Carrera electoral en EE.UU.: ignorar a Donald; atajar a Trump
La Habana (PL) Los republicanos se preguntan qué estrategia seguir con Donald Trump, el excéntrico multimillonario que irrumpió en la carrera electoral estadounidense con un discurso incendiario que amenaza con alejar a potenciales votantes y polarizar las bases del partido.
Los sondeos son elocuentes: el magnate, con una fortuna superior a los 10 mil millones de dólares, marcha a la cabeza dentro de las preferencias de los posibles electores conservadores de cara a los comicios presidenciales del año próximo.
Con un 28 por ciento de respaldo, ostenta el doble de seguidores de su competidor más cercano, el exgobernador de Florida Jeb Bush, con apenas 14 por ciento, dentro de un abultado pelotón de 17 competidores, reveló un estudio reciente efectuado por The Economist y la encuestadora YouGov.
Al ala más derechista del Viejo Gran Partido (GOP, por sus siglas en inglés), le place que Trump diga lo que otros también piensan, pero temen defender en público.
No obstante entre los hispanos, un cada vez más importante grupo electoral, el rechazo es casi unánime por sus controversiales opiniones racistas y contra los indocumentados.
Una encuesta de mediados de julio de la cadena de habla hispana Univisión mostró que más de 70 por ciento de los latinos en Estados Unidos tiene una visión desfavorable de él.
El candidato republicano que aspire a la presidencia de Estados Unidos en 2016 necesitará al menos el 47 por ciento del voto hispano, el estimado más alto de la historia, suponiendo que el resto del electorado mantenga una posición parecida a la de 2012, reveló un estudio de Latino Decisions para la organización America’s Voice.
Lo que no entienden los republicanos es que no van a ganar la Casa Blanca sin los latinos, afirmó al presentar los datos Matt Bareto, de Latino Decisions, organización dedicada a elaborar encuestas, análisis y predicciones sobre el voto hispano.
El 16 de junio, al presentar su candidatura presidencial, Trump calificó a los mexicanos como violadores, drogadictos y causantes de hechos de violencia en territorio estadounidense, mientras amenazó a México con obligarlo a pagar por la edificación de un extenso muro en el límite entre ambos países.
Sobre esta misma idea volvió semanas después al visitar la ciudad fronteriza de Laredo.
De manera insólita, Trump declaró en un programa de la televisora MSNBC que «los hispanos me aman» y aseguró que no está preocupado por la posible falta de apoyo de esa comunidad.
Televisoras como NBC y Univisión, legisladores, líderes políticos y artistas, sobre todo de origen latino, rechazaron estas opiniones, cancelaron la transmisión de programas patrocinados por él como los concursos de belleza Miss USA y Miss Universo, y llamaron a un boicot de cualquier producto o evento relacionado con el empresario.
El multimillonario de 69 años ha rechazado ofrecer disculpas, pese al alud de críticas que generaron sus opiniones.
CONTRA TODAS LAS BANDERAS
Acostumbrado al espectáculo y mantener la atención sobre sí, Trump no desaprovecha intervención para verter tóxicos comentarios, incluso contra miembros de su partido y aspirantes presidenciales.
Durante una cumbre conservadora en Iowa cargó contra el senador republicano por Arizona John McCain, apresado durante la contienda bélica de Vietnam, y desestimó que fuera un verdadero héroe de guerra.
Poco después calificó de «idiota» en un evento público en Carolina del Sur a uno de sus rivales de campaña, al senador por ese estado Lindsey Graham, mientras reveló el número telefónico privado del legislador y exhortó a los asistentes al acto a que lo llamaran.
Las opiniones sobre qué postura tomar frente a las posibles «salidas» de Trump varían desde optar por la indiferencia hasta los que prefieren enfrentarlo de manera directa.
Es imposible evitarlo. Es un individuo instintivamente muy agresivo y si tratas de fajarte con él en su terreno, te hace papilla, declaró el expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, precandidato republicano en 2012.
Para Charlie Black, estratega del GOP que ha trabajado en varias campañas presidenciales, «hay que tratar de ignorarlo. Cuanta menos atención se le preste, mejor. Yo ni lo miraría».
El senador republicano Lindsey Graham sostuvo en entrevista con MSNBC que «la única manera en la que podremos perder esta elección es si seguimos diciendo cosas como las de Donald», al tiempo que lo catalogó como «un accidente de autos político que la gente frena para ver».
Si Trump quiere presentarse en el escenario y hablar de soluciones, me complacerá tener esa conversación. Pero si lo único que hace es lanzar insultos, trataré de frenarlo, con dureza, declaró a la televisora Fox News el también aspirante presidencial, Rick Perry.
El exgobernador de Texas lanzó tempranos dardos contra su polémico adversario: «Que nadie se equivoque: la candidatura de Donald Trump es un cáncer en el conservadurismo, y debe estar claramente diagnosticada, extirpada y ser desechada», argumentó el 22 de julio durante un discurso en Washington.
SILENCIOS Y PAÑOS TIBIOS REPUBLICANOS
Al otro lado de la barrera, los demócratas intentan pescar en el río revuelto que ofrecen las altisonantes declaraciones del «hombre espectáculo» (showman) republicano, así como las pálidas réplicas de los conservadores ante sus comentarios antimigrantes.
El titular del bloque demócrata en el Senado, Harry Reid, analizó que si bien los rivales de Trump rechazaron casi unánimemente los ataques contra McCain, fueron mucho más tibios al responder cuando cargó contra los inmigrantes mexicanos.
Detrás de ese silencio se oculta una verdad lamentable: Cuando se trata de la política inmigratoria, no hay una diferencia significativa entre el Partido Republicano y Donald Trump, señaló el legislador por Nevada.
Miembros del partido azul, incluida la precandidata presidencial Hillary Clinton, formularon críticas similares.
Durante un evento electoral en Arkansas, la exsecretaria de Estado sostuvo que las declaraciones de Trump «son vergonzosas, como lo es que sus correligionarios republicanos tardaran tanto en responderle. La triste verdad es que si uno mira muchas de sus políticas, es difícil distinguirlas unas de otras».
Según el analista político Sean Illing, el silencio de los del partido rojo ante los ataques antimigrantes se entiende porque muchos «piensan como él» (Trump), pero no se atreven a decirlo en público, y porque quieren el voto de los conservadores.
«A los candidatos del Partido Republicano les resultó cómodo criticar una ofensa pero no la otra (contra los inmigrantes). Y la razón es obvia: el racismo resuena entre un gran subgrupo de la base republicana», explicó Illing en su blog.
Geoffrey Skelley, analista político de la Universidad de Virginia, vaticinó al diario californiano La Opinión que la candidatura de Trump podría desinflarse en pocos meses.
Trump no teme atacar al establecimiento republicano, pero sus opiniones demuestran por qué posiblemente no le irá bien en las primarias del partido: sus ataques contra McCain y sus comentarios de por qué nunca ha pedido perdón a Dios -algo que puede restarle votos entre los evangélicos- solo dan munición a sus rivales, explicó Skelley.
Según el experto, a seis meses de las primarias de Iowa, las encuestas seguirán oscilando, pero Trump tiene muy poca calidad de ser «presidenciable».
El diario Des Moines Register, el más importante del estado del centro oeste estadounidense y barómetro del rumbo de las elecciones, aconsejó al multimillonario retirarse de la contienda porque, a su juicio, en vez de presentar soluciones a los problemas más acuciantes del país se ha dedicado más a promocionarse a sí mismo.
Expertos coinciden en que, pasada la novedad de su candidatura y ante el mayor escrutinio de su agenda política, lo más probable es que la campaña de Trump se quede sin oxígeno.
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