Como los zopilotes

Por Guillermo Robles Ramírez

No entiendo ni jamás entenderé para qué las autoridades de los diferentes niveles hacen y rehacen leyes, reglamentos y otros documentos dizque para regular funciones o bien normativas, sino salimos de lo mismo, es decir, seguimos improvisando, pasándonos los reglamentos por el arco del triunfo, creciendo desordenadamente y haciendo las cosas; al ¡ahí sé va!, particularmente por el crecimiento de nuestras ciudades.

Somos como los zopilotes, nos pasamos la vida planeando, pero no aterrizamos las cosas como debe ser o al menos como decimos que debe hacerse.

Existen muchos ejemplos de ello, es decir, tenemos en las principales ciudades del país, repitiéndose los mismos errores, como la autorización por parte de las autoridades municipales de construir negocios y casas habitacionales contiguo a instalaciones gaseras; a sabiendas por parte de las autoridades de que tarde o temprano se vendrán los reclamos e inconformidades porque una vez hechas las construcciones pegadas a las instalaciones gaseras, en donde con el pasar de los años se observan señalamientos por peritos de riesgo el alto grado de peligrosidad después de haber permitido esas obras por parte de los ayuntamientos.

Lo mismo sucede con aquellos negocios, o fábricas que ya estaban instaladas desde hace muchísimos años en lugares remotos de la mancha urbana,  en donde solo existían terrenos baldíos y, con el paso del tiempo, se construyeron viviendas o negocios alrededor y es hasta entonces que quienes se ven afectados por algún contaminante o también que representa de alta peligrosidad, es hasta entonces cuando la movilización social reclama a las autoridades municipales que no se les permita estar en zona de viviendas y solicitando el cierre; así como su reubicación.

Aunque para ser más justos, sería que los quejosos se cuestionaran sobre quién llegó primero, es decir, el o los quejosos, deben de hacerse una simple pregunta antes de reclamar a la autoridad responsable: ¿quién llegó primero?

Pero no necesariamente tiene que ser negocios de alta peligrosidad, sino sucede con otros giros de empresas como aquellas denominadas “centralitas de autobús”, que se instalan en principales vialidades causando todo un caos vial porque el camión de pasajeros tiene que llegar a recoger pasajeros por no haber llegado a la matriz principal en donde se encuentra la central de autobuses.

Y que se puede decir, de las modernas plazas negras que cada vez cuentan con más locales y menos espacio de estacionamiento y por solo cumplir a medias pintan los límites de cajones para estacionarse con las dimensiones de vehículos pequeños que, aun así, muy apenas existe espacio para abrir la puerta del carro. Así que si fueran unidades medianas y camionetas realmente es imposible bajarse o subirse, según el caso a los carros porque quedó encajonado entre dos unidades.

Podemos continuar mencionando ejemplos de ello si nos detenemos un poco en analizar lo que sucede diariamente y que equivocadamente los ciudadanos lo normalizamos porque el levantar una queja o un reporte, es tirar tiempo valioso a la basura.

No entiendo, repito, ni entenderé, eso de dizque planificar el crecimiento de las ciudades y el de crear acciones para reordenar urbanísticamente nuestro entorno, si en verdad todo se hace como los zopilotes, planear y planear, sin consolidar nada y haciendo lo que se nos antoje, haciendo a un lado las propias disposiciones, normativas legales, leyes y reglamentos que fueron sancionadas y puestas en vigor precisamente para cumplirse con ellas.

Tal parece que pueden más los intereses personales de unos cuantos que los comunitarios y tal parece que de nada sirven los planos reguladores o rectores urbanísticos si las propias autoridades no los respetan. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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