A tiro de piedra: OPB, con gobierno, pero sin paciencia
Cuando uno pierde la esperanza se vuelve reaccionario
Jorge Guillén
Por Julian Santiesteban
La capital de Quintana Roo ya tiene alcalde, el tercero en menos de seis meses, y aunque el panorama venidero parece muy claro a partir de las primeras declaraciones del ahora presidente municipal, Othoniel Segovia Martínez, en el sentido de que no habrá cambio alguno, más tarde que temprano el munícipe se dará cuenta que le toca encabezar un gobierno sin recursos y atender a una ciudadanía sin paciencia.
Y es que, en un claro intento por generar tranquilidad al interior del cuerpo de gobierno capitalino, Segovia Martínez reveló que no habrá ajustes al gabinete y que seguirá la misma línea de trabajo de sus antecesores, pero eso lo confronta en lo inmediato con algunos de los regidores de oposición, quienes han demandado la sustitución de por lo menos tres directores, y además con sectores poblacionales como el empresarial, que exigen que el ayuntamiento cumpla con los adeudos con proveedores que los ha llevado incluso a presentar demandas, debido justamente a que quienes le antecedieron recibieron servicios y productos por los cuales no pagaron.
Ahora bien, las confrontaciones internas, aunque han generado un desgaste prematuro en apenas medio año de que Morena intenta gobernar Othón P. Blanco, no son ni siquiera el problema más grave que deberá atender el alcalde sustituto, sino otros como la contingencia ambiental ocasionada por la falta de recoja de basura y el colapso del que fuera un relleno sanitario en la capital quintanarroense, la multa impuesta por la Procuraduría de Protección al Ambiente por la errónea disposición de residuos sólidos; la existencia de contratos con dos empresas que debieran resolver el problema de la basura y que ninguna atiende con suficiencia; o la grave deuda municipal por más de mil millones de pesos que mantienen comprometidas las participaciones federales, así de malo es el panorama.
Hay un proceso electoral en curso y el gobierno municipal pronto se dará cuenta de que no tiene tiempo para seguir con “curvas de aprendizaje”; los “morenos” tienen la esperanza de seguir cobijados con la imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador y que eso sea suficiente para refrendar el triunfo en las diputaciones del Congreso quintanarroense, apuestan a que el desencanto ciudadano por el “cambio” prometido por la administración local sea más visible que los errores que están cometiendo al gobernar; esperan pues que, mientras siguen con un gobierno colapsado de antemano la ciudadanía vea más los errores de otros que los suyos; sólo faltaría que los yerros señalados los hagan pasar como ataques de sus “enemigos políticos” y que las opiniones en contra las califiquen de “fifí”, siguiendo la línea marcada desde la presidencia de la República.
En los siguientes días, veremos seguramente más reacciones de actores políticos con respecto al gobierno que ha iniciado Othoniel Segovia, algunas refrendando el apoyo y dando el “beneficio de la duda”; otras como las ya expresadas por el ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, demandando que otros “interesados” como los senadores Marybel Villegas Canché y José Luis Pech Várguez dejen de generar confrontaciones políticas donde debe haber sólo administración pública y algunas más de rechazo a la situación vivida como las dadas a conocer por el presidente del Congreso local, Eduardo Martínez Arcila, quien considera que los cambios de presidente evidencian una incapacidad para gobernar y se han comprometido a dar seguimiento puntual a lo que ocurra en Othón P. Blanco.
Lo cierto es que, aunque no ha sido el mejor de los comienzos el de Othoniel Segovia Martínez, a todos los habitantes de la capital de Quintana Roo conviene que el gobierno por fin encuentre rumbo –aunque dice tenerlo-, que los servicios públicos se reactiven realmente –y no sólo en el discurso- y que las deudas se liquiden para que obras y desarrollo lleguen los ciudadanos que creyeron tanto en el “cambio” como en la “cuarta transformación republicana”, pero hasta ahora siguen esperando; mientras se preparan para las elecciones de junio de este año, para depositar de nuevo sus esperanzas en las urnas.
COMENTARIO MORBOSO
Este fin de semana, el colega José Ángel Muñoz publicó en redes sociales un comentario que además de “escalofriante” como él mismo lo califica, ha comenzado a generar preocupación entre habitantes del sur de Quintana Roo.
Resulta que, autoridades estatales –se infiere aunque lo no señala de manera expresa el periodista- preparan en el poblado de Pucté, en la llamada Ribera del Río Hondo, una fosa común para depositar “decenas de cadáveres por la narcoviolencia en el norte del estado. Vecinos aterrados reclaman la invasión mortuoria. ‘Que los entierren allá, reclama el pueblo.”
En la semana, diversos medios locales difundieron la preocupación de empleados del Servicio Médico Forense (Semefo) de Cancún, quienes aseguran vivir en un constante riesgo de adquirir enfermedades como VIH y tuberculosis, pues en el lugar hay unas quinientas bolsas con restos de cadáveres, además de cuerpos no reclamados, denunciando que permanecen hasta en los pasillos porque ya no hay espacio para mantenerlos.
A principios de este mes, autoridades dieron a conocer que mandarían a fosa común unos 43 cuerpos de hombres y mujeres que no fueron reclamados, lo mismo ocurrió en 2017 y 2018; pero hasta ahora no se han señalado los panteones en que se construyen dichas fosas, de ahí la importancia de la información revelada por José Ángel Muñoz, pues se estarían trayendo cadáveres de allá del norte al sur de la entidad.
¿Por qué Pucté? ¿El ejido autorizó el entierro en su panteón? ¿Cuántas fosas más se han construido en este panteón o en algún otro del estado? ¿Se dispone adecuadamente de los cuerpos para que no representen un futuro problema de salud pública? Son preguntas válidas a la luz de la información revelada; son sin duda daños colaterales de la criminalidad, pero la información por parte de la autoridad es obligada, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.