África: La pesadilla de los secuestros de niñas y niños
La Habana, (PL) Anualmente en el continente africano grupos de niños son cautivos de grupos armados que buscan destaque mediático, fortalecer sus respectivas carteras de negociación, utilizarlos como escudos humanos, convertidos en soldados o extraerle sus órganos.
También empresarios y políticos pagan a secuestradores para utilizar a los menores en ceremonias religiosas, a manera de ofrendas para sumar poder y dinero, entre otros fines.
Eso último se evidenció durante las elecciones efectuadas en Nigeria y Sudán en marzo y abril pasados, cuando el número de raptos niñas y niños aumentó en los municipios durante mítines electorales y fecha de votaciones, según organismos internacionales.
Costa de Marfil reconoció recientemente que desde diciembre de 2014 se destapó una ola de rituales que causaron la muerte y mutilación de 21 menores, acción relacionada con los comicios generales de diciembre de este año, según fuentes policiales de ese país.
En Nigeria, Sudán del Sur, Camerún y Chad resultan más frecuentes y significativos los cautiverios forzados porque el secuestro masivo de menores es una nueva táctica de los grupos armados extremistas para aterrorizar, someter y humillar a comunidades enteras.
Nigeria es el país africano donde es más común este tipo de acción. El mundo no olvida que allí hace más de 400 días secuestraron a 276 niñas en el Instituto Chibok, del estado de Borno.
La noche del 14 de abril de 2014 un comando de la secta radical nigeriana Boko Haram raptó en ese centro de estudios a las menores que se alistaban para examinar su año académico.
Muchas de esas niñas son ahora utilizadas por sus captores como esclavas sexuales, otras están convertidas forzosamente al Islam y entrenadas como combatientes, porteadoras y vigías en los ataques de Boko Haram en el nordeste nigeriano, según afirman algunas que escaparon de sus captores.
También esas menores en cautiverio son víctimas inocentes empleadas en ataques suicidas, haciéndolas llevar ingenuamente encomiendas a sitios populosos y portando en sus bultos cargas explosivas que sus captores detonan a distancia.
Hace seis meses en Camerún, cerca de las fronteras con Chad y Nigeria, Boko Haram secuestró un centenar de adolescentes.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reportó la desaparición de cientos de niños hace varias semanas en Wau, en el oeste del estado petrolero del país más joven de África, Sudán del Sur.
Conforme a esa fuente, los niños captados en África tienen su futuro hecho añicos porque pierden su infancia, obligados a convertirse en soldados o llevados a otros confines.
La directora del Comité de los Derechos del Niño de la ONU (CRC) confirmó que el cuativerio de niñas y niños es hoy una nueva táctica de guerra de los grupos armados extremistas, como Estado Islámico y Boko Haram, para aterrorizar, someter y humillar a comunidades enteras.
CRC reveló que muchos menores raptados en África occidental terminaron utilizados en rituales de magia negra y víctimas de trabajo forzado y abusos sexuales en el Reino Unido.
En tanto, la ONU estima que el mayor por ciento de los 300 mil menores en filas bélicas existentes en el mundo, pertenece a organizaciones armadas beligerantes en naciones del continente africano.
Actualmente el norte de Nigeria, conquistado por el terror de Boko Haram, está convertido en el hábitat por excelencia del protagonismo de estos niños soldados.
A fines de junio más de medio centenar de personas perecieron y otros 100 sufrieron heridas en el nordeste nigeriano, debido al atentado suicida perpetrado por dos niñas de Boko Haram, presuntamente secuestradas por esa organización en la misma región de los hechos.
En otra acción una suicida de la misma secta extremista mató a 12 fieles islámicos en una mezquita del poblado de Malari, aldea cercana a Konduga, en la misma región del otro atentado.
Decenas de niños soldados, posiblemente drogados, participaron en tres ataques realizados casi consecutivamente por la secta Boko Haram en Borno.
Esa incursión provocó casi centenar y medio de muertos, la peor matanza causada por ese grupo terrorista desde la llegada al poder del presidente nigeriano Muhammadu Buhari, el pasado 29 de mayo.
Naciones Unidas confirmó recientemente que el secuestro masivo de niños se convirtió en una nueva táctica de guerra de los grupos armados extremistas. La utilización de menores como soldados está prohibida en el Derecho Internacional y se tipifica como crimen de guerra por la Corte Penal Internacional.
Se entiende por niño combatiente a todo menor de 18 años de edad vinculado con una fuerza armada o un grupo bélico que le reclutó o utilizó como combatiente, cocinero, cargador, espía o para fines sexuales, entre otras actividades.
África sufre un verdadero drama por los secuestros de niñas y niños, pero esas acciones masivas no son nuevas en la historia de ese continente, datan desde fines del pasado siglo.
Los menores son deliberadamente utilizados porque se les puede manipular más fácilmente y pueden ser adoctrinados para cometer crímenes y atrocidades sin preguntar por qué.
El cautiverio constituye el primer paso para cometer otras violaciones contra los menores, como el asesinato y la mutilación, el reclutamiento y la violencia sexual, según la ONU.
La pesadilla de los raptos de niñas y niños en África subraya la necesidad de fortalecer las herramientas dirigidas a proteger más eficazmente a los menores del continente, donde sobresalen los conflictos armados por motivos políticos, religiosos, étnicos y territoriales.
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