Caldo de suicidios
Cada vez el tema del suicido cobra más fuerza en nuestro país y aunque no existe una estadística clara ante la Organización Mundial de la Salud para poder determinar el número de suicidios, nada más se tiene los datos registrados en el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía del 2011 y apenas interpretado el año pasado, según el reporte de las actas de defunción.
Pero para la Secretaría de Salud su cálculo a “ojo de buen cubero” hay hasta 14 mil intentos por año, colocándonos en el noveno lugar a nivel mundial, aunque existen otras versiones que aseguran que nuestro país está en el cuarto lugar, conforme a un informe proporcionado en el 2009 por el doctor Alejandro Acosta, médico adscrito al hospital de psiquiatría “Héctor Tovar Acosta” del IMSS.
Cualquiera que fuese el caso, la situación no es fácil, aunque es alarmante para la sociedad mexicana en donde algo no anda bien, siendo de bajo impacto los mensajes publicitarios de culturización sobre el tema del suicidio por parte de nuestras autoridades, pero sobre todo la poca o nula participación en el núcleo familiar ya que la mayoría de ellos son cometidos dentro de viviendas particulares.
En Coahuila estamos a nivel nacional en el catorceavo puesto en el 2011 y desde ese entonces se ha ido incrementando el número de suicidios lo que nos lleva a la lógica que la entidad ha subido de rating a unos dos o tres puntos más es decir, para estar en el décimo u onceavo lugar.
Es inquietante en nuestra entidad la muerte de los jóvenes coahuilenses ya que el suicido ocupa el tercer lugar después de los accidentes automovilísticos, que ocupan el primer lugar y que éstos índices se incrementan más en los meses de mayo y julio con un rango de edad desde los 15 a 24 años de edad según información del INEGI.
Los datos no se deben de llevar con los brazos cruzados sin nada que hacer y el primero en liderar algo al respecto ha sido la Universidad Autónoma de Coahuila en donde su rector Blas José Flores Dávila, dio a conocer que en la máxima casa de estudios se lleva a cabo una medición entre la población universitaria para evaluar por medio de las facultades de Servicio Social, Psicología y Ciencias de la Comunicación los factores de quienes pudieran tomar la decisión de suicidarse o tendencia a cometerlo en donde existe unos programas grupales de motivación y orientación.
Hay muchas formas de ver la muerte. Pero existen dos vertientes y preguntarnos qué pasa cuando la muerte es la propia, es decir, por decisión de Dios y no provocada y la otra qué pasa en Coahuila con el índice de incremento donde tanta gente se suicida.
Obviamente los distintos puntos de vista, desde los religiosos hasta los historiadores, científicos y artistas, cada uno, ve el suicidio desde su perspectiva.
Por mencionar dentro de la religión los hebreos, sujetos a los diez mandamientos grabados en piedra, el suicidio era poco frecuente entre los judíos de la antigüedad. Luego, en tiempos de guerra servía para librarse de las consecuencias de la derrota política o militar.
En el cristianismo, la Biblia habla del suicidio como una forma de llegar antes a la “nada” o como la forma de salir de una habitación llena de humo. En ésta religión primero se aceptaba y luego fue un pecado capital en donde los suicidas tenían funerales aparte, sus nombres no se mencionaban en misa para pedir por sus almas, no había plegarias e incluso la familia era objeto de escarnio. La tentativa de suicidio era comparable a la locura, de ahí el que se ocultaran esos casos.
Por otro lado, la sociología define tres tipos de suicidio en tres tipos, el altruista, el egoísta y el anómico. El primero son los grupos primitivos, por necesidad de la comunidad los más viejos y enfermos preferían quitarse la vida a permitir ser una carga para los demás, para no estorbar. Los segundos son propio de la sociedad moderna, pese lo individual sobre lo colectivo y es el exceso de individualismo lo que lleva al desapego al grupo social, familia y la colectividad motivado un estado en donde el individuo se queda “sin nada de qué agarrarse”. Y último el suicidio anómico que habla de problemas de armonía social, desajustes familiares y económicos, la falta de reglas sociales y no se logra influir en los miembros. El suicidio no se liga a factores económicos sino más bien a tener riqueza y luego no tenerla o que el exceso de recurso lleve a la insatisfacción personal por lo que en los países pobres habría menos suicidios.
Y pese a que cada visión es muy distinta, hay una coincidencia: Nadie responde con autoridad plena y conocimiento irrefutable el asunto. Estamos ante una gran pregunta sin respuesta.
Aunque vemos preocupaciones de las autoridades por el asunto, aunque los académicos nos han señalado a los periodistas como portadores de algo de la responsabilidad en las siniestras estadísticas y aunque mucho habrá de conocerse durante el año, parece simplemente, que los responsables podemos ser todos.
Es difícil definir un comportamiento tan homogéneo en una sociedad heterogénea, pero de alguna forma encontramos que las cosas de la ciudad, con sus problemas de falta de dinero, sus crisis emocional y las cosas que aquí ocurren, así como los asuntos individuales de todos aquellos que se han quitado la vida, forman un caldo de humores propicio a mantener viva la estadística de suicidios. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org
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