las medidas dispuestas por esa administración contra el gobierno revolucionario figura la suspensión, el 6 de julio de 1960, de la cuota azucarera cubana en el mercado preferencial estadounidense, considerada la primera acción importante en la guerra económica contra la isla.
Un mes después La Habana respondió con la nacionalización de las refinerías de petróleo, fábricas de azúcar y las empresas de teléfonos y electricidad norteamericanas.
El rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, el 3 de enero de 1961, y el financiamiento y preparación de la brigada 2506, formaron parte de la política de Eisenhower hacia el país caribeño.
El demócrata John F. Kennedy (1961-63) dio luz verde a la invasión de mil 500 hombres el 17 de abril de aquel año por la bahía de Cochinos, calificada por Fidel Castro de herencia que le dejó el anterior mandatario y que «estaba decidida» cuando él tomó posesión el 20 de enero de 1961.
Esas fuerzas, trasladadas por barco desde Puerto Cabezas, Nicaragua, con protección naval y aérea de las fuerzas armadas estadounidenses, fueron derrotadas en menos de 72 horas por el ejército Rebelde y las Milicias Nacionales Revolucionarias, mientras en Miami aguardaba un «gobierno provisional» que pediría reconocimiento internacional si triunfaba la operación.
También aprobó el 3 de febrero de 1962 el bloqueo económico, comercial y financiero y el 14 de marzo siguiente la Operación Mangosta «a fin de ayudar a derribar al régimen comunista en Cuba».
Kennedy fue asesinado el 23 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, y en el magnicidio participaron elementos de origen cubano radicados en Miami, de acuerdo con investigaciones no oficiales.
Arthur M. Schlesinger Jr, quien fue su asesor en la presidencia, declaró en octubre de 2002 en La Habana haber sido testigo directo de intenciones de Kennedy de mejorar las relaciones con Cuba después de la crisis de los cohetes de octubre de 1962.
Ese año la aviación estadounidense detectó el emplazamiento de misiles soviéticos en Cuba y Kennedy decretó un bloqueo naval y aéreo en sus alrededores, generando una crisis de alcance mundial, resuelta en negociaciones directas del gobernante norteño con el primer ministro de la URSS, Nikita Jruschov.
El también demócrata Lyndon B. Johnson (1963-1969) continuó las acciones contra Cuba, entre las cuales figura la Ley de Ajuste Cubano (1966), que ha estimulado la emigración ilegal hacia Estados Unidos y provocado tragedias. En una de ellas sobrevivió en 1999 el niño Elián González, devuelto a Cuba al año siguiente tras una dura batalla legal.
Los republicanos Richard Nixon (1969-74) y Gerald Ford (1974-1977) prosiguieron en la misma política anti-cubana, que se atenuó con la llegada a la Casa Blanca del demócrata James Carter (1977-1981).
En su administración se establecieron las Oficinas de Intereses -especie de consulados- en La Habana y Washington, se delimitaron las fronteras marítimas entre Cuba, Estados Unidos y México, y se reconoció el derecho de los ciudadanos norteamericanos a viajar a la Isla, limitado por las siguientes administraciones.
Carter viajó a Cuba en 2002, invitado por Fidel Castro, quien dijo que siempre tuvo una buena opinión del expresidente «como un hombre de ética, de moral».
«Aunque era jefe de un imperio odioso tenía calidad humana, no era asesino ni genocida (…) era un hombre decente, lo más que puede serlo alguien que está gobernando un país con tantos intereses, privilegios y tanto poder», expresó después al periodista francés Ignacio Ramonet .
Los períodos de los republicanos Ronald W. Reagan (1981-89) y George H. W, Bush (1989-1993) continuaron el camino iniciado por Eisenhower, mientras que el demócrata William F. Clinton (1993-2001) sancionó en 1996 la Ley de la Solidaridad Democrática y de la Libertad de Cuba (Ley Helms-Burton), que endureció aún más las acciones de la Ley Torricelli, firmada por Bush (padre) en 1992.
La administración de su hijo George W. Bush (2001-2009) ha sido una de las más agresivas contra Cuba y entre sus medidas se hallan las restricciones de los viajes de los cubanos-americanos y de los montos de las remesas a sus familiares.
Esta es, en apretada síntesis, la historia del diferendo que, desde hace medio siglo, separa a los dos países, y que ahora entra en una nueva fase tras lo que el Papa Francisco consideró una decisión histórica de Obama.
El mandatario demócrata ha puesto el balón en el campo republicano, en el cual obviamente intentarán limitar la aplicación de la decisión de Obama, quien puede modificar la aplicación del bloqueo en uso de sus facultades ejecutivas, dijo el gobernante cubano.
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