A TIRO DE PIEDRA: HAMBRE DE HONESTIDAD, SIN CRUZADA

El fuero para el gran ladrón,

la cárcel para el que roba un pan

Pablo Neruda

 

Inconcebible, insostenible e inmoral, es que en un país donde hay hambre, el 37 por ciento de los alimentos producidos en México se desperdicien, consideró la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga; quien, sin embargo, nada ha hecho por aclarar los cientos de millones de pesos desviados de su Cruzada contra el Hambre; y mientras el hambre en la República se sigue combatiendo con estadísticas y no con platos de comida.

Hace apenas cuatro meses, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) reveló preocupantes datos con respecto a la utilización de recursos para combatir el hambre y la pobreza en México, pues dio a conocer que en 2013 la Sedesol desvió 518.5 millones de pesos del programa de pensiones para adultos mayores, nada más y nada menos que para asignarlo al rubro de gastos de operación, es decir burocracia; lo que representó dejar sin este beneficio a 82 mil 316 personas.

En febrero del presente año, la ASF señaló también que en 2013 la Sedesol utilizó apenas un tercio de los recursos destinados para la Cruzada contra el Hambre, inactividad por demás cuestionable, si se considera que en México más de 27 millones de mexicanos no tienen acceso a una alimentación adecuada.

Y por si no fuera suficiente, Robles Berlanga firmó cinco convenios por un total de 993 millones de pesos con las universidades autónomas del Estado de México y de Morelos, recursos etiquetados en la Cruzada contra el Hambre; 845 de los cuales fueron aplicados de manera irregular y no representaron beneficio alguno para los millones de personas que cada día no tienen qué comer, pero que a “golpe de discurso” se asegura que han mejorado su calidad de vida en la presente administración federal.

En contraparte, la semana anterior la titular de Sedesol señaló a través de un comunicado que «el Grupo Técnico de Pérdidas y Mermas de Alimentos, de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, desarrolló el Índice de Desperdicio de Alimentos en México, el cual estima que en el país se desperdicia el 37 por ciento de los alimentos producidos”; por ello es que aseveró que se recuperarán esos productos a través de los bancos de alimentos, para beneficiar a las personas con ellos. Pero del desvío de recursos nada se ha aclarado.

Y pareciera que la pobreza en el país pretende combatirse con estadísticas, pues aunque en 2012, 53.3 millones de personas (45 por ciento del total poblacional) vivía en condiciones de pobreza; 11.5 millones (casi diez por ciento) se encontraban en pobreza extrema; 27 millones más (más del 23 por ciento) se reportaba con pobreza alimentaria; y el 12.5% del total padecía desnutrición crónica; todo con base en los datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Robles Berlanga aseveró a mediados de junio pasado que “ya sólo el cinco por ciento de los mexicanos padece hambre.”

Contradictoriamente; el presidente Enrique Peña Nieto, apenas en septiembre de 2014 en su segundo informe de gobierno, aseveró que el programa Oportunidades dejaría de operar, para en su lugar instrumentar el denominado Prospera, como una alternativa más eficaz contra la pobreza y para poder disminuir la proporción de mexicanos pobres que “es prácticamente la misma desde hace tres décadas.” Luego entonces ¿cómo es posible que se haya logrado abatir la pobreza en semejante proporción en apenas nueve meses, de acuerdo con las recientes declaraciones de Robles Berlanga? La peor hambruna del país es de honestidad, y esa no tiene cruzada alguna, no hay quien combata esa hambre de verdad.

Porque queda claro que el amplio despliegue publicitario con ficticios resultados no corresponde a la realidad en atención a los pobres del país, porque su porcentaje no se ha reducido en tres décadas y lo ha reconocido el mismo Peña Nieto, pero no hay, en contraparte, organismo o ley alguna que sancione la irregular disposición de los recursos que, se suponen, se utilizan para aliviar el hambre de los que menos tienen.

De ese tamaño es el fraude, esa es la dimensión real de la atención a los pobres de México. Los recursos se disgregan en subcontrataciones, se diluyen en burocracia, se dejan de ejercer por incapacidad o falta de voluntad; e incluso “desaparecen” sin que haya funcionario alguno que sea sancionado; pero eso sí, se hacen amplias campañas de difusión en las que asegura que cada vez los pobres son menos, aunque los platos de comida necesarios son cada día más. Estadísticas contra el hambre; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.

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