
Crónicas negras: Mancera o el desatino de gobernar la urbe
Grande, muy grande le ha quedado la ahora flamante CDMX al señor Miguel Ángel Mancera Espinosa, perfectamente encuadrada en un sistema de corrupción y delincuencia. En todas las áreas competentes para un ciudadano común y corriente, la sensación que permea a gran parte de los habitantes de esta urbe es de inseguridad y descontento.
El caso del adolescente Marco Antonio Sánchez, su detención, el actuar timorato de los uniformados y posterior lloriqueo exhibe de nueva cuenta el paupérrimo desempeño de nuestras fuerzas policiacas; de la altanería y prepotencia a la desmenguada preparación que ostentan, nada más triste como este aparato receptáculo de los peores vicios de una administración instalada en los malos manejos y la ineficiencia; hablo con mi amigo el policía de la esquina, y acá entre nos, me confía sus comentarios: ya me ofrecieron ascender a patrullero, pero allí hay que entrarle con el jefe, uno tiene que pagar la gasolina y una cuota diaria, como en todas partes las cosas se arreglan con un billete; en la esquina de céntrica avenida tres motociclistas hacen plática, me gano su confianza y sueltan la sopa: le podemos echar un periodicazo al inche comandante, es bien gandalla, si quieres subir te pide una lana, si le caes gordo te castiga con dos días, si no le entras te agarra ojeriza…bueno, nuestro sistema policiaco es una verdadera parrafada, y son los que resguardan la seguridad de la ciudadanía.
Otra medallita para Mancera, el sacrosanto STC, metro de todos tan querido y necesario, es también víctima de la ineficiencia cotidiana, mientras los millones se escabullen en misteriosas maniobras, el mantenimiento y la optimización del Sistema de Transporte Colectivo cada día es más decadente: escaleras inservibles, aglomeramientos inhumanos en las horas pico, vagoneros que te gritan en la oreja, delincuencia cotidiana, y policías pasados de listos. No hay el cuidado que este servicio amerita, claro, sí hay muchos negros intereses de por medio.
Pero una buena, para el señor Mancera, para él por supuesto, es su actuación en materia de bienes raíces, dicen los informados sobre este singular personaje: no hay poder para detener a quien ha vendido hasta el último rinconcito cerca del cielo; en las propiedades de Monreal (este ejemplar funcionario quien le heredó a su familia un inmueble para edificar un hotel donde según el uso de piso no está permitido) no se mete para bien o para mal, tapadera excelente. Según datos publicados por la prensa nacional muchos melones han engrosado el cochinito de este nada limpio funcionario que comanda los destinos de nuestra ciudad.
Otra joyita en la corona de hojalata del jefe Mancera es ese desatino llamado Metrobús. Desde una de las avenidas la cual habito hace más de tres décadas le mandamos nuestros más afectuosos saludos a un hombre de pésimo desempeño en la política citadina; he visto la debacle de esta arteria vial llamada Parque Lira, convertida ahora en un estacionamiento ruidoso y contaminante. Así muchas vialidades de la otrora región más transparente son el caos de la circulación en esencia y presencia. Y este señor marqués ahora le está poniendo en la suya a avenida Reforma, por sus reverendos pantalones, sin escuchar la queja ciudadana, nos va a meter a chaleco su negocito de metrobús, caiga quien caiga.
Instrucciones para derruir una ciudad y hacerla presa de intereses mal habidos y actuaciones que rayan en el sinsentido.
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